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Socrates, reflexiones sobre sus enseñanzas

Enviado por   •  28 de Marzo de 2018  •  3.552 Palabras (15 Páginas)  •  352 Visitas

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Con el ánimo de responder los cuestionamientos arriba presentados por la Dra. Luz Stella López y adentrarnos más a las enseñanzas socráticas. Traemos a colación las palabras del maestro De Zubiría (2006) “hay que reconocer que el conocimiento se construye por fuera de la escuela, pero que es reconstruido de manera activa e interestructurada a partir del diálogo pedagógico, entre el estudiante, el saber y el docente” (p. 15).

El diálogo como construcción de conocimiento

Con respecto al diálogo como una construcción de conocimiento afirma Hernández (2008) que el trabajo filosófico socrático consistiría en profundizar sobre las opiniones del sujeto por medio del diálogo, mediante las preguntas socráticas, lo que se conoce como mayéutica, el maestro ha de hacer preguntas, estimular al alumno para que ordene sus ideas de manera que produzca el resultado esperado, no pretendía transmitir contenidos. Sócrates, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, lo ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber. Se preocupaba por el hombre y por la sociedad.

Es así, como cobra sentido entonces el diálogo mayéutico, tal vez el mayor mérito del ateniense. Con este método inductivo permitía que sus alumnos resolvieran problemas que se planteaban, usando como recurso preguntas muy hábiles que lo hacían llegar al conocimiento. Queda claro, que su enseñanza se hacía efectiva mediante el diálogo, en el intercambio vivo de la conversación, formulando preguntas, buscando conjuntamente respuestas. Así, enseñó a pensar a sus discípulos. Decía que la sabiduría se obtenía en las conversaciones. El conocimiento verdadero se obtendría mediante el diálogo mayéutico.

En suma, su método de conversación dialéctico, mayéutica, hacía conscientes a sus discípulos de su no saber como preámbulo para llegar mediante el diálogo a la propia construcción del conocimiento verdadero. La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea ese papel en blanco en el que se pueden escribir las distintas verdades. Sócrates rechaza la forma tradicional de conocer, de aprender, que es la forma memorística, dejando a un lado la creatividad, o en sus palabras a “la inspiración natural” (Hernández, 2008, p. 6). Considerando que los conocimientos no se imponen, sino que deben ser descubiertos por la misma persona que aprende, el maestro no inculca al alumno el conocimiento. La sabiduría de Sócrates no consiste en la simple acumulación de conocimientos, sino en revisar los conocimientos que se tienen y a partir de ahí construir conocimientos más sólidos.

Así mismo, si analizamos el diálogo platónico “Protágoras o Los Sofistas” podríamos concluir que Sócrates tomaba el diálogo como el mejor método para educar, pues hasta para convencer a un sabio como Protágoras de que las cosas no son como él las afirma, utiliza el sistema de dialogar: yo pregunto y tú respondes. Cuando el sofista siente que pierde ante la fuerza del diálogo socrático, intenta cambiar el método hacia uno más expositivo, pero Sócrates protesta y logra que el auditorio se solidarice con él y con su manera dialógica de enseñar.

De igual manera, Acosta (2007) advierte que se debe emplear, como técnicas y estrategias didácticas, el diálogo socrático para desarrollar el pensamiento crítico, donde el docente entrenado hace una pregunta a un estudiante de tal manera que su respuesta genere una nueva pregunta, en un proceso que puede desarrollarse de forma sucesiva e indefinida y en el que estratégicamente puede hacer que participen todos los estudiantes, logrando que mantengan centrada su atención en el tema que se está tratando.

En el mismo sentido, De Zubiría (2006) dice que “el papel de todo buen maestro es formular preguntas. Vivir diseñando acertijos y dilemas, analogías que nos hagan relacionar lo nuevo con lo antiguo y metáforas que nos lleven a soñar una realidad distinta” (p. 11). A su vez, Perea, referenciado por el autor en mención, comentaba “una buena investigación se mide por el número y la calidad de las preguntas que genera y no por las que resuelve” (p.11).

Sumado a lo anterior, el maestro Julián De Zubiría (2006) enfatiza:

siempre he creído que en la educación, como en la vida, no hay como una buena pregunta. ¿Se puede imaginar, por ejemplo, una conversación, una película, una relación de pareja o una clase sin preguntas? Venimos al mundo, tal vez no para ser felices como creen algunos, sino para resolver una pregunta. A diferencia de las plantas, nos toca justificar nuestra existencia. Y eso solo es posible orientados por una buena pregunta… La pregunta es el abono esencial de una mente despierta, creativa y libre…p.12)

Es por lo anteriormente dicho, que el maestro De Zubiría (2006) plantea la necesidad y la conveniencia de un modelo dialogante, donde se reconoce el papel activo del estudiante en el aprendizaje y el rol esencial y determinante de los mediadores en este proceso, pues garantiza una síntesis dialéctica.

De esta manera, resulta de gran utilidad el método o la pregunta socrática. Vemos cómo en esta práctica, mediante la pregunta el estudiante construye sus propias ideas, sus propios conceptos, su propio conocimiento, que sólo es posible mediante la indagación.

Sumada a lo anterior, Habermas, según nos informa Alberto Roa Varelo (1993), sostiene que es la práctica comunicativa la que puede desarrollar la racionalidad. También Luis Armando Aguilar (2004) en su artículo Conversar para aprender nos dice que Gadamer a sus 99 años de edad sustenta su tesis que sólo es posible aprender por medio de la conversación. Planteando que la educación hoy debe ser un proceso comunicativo. Algo así como la interrelación entre el educador y el educando, de la cual todos tienen la oportunidad de aprender. Para que eso se cumpla debe desarrollarse la práctica discursiva.

En realidad las autoras están de acuerdo con el planteamiento, puesto que no creemos que exista el educador que lo sabe todo, ni el alumno que no sepa nada. Por lo tanto al entrar en relación, bajo el dominio del manejo lingüístico, cada uno va a aprender del otro.

Siguiendo el hilo conductor, López (2011) referencia a Jean Piaget y su método de la entrevista clínica afirmando que esta “se convierte en una herramienta maravillosa para comprender el pensamiento” (p. 4). Al mismo tiempo enfatiza que “la entrevista clínica tiene un poder muy amplio para ayudarnos a entender el pensamiento de otros” (p. 4). Cabe aclarar

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