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Capítulo I Aspectos Filosóficos del pensamiento de Juan Pablo II

Enviado por   •  28 de Junio de 2018  •  4.847 Palabras (20 Páginas)  •  526 Visitas

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En relación al párrafo anterior me gustaría citar lo que Mounier desarrolla en el Capítulo VII del material que se está analizando, en este capítulo el tema es el compromiso, que se expresa en la acción. Esta acción no es algo que quede fuera de la filosofía personalista muy por el contrario ocupa en esta un lugar central. Esta acción supone la libertad. Recordemos que para el autor la libertad del hombre está condicionada por el medio y las circunstancias. Pero este límite u obstáculo no está visto desde una postura negativa; son justamente esos límites los que apuntalan el crecimiento de la libertad. Una libertad sin límites sería deformada, se convertiría en libertinaje. Pero volviendo a la acción esta deberá modificar la realidad exterior, acercarnos a los demás o enriquecer nuestro mundo axiológico.

Presenta cuatro requisitos de la acción que son los siguientes:

- En el hacer: "El hombre no se satisface con fabricar y organizar, si no encuentra en estas operaciones su dignidad, la fraternidad de sus compañeros de tarea, y cierta elevación por encima de la utilidad; ni si quiera fabrica bien sino en estas condiciones…"

- Desde el ángulo del obrar: la acción ya no apunta principalmente a edificar una obra exterior, sino a formar el agente, su habilidad, sus virtudes, su unidad personal. Esta zona de la acción ética tiene su fin y su medida en la autenticidad."

- Acción contemplativa: "Hay que precisar en seguida que esta contemplación no es, para nosotros, mera cuestión de inteligencia, sino que atañe al hombre entero, no es evasión de la actividad común hacia una actividad escogida y separada, sino aspiración a un reino de valores que invada y envuelva toda la actividad humana. Su fin es la perfección y universalidad, pero a través de la obra finita y de la acción singular."

- No necesitamos volver sobre la dimensión colectiva de la acción. Comunidad de trabajo, comunidad de destino o comunión espiritual son indispensables para su humanización integral…No es con clamores de los solitarios sin esperanza como se despertara hoy una acción agotada de desesperación." [6]

- La Comunicación.

Para el filósofo soy realmente en la medida que existo para los otros. Existo, soy amando. Nadie llega a la plenitud solo sino que este mérito se logra a través de la vivencia en comunidad. La persona es, por tanto, esencialmente comunitaria, suscita con otros la sociedad

En su libro “El Personalismo” enumera una serie de actos originales en los cuales se funda la persona y que no tienen su equivalente en ninguna otra parte del universo y sus características son:

- Salir de sí: la persona es una existencia capaz de separarse de sí misma, de desposeerse, de descentrarse para llegar a ser disponible para otros.

- Comprender: se deja de colocar en su propio punto de vista para situarse en el punto de vista de otro.

- Tomar sobre sí: asumir el destino, la pena, la alegría, la tarea de los otros.

- Dar: la fuerza viva del impulso personal no es ni la reivindicación, ni la lucha a muerte, sino la generosidad o gratuidad, es decir, en última instancia el dar sin medida y sin esperanza de devolución.

- Ser fiel: la consagración de la persona, el amor, la amistad, solo son perfectos en la continuidad. La fidelidad personal es una fidelidad creadora.[7]

Podría extender todavía las apreciaciones sobre el personalismo pero creo que estos rasgos son suficientes para ubicar el pensamiento del Papa Polaco, que es el tema que en sí nos ocupa. Podemos decir que la filosofía que se descubre en el fondo de sus escritos es personalista pero debemos aclarar que con matices que le son propios.

- Eminente Dignidad.

Mounier comienza hablando sobre la trascendencia de la persona, que se manifiesta en su capacidad productora. La aspiración trascendente de la persona es la negación a un universo cerrado, aislado. El hombre es constante tensión hacia su ser más pleno. El ser personal es un ser hecho para sobrepasarse.[8] Y este sobrepasarse a sí mismo no se logra con una actitud cómoda, cobarde, pasiva, sino mediante una actitud e lucha.

Para el personalismo cristiano la trascendencia estará marcada por el Dios Trinitario de las personas divinas, Dios es silencio y todo lo que vale en el mundo está pleno de silencio,[9] a diferencia de los otros personalismos que ponen la trascendencia en los valores.

Cuando el hombre niega esta vocación a la trascendencia, no podemos decir que es menos persona, o que se ha animalizado, perder esta dimensión hace que el ser humano caiga en atrocidades de mucha mayor envergadura.

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Capítulo II La Persona Humana en los escritos de Juan Pablo II

En este capítulo partiendo de las ideas claves, extraídas en el apartado anterior sobre el personalismo, y buscaré desarrollarlas desde la visión de Juan Pablo II. En su pensamiento se entrelazan filosofía y teología, antropología y ética, para dar una visión integral sobre el misterio que es este Ser, cúlmen de la obra creadora y objeto de la entrega redentora de Jesús, el Verbo Encarnado.

En el libro Cruzando el Umbral de la Esperanza, Juan Pablo, al dar respuesta a una de las preguntas del periodista, nos aclara de donde parte su interés por la persona humana poniendo como prioridad una motivación pastoral. Para él la persona es un ser cuya única dimensión adecuada es el amor. Solo podemos ser justos ante una persona, sea Dios u hombre, cuando la amamos. Amar a una persona destierra la posibilidad de tener una actitud instrumentalista, de rebajarla del sujeto que es, al objeto de nuestra manipulación y conveniencia.

El papa polaco intenta expresar el mandamiento del amor en términos de la ética filosófica. Para el, siguiendo a GS el ser humano no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino en la donación al otro, vocación innegable e irrenunciable al amor. La persona vale por sí misma, es el único ser de la creación que Dios ha querido por sí mismo.

Afirmación de sí misma y don sincero de sí, son dos dimensiones que se complementan y confirman mutuamente. El hombre se afirma a si mismo de una manera más completa dándose. (Cf GS 24) He aquí la plena realización del mandamiento del amor, y la verdad plena del hombre, ser para el encuentro, y que Cristo enseña con su propia

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