El discurso del método, Ensayo por José Escobar. Colegio Juan Pablo II.

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Muestra una esperanza en el futuro, en su porvenir y nuevamente se vanagloria al decir que la ocupación a la cual ha logrado llegar ha sido por causa de él mismo.

Descartes menciona tener el entendimiento para saber cuándo se está equivocado y al mismo tiempo da a conocer en su discurso el camino que ha seguido y que ha venido a representar su vida, tomando para sí mismo las opiniones que acostumbra emplear.

En éste sentido, le doy la razón, ya que si se llega a través del empirismo a un estado de virtud, se puede aplicar en todo momento en el diario actuar dentro de la sociedad, pero si desgraciadamente se es un individuo que ha vivido toda su vida aislado o bien; bajo los ejemplos de personas que no son virtuosas; ese individuo llevara a su vida ésta práctica. Esto lo vemos a diario.

La delincuencia no se hereda, se aprende. Los individuos se dan cuenta que la manera de vivir deshonesta es aquella que más ganancias deja y de manera más rápida.

El joven delincuente recae en éstas prácticas y se pone en las garras del delito. Acentúa el grado negativo en los cuales la sociedad del presente se desenvuelve, bajo los estímulos de la televisión y la radio cargadas de mensajes sexuales y económicos.

Desgraciadamente; la sociedad se desenvuelve por cauces alejados de la probidad y todo ello conlleva al desmoronamiento social.

Descartes comenta que su propósito no ha sido el de seguir para dirigir bien su razón sino el de exponer el modo de conducirse así como él ha conducido su vida. Aquí también, a mi forma de ver; peca de egolatría.

Quien realmente puede ponerse como ejemplo de virtud en la sociedad. Quien no incurre en el delito, en el pecado, en la ausencia de moral y se deja llevar por las bajas pasiones.

¿Quién? Cuál será la razón o el motivo que lleven a una persona a ensalzarse ante sus semejantes y ponerse como ejemplo de probidad y justicia, ponerse como ejemplo de vida antes que los demás.

Realmente, hubiera manejado en su obra el argumento como ejemplo y no a su persona como tal, porque alguien que establezca puntos de crítica, dejara de admirar su obra y atacara al pensador, al individuo que osa ponerse como ejemplo vivo de una manera de actuar y conducirse.

Descartes menciona que desde su niñez fue criado en el estudio de la letras, y según sus palabras le enseñaron que a través de ellas podría allegarse de un conocimiento útil para la vida, pero al terminar dichos estudios, cambio por completo de opinión, dice que lo sobrecogían las dudas y los errores y había llegado a la conclusión que solamente había logrado descubrir su ignorancia.

Es aquí donde emerge otra más de sus contradicciones, ya que lejos de su egolatría, aquí justifica la que la ignorancia que tiene es razón de no cuestionarse hacia sus adentros. Más adelante habla del aprendizaje acerca de libros, pero en ningún momento hace énfasis al modo en que dichos libros llegaron a sus manos, otra de las opiniones donde dramatiza su vivencia. Dice haber aprendido a la par de lo que aprendían los demás, y haber aprendido de todos aquellos libros que caían en sus manos.

El haber aprendido acerca de los juicios que tenían de su persona, y consideraba el siglo en el cual todo era floreciente y fértil.

En éste capítulo hacer referencia a su etapa de estudiante, bajo la cual menciona que los ejercicios que se hacen en las escuelas son necesarios para aprender lo referente a los libros antiguos, que las fábulas le ayudaron a estimular su ingenio y que la lectura de los buenos libros es como conversar con los genios antiguos del pasado.

En éste bloque le doy la razón, ya que la lectura estimula la imaginación y por ende, tendemos a volar gracias a un libro, podemos trasladarnos a lugares incluso que en nuestra mente y de manera física jamás hemos estado, y fue de ésta manera como Descartes logra que el bagaje de conocimientos sigan un cauce donde pueda aplicarlo al método bajo el cual funda sus argumentos.

Descartes menciona que las fábulas son la causa de lo que imaginamos como posibles acontecimientos de lo que no lo son, y así las más fieles historias para hacerlas dignas de ser leídas, lo cual puede traducirse que bajo la creatividad se esconde el niño, el artista, el hombre libre que expresa sus argumentos utilizando las más finas joyas hechas palabras.

Además, Descartes estimaba la poesía pero la veía como dotes de la inspiración más que el fruto de haber estudiado, lo cual conlleva algo de razón, ya que el artista trae dotes natos que difícilmente a través de la lectura pueda aprender, si bien mejorar su estilo, pero la inspiración no se hereda, sino que ésta fluye por las venas del individuo.

En la segunda parte, Descartes expone que la base de su método se concentra en la duda, es dueño de la máxima que indica “Pienso, luego existo.” Y es aquí donde se desprende la parte más importante de su obra y la máxima anterior, fruto de inspiración para muchos pensadores y filósofos de todos los tiempos, llevando a Descartes presente a través de sus palabras.

Esta es la parte central del libro, en esta Descartes expone los pasos del método que ha descubierto.

Descartes se había dado cuenta de que existían muchas ciencias, pero no todas ellas son verdaderas ni tampoco útiles, tal como lo habían hecho los matemáticos de su tiempo quienes según el "se han sujetado tanto a ciertas reglas y a ciertas cifras que han hecho de ella un arte confuso y oscuro, que confunde al espíritu, en lugar de una ciencia que lo cultive."

En esto, hay autores como Nicolás Malebranche que cuestiona la máxima anterior. “Si pienso y luego existo, ¿Qué soy yo que pienso mientras estoy pensando? ¿Soy un cuerpo, un espíritu, un hombre?” En ésta nueva máxima podemos interpretar la discordancia del autor en contra de Descartes, ya que desmenuzando lo anterior podemos darnos cuenta que hay un enlace entre la experiencia, la creencia y la experiencia, bajo lo cual podemos tener en nuestro interior un conjunto de creencias, que llevadas al plano material a través del pensamiento nos da como resultado una muestra empírica que no hace otra cosa que comprobar el grado de verdad en nuestra ponencia intelectual.

Por eso él creyó que debía existir un método que sin ser demasiado extenso en sus pasos permitiera lograr el conocimiento verdadero, ya que si un método o una fórmula es muy larga, en la práctica resultara difícil de aplicar y bastante confusa.

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