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La antropología de la cebolla

Enviado por   •  29 de Agosto de 2018  •  946 Palabras (4 Páginas)  •  304 Visitas

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abiertos de la persona que le acoge"

9- La afectividad: Los límites de lo psíquico vienen marcados por la intersección entre el “yo” personal y la realidad (mundo), tanto exterior o extra-psíquico, como intra-psíquico.

Ejemplo del “paisaje crepuscular

de otoño” que provoca en mí un determinado tono afectivo, o un gesto hosco de un compañero de viaje, y, del mismo modo, un pensamiento positivo o negativo que tiñe emocionalmente la experiencia humana en un momento determinado.

10- Clasificación de von Hildebrand: Tres tipos de sentimientos:

sentimientos físicos son «aquellos que tienen una relación con el cuerpo (la "voz" de nuestro cuerpo). Por ejemplo, ante un dolor de cabeza o ante la perspectiva de un buen baño caliente.

Sentimientos psíquicos: aquellos que «son mucho más "subjetivos", es decir, están más radicados en cada individuo que los “sentimientos corporales» (así, por ejemplo, el «buen humor» que no tiene por qué ser incompatible con un dolor físico).

Los sentimientos espirituales: respuestas afectivas significativas que hacen su aparición de la mano de un “valor moral” (tales son, por ejemplo, la compasión experimentada por el sufrimiento de un compañero o la alegría que sobreviene a la propia conversión).

Importa, por tanto, dilucidar a dónde apunta una emoción, la intencionalidad, o sea, el sentido al que sirve de soporte. ¿Qué debo hacer si me sobreviene la envidia ante el

éxito profesional de un familiar?. Y ante la alegría que me produce que mi compañero de oficina sea sorprendido en un incumplimiento de su deber y amonestado… ¿debo hacer algo?. ¿Quién no se ha avergonzado alguna vez de sentir lo que sentía?. Se deben “secundar” o no.

Las experiencias descritas muestran que, más allá de nuestros pensamientos o de nuestras decisiones –siempre pasajeras–, tenemos la conciencia de una identidad personal. Esta conciencia exige la existencia de un sujeto o sustrato que sea el origen y el principio de esas operaciones. Dicho de otro modo, se actúa del modo que se actúa, en primer lugar, porque se es un ser humano o, mejor dicho, por que se es este o aquel ser humano.

La esencia del hombre, es decir, aquello que le hace ser lo que es y que, por lo tanto, le permite obrar en consecuencia –inteligente, libre, conscientemente–, se ha denominado naturaleza humana. Es lo común a todos los hombres, que obran, por lo tanto, de acuerdo con lo que son. Sin embargo, el obrar humano aparece como problemático. Mientras los animales actúan según aquello a lo que tiende su modo de ser y no pueden hacer otra cosa, en el hombre lo natural es desarrollar libremente sus capacidades. Puede, incluso, decidir no desarrollarlas.

El hombre aparece, así, como un ser a caballo entre dos mundos. Pertenece al reino de la naturaleza, de lo determinado, donde parece que todo puede ser explicado por leyes fijas. Pero, a la vez, se inserta en el reino de la libertad, que es el ámbito de lo indeterminado. Esta supuesta contradicción ha conducido a que se interprete de muy diversos modos el concepto de naturaleza humana o, incluso, a que esta se

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