Rompiendo el consenso: una crítica ideológica a los mass-media “Setenta y cuatro mil repeticiones hacen la verdad”
Enviado por Sandra75 • 22 de Marzo de 2018 • 3.102 Palabras (13 Páginas) • 427 Visitas
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III
Se puede afirmar que los mass-media influyen en múltiples aspectos en quienes son parte víctimas y en parte cómplices de su discurso. La víctima sin ser enteramente consciente de ello, construye su propia trampa, e incluso para quien afirma saber que existe dicha trampa y se consuela cínicamente, existen constructos culturales y simbólicos reproducidos que a pesar de cualquier autocrítica, estarán presentes; de ahí que, siendo responsables frente a cualquier relativización subjetiva, sea importante recalcar que nadie escapa a la ideologización; no lo olvidemos, nacemos en un entorno donde priman los valores dominantes como los mejores y absolutos, reproducidos hasta el infinito por programas, noticias, y contenidos que participan en el control de la voluntad.
Dentro de los mecanismos utilizados para dicho fin, empecemos tomando como eje central de análisis a la televisión, que a pesar de no contar con el monopolio exclusivo de audiencia, sigue siendo el medio más eficaz en la conformación del cierre del universo discursivo, y en la colaboración de algo tan importante dentro de la pugna ideológica, como lo es, la apropiación de los conceptos. No solamente las múltiples posibilidades de reflexión y crítica quedan orientadas hacia una vía única de tránsito unidimensional impuesta por los grupos dominantes, tal como expresaba Marcuse (1965), mediante el cierre del universo del discurso.
La televisión, primer objeto simbólico por excelencia, le otorga un contenido de “verdad” a lo que transmite por la imagen que reemplaza al argumento: “El objetivo prioritario para el ciudadano, ya no es comprender el alcance de un acontecimiento, sino simplemente verlo, mirar cómo se produce bajo sus ojos” (Chomsky, N. y Ramonet, I., 2002, p.87)
La relación medios-realidad, es dialéctica en su uso y resultado, dado que no sólo los mass-media evolucionan técnica e intencionalmente, sino también, sobre aquello mismo que generan en la sociedad; crea un gusto, lo alimenta, lo reproduce y seduce, nublando la reflexión y triunfando en su uso: “La televisión invierte la evolución de lo sensible en inteligible y lo convierte en ictu oculti, en un regreso al puro y simple acto de ver. La televisión produce imágenes y anula conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender” (Sartori, G., 2003, p.51). Consideramos que si bien esto se cumple, ello no implica que el ser humano quede reducido a un autómata irreflexivo que no distinga lo real de lo imaginado; más bien, la televisión impide que aun sabiendo la mentira, puedas generar crítica y problematización. De ahí que sea posible afirmar, siguiendo lo propuesto por Bourdieu en su definición de violencia simbólica, que sea ese el tipo de represión expuesta por las imágenes que presenta, pero no por la crudeza de sus shows, sino más bien por aquello que evita sea apreciado en su auténtica dimensión, gracias a la banalización de sus contenidos.
Así, deja de apreciarse aquello más relevante, mientras a su vez, se pierde tiempo alrededor de ella, un tiempo que en potencia podría utilizarse en aspectos mucho más creativos, característicos y propios del ser humano. La televisión es violenta en muchos aspectos, no sólo por aquella representación visual que nos otorga, sino por sobre todo en aquello que impide que hagamos perdiendo el tiempo mientras solemos banalizarnos a discreción.
La televisión se apropia de nuestro biotiempo, y nos somete (Romano, 2000), logrando reunir a la familia como ningún otro instrumento actual podría hacerlo. Resulta muy interesante poder apreciar como la televisión es el primer objeto simbólico de nuestros niños, el placebo de los adolescentes, y el garante distractor de los adultos; no hay que saber leer, ni comprarla todos los días; basta presionar un botón para perder el control sobre nuestra atención, orientada masivamente hacia aquello que debe ser atendido según el criterio del beneficio de las grandes empresas. No perdamos de perspectiva que los intereses económicos de los dueños de los medios, como también del propio Estado, censuran indirectamente mediante la selección de canales hacia donde dirige la inversión en propaganda, evita se hable, de lo conveniente a ser silenciado.
Se aprecia en tal sentido, una de las mayores formas de sujeción, aquella que se manifiesta mediante la generación de opinión, bajo lo que se podría considerar la unidimensionalización de la forma de pensar; si bien es posible indicar que hay múltiples intenciones ideologizadas, lo cierto es, que forman un gran discurso que aunado en conjunto, representa una forma de justificación social, económica y política.
Si bien ninguna legitimación es total, la ideología subyacente en los medios de comunicación representa una relación vívida donde siempre se manifiesta poder (Ferguson, 2007). El poder siempre tiene la intención de conservarse a sí mismo, necesitándose para ello el sometimiento voluntario de quien con sus actos legitima aquello consensuado. La manipulación de opinión genera consenso, y con ello se obtiene poder político; de ahí que pueda afirmarse el cumplimento de la presente fórmula: poder económico + poder mediático = poder político (Chomsky, N., y Ramonet, I., 2002).
Algo puede no coincidir con la realidad, pero si la mayoría de la población así lo considera, un discurso puede convertirse en “verdad” y por ende resulta legitimado; en tal sentido, puede afirmarse, que algo existe si figura en los medios, y se convierte en irrelevante o inexistente si es obviado por ellos. Es importante recalcar también, que dentro de la ecuación previamente presentada, ésta puede combinarse para la obtención de múltiples resultados, dado que un poder siempre buscará traer aparejado otros poderes de diverso alcance; incluso, el propio poder político luego de obtenido, revestirá la legitimación de lo económico y mediático.
Otro de los elementos que influyen en la forma de pensar generada por los medios de comunicación, son aquellas conductas incitadas por los miedos condicionados. Mantener a la población expectante y angustiada frente a la posibilidad del fin del estilo de vida americano producto del avance comunista; vivir a salto de mata producto de la posibilidad de un atentado terrorista; la vivencia temerosa producto a una recurrente fecha del fin del mundo, o el descubrimiento de un nuevo asteroide que se dirige hacia nuestro planeta, no son sino muestras claras de la forma como periódicamente se requiere víctimas circunstanciales para presentar a la par un Estado o grupo dominante, como mesiánico, protector y guardián del orden, la paz
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