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¿Quién necesita “identidad”?

Enviado por   •  28 de Octubre de 2020  •  Ensayo  •  2.862 Palabras (12 Páginas)  •  359 Visitas

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Materia:        Experimentación II

Profesor:        Lic. Patricio G. Puerta

                Lic. Martín Sánchez Lado

Alumno:        Capo, Guillermo

¿Quién necesita “identidad”? Stuart Hall

El presente ensayo pretende analizar e interpretar la “explosión discursiva” propuesta por Stuart Hall acerca del concepto de “identidad”; no cabe duda que para él, el concepto «identidad» es necesario para poder plantear ciertas preguntas clave a la dialéctica entre los sujetos y la sociedad en general.

"La identidad es tal concepto - operando 'bajo borradura' en el intervalo entre la inversión y la emergencia; una idea que no se puede pensar de la vieja manera, pero sin ciertas preguntas clave no se puede pensar en lo absoluto".

A diferencia del estructuralismo, donde la teoría y los métodos científicos de diversas ciencias humanas que se basan en el análisis de los hechos humanos se presentan como estructuras susceptibles de formalización; la deconstrucción se contrapone a ese sistema de relaciones, donde el autor propone volver a las raíces para trabajar la identidad, ahora bien, la definida o la que puedo reconstruir. Mientras que el concepto de "identidad" ha sido la base de extensas discusiones, es al mismo tiempo una crítica en profundidad, donde la presentación de una idea completa, original y unificada fue cada vez más deconstruida.

En Relaciones Públicas trabajamos sobre la identidad, así como la identificación del sujeto; valga la redundancia “identificando” y clasificando los distintos públicos, ya sean internos o externos, confeccionando el respectivo mapa de públicos, de esta manera para poder esclarecer y establecer fehacientemente las características de los distintos individuos que la conforman, y que se encuentren identificados con una función determinada en el grupo como consecuencia de los roles y estatus sociales propios de toda agrupación. Establecer cuáles son los intereses en común que comparten con los individuos del mismo grupo.

Retomando el concepto de Hall, él propone volver a las bases, ya que ha sido demasiado explotado, ahora preguntándose de manera retórica; “¿regresando a las raíces se consigue el mismo resultado?”. La respuesta es negativa, a partir de ahí propone armar los conocimientos nuevamente, desdoblándose por un lado, en una forma definida, mientras que por el otro lado, tenemos otra a la que podemos reconstruir. Trazando un paralelismo con las organizaciones, los individuos que la conforman ¿tienen identidad en el trabajo o no tienen identificación en el trabajo? Son dos conceptos totalmente distintos; el sujeto se identifica en alguien dentro de la misma. Al contratar a una persona en una organización, ¿lo hacemos por la identidad que tiene o por su identificación? Partimos de la base de su identidad, hasta construir su identificación reconociendo su entorno. En definitiva, la identidad es la esencia de la persona, mientras que en las organizaciones son aquellas marcas que permiten distinguir una organización de otra, es la personalidad de la organización, compuesta por sus diversas dimensiones. Mientras tanto, la identificación responde al proceso psicológico básico, donde el ser humano estructura su autoimagen a través de identificaciones con objetos externos. Si se le pide a alguien que se describa, se verá que la otra persona habla de su profesión, su empresa, estado civil, edad, etc. Estas variables, que aparecen como la primera definición de quien cree ser uno, son “superficiales” (es decir, no esenciales). Podría cambiar de profesión sin dejar de ser uno mismo; podría casarse (o divorciarse) sin dejar de ser uno mismo. Uno cambia su edad año tras año sin dejar de ser uno mismo. Pero cuando alguien le pregunta ¿quién sos?, sus respuestas se orientan inmediatamente hacia aquellas variables con las que se identifica. La verdadera identidad es indescriptible. Las identificaciones son mapas, modelos construidos en base a simplificaciones, omisiones y generalizaciones subconscientes. Ellas nunca pueden capturar la riqueza de la potencialidad humana. Como todo mapa, puede ayudar a navegar a través de la vida, pero pueden igualmente convertirse en una tremenda limitación para el aprendizaje y crecimiento. Recordando asimismo que para su interpretación es requirente que el usuario sea capaz de interpretarlas correctamente y referirlas al territorio. Esto es mucho menos abstruso de lo que parece. El sabor de una frutilla es tan indescriptible como la verdadera identidad. Si alguien nunca comió una frutilla, es imposible que otro le cuente qué sabor tiene. Lo único que se puede hacer en esa situación, es invitarlo a que pruebe una. Esa experiencia vale más que mil palabras. Una vez hecha la experiencia, la persona adquiere un referente para el término “frutilla” y puede entender qué significa. Con la verdadera identidad pasa lo mismo. Es imposible describirla si uno no la ha “degustado”. Y para degustarla no hacen falta descripciones, sino instrucciones. Cuando un patrón de comportamiento deseado produce el resultado deseado, queremos conservarlo. Cuando la autoimagen que proyectamos nos da la posición anhelada en la sociedad y/u organización, queremos preservarla, sin considerar que su estructura rígida se vuelve obsoleta e inmoviliza nuestro proceso evolutivo.” En el curso de nuestro crecimiento comenzamos a pensar en nosotros mismos como personalidades constituidas por todas las lecciones que hemos aprendido. Nuestras lecciones, duramente aprendidas, tienen gran peso sobre nuestra idea acerca de quiénes somos. Empobrecemos nuestras vidas aferrándonos a esas lecciones, aún después que ellas han perdido su utilidad.  Cuando estas identificaciones se vuelven automáticas e inconscientes  pueden acarrear serios problemas. Si uno se apega a cierta imagen fija de su persona, tendrá mucha dificultad para cambiar, cuando las circunstancias lo requieran. Esto genera no solo dolor personal sino también costes organizacionales. Un ejemplo es el de la gente que se atrinchera en sus posiciones, discutiendo en forma improductiva sobre quién tiene razón. Por otro lado, la discusión no es por los méritos de las ideas aportadas. La verdadera confrontación es por quién gana y quien pierde.

Los relacionistas públicos podemos trabajar cuando podemos identificar las necesidades de la empresa, así como la identificación del modelo mental que sostienen – donde muchas veces este modelo forma parte de la ineficiencia de la organización -, al colocar a la misma como un elemento cognitivo, y antes de eso como un yo cognitivo, un yo global del sujeto. Rescatamos el elemento que el sujeto elige, lo que hacemos es como tirarle maíz a las palomas, buscando el objeto que es maíz y las palomas van a  venir. En esta deconstrucción del término identificación no es la propuesta por Freud o Lacan;  ya que estamos utilizando otros elementos; y es probable que me pierda buscando la necesidad del otro, pero el núcleo central de la cuestión aquí es desmontar, a través del análisis intelectual de una cierta estructura conceptual.

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