¿Para qué le sirve Chile al mundo? Más allá de lo que el común de los chilenos conocemos como matriz exportadora

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¿A qué mercado nos orientamos? Sin duda alguna, a todo el planeta, haciéndonos cargo de las grandes tendencias mundiales, tales como el acceso para todos (gran clase media y viajeros de alto poder adquisitivo); experimentar lo auténtico; el ecoturismo; turistas de Oriente; estadías más cortas; hágalo Ud. mismo y, lo que se ha denominado “mis amigos y yo”, aludiendo a la recomendación por redes sociales, de amplio y rápido impacto.

¿En qué área geográfica? Evidentemente, todo nuestro país es la oferta al mercado mundial. Nuestro patrimonio tangible e intangible, de mar a cordillera, de sur a norte. Y que dialogue con los medios de transporte que usan los visitantes: un 55% por vía terrestre; un 39% por vía aérea y un 6% por vía marítima.

¿Con qué cualidad distintiva contamos? Como punto de partida y base de nuestra pirámide estratégica, es el recurso natural en que nos tocó nacer. Chile como país único, con una inmensa variedad de paisajes, climas, flora y fauna. Tenemos más de 6.400 kilómetros de “maritorio” que debiéramos aprovechar, literalmente, a toda “costa”.

Todas estas fortalezas en materia de diversidad, de exotismo, de naturaleza virgen, más sitios declarados como Patrimonio de la Humanidad, entre otros atributos, configuran diferencias que deben ser explotadas a cabalidad.

Nuestra ubicación geográfica puede ser esbozada como una debilidad en tanto destino alejado de las grandes rutas del turismo. A ello podemos agregar falta de infraestructura adecuada, certificación de calidad en los servicios de acuerdo a estándares mundiales, conectividad y accesibilidad de mediano alcance; oferta escasa y uniforme.

Debemos ser capaces de mitigar las amenazas asociadas a riesgos de sismos y desastres naturales; nuestra cercanía a destinos turísticos de gran atractivo en países vecinos (competidores); poca conciencia de medidas de protección al medioambiente (sustentabilidad).

Finalmente, el análisis permite desarrollar las oportunidades más allá de los cliché de la industria turística y abordar con determinación el desarrollo de una cultura de servicio al turismo, no atada a gobiernos sino que a una mirada de Estado – pública y privada - que cubra, a lo menos, dos décadas.

Las personas, los chilenos y chilenas, serán motores del cambio porque Chile vivirá del turismo. Así de claro y de ambicioso.

Deberemos posicionar a Chile como una gran marca de experiencias turísticas; de nuevos destinos y productos; para eventos y turismo de negocios. Es un imperativo posicionar a Chile entre sus habitantes, con el turismo interno como parte vital de la industria y de nuestra aspiración estratégica. Nuestra identidad e imagen serán coherentes con un ciclo de servicio de clase mundial.

La Estrategia Nacional de Turismo de la República de Chile invertirá en sus 18 millones de cerebros y corazones, para acoger con las manos abiertas, en confianza y seguridad, al resto del mundo.