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ALCANCES SOBRE EL ORIGEN DE LA TÉCNICA:

Enviado por   •  22 de Marzo de 2018  •  2.387 Palabras (10 Páginas)  •  292 Visitas

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Ese primado tiene su réplica en el lugar de privilegio que la paleontología ha otorgado al cerebro y a la magnitud del cráneo en el salto del animal al hombre hasta por lo menos mediados del presente siglo.” [7]

Así, tenemos que la relación hombre-naturaleza no es una relación directa como la relación del resto de los animales e incluso del mismo individuo –pre-hombre- que posteriormente se convierte en hombre (remitiéndonos a la teoría de la evolución), sino mediatizada por lo que hemos señalado como cultura y llevada a cabo específicamente por el obrar técnico del hombre.

Nos explicamos: el animal que se transforma en hombre, impulsado por su inherente carencia, se ve “provocado” ineludiblemente por la realidad para recurrir a ciertas acción especificas con las cuales otorgar respuesta inmediata a la totalidad de sus necesidades vitales, arrancando así definitivamente, la acción propiamente técnica.

Se puede, aunque de forma descuidada objetar que no necesariamente se debe recurrir a la técnica para saciar una necesidad vital, ya que estas se encuentran en nexo directo con las reacciones de carácter instintivo y que le son propias al hombre en tanto poseedor de una realidad biológica insoslayable (o animalidad). Sin embargo, tal objeción incurriría en el no menor error de olvidar, junto con la racionalidad humana, las capacidades de discriminación y previsión que esta (la racionalidad) desarrolla con ayuda de la experiencia y que van conformando día a día un conjunto de respuestas de carácter racional conforme a determinados fines (acción en sí técnica).

Por otra parte, tal como lo señala Ortega: “en el hombre los instintos están casi borrados, porque el hombre no vive en definitiva, de sus instintos, sino que se gobierna mediante otras facultades, como la reflexión y la voluntad, que reobran sobre los instintos”[8]. Como prueba ello, Ortega nos proporciona a modo de ejemplo, el hecho de que aún cuando se atribuya al hombre algo así como un instinto de preservación que le sería inherente y mediante el cual se aferraría este a la vida, de igual modo existe un número no menor de sujetos tanto en esta como en épocas pretéritas que sin más, prefiere morir a seguir viviendo.

De esto nos referiremos en detalle más adelante.

II.3. Técnica y Necesidad:

Ya hemos afirmado que: a) el hombre es un ser desfondado por lo que le es a sí mismo dada la tarea de “hacerse” constantemente, b) el hombre es un ser racional que dirige su vivir por medio de las facultades de la reflexión y la voluntad, c) el hombre es un ser en sí mismo técnico puesto que para realizarse, en tanto proyecto, se encuentra sometido a la disposición natural de tener que actuar y operar mediante la elaboración de diversas técnicas conducente a los fines requeridos por su estar-en-el-mundo (sobre esto último, volveremos más adelante)

Ahora, si pensamos en que el hombre se encuentra “condenado” por su racionalidad a tener que recurrir a ciertas técnicas con el fin de hacerse a sí mismo, no nos resulta en absoluto complejo concebir que tal ejercicio, responde sin más a la búsqueda incesante de satisfacción para esta gama de necesidades que conforman su carente situación existencial. Sin embargo, frente a la ambigüedad que pudiese encerrar el concepto de “necesidad”, cabe reflexionar un tanto sobre este asunto.

Según Cencillo, necesidad “…puede definirse como una exigencia perentoria (de materia, condiciones, organización y canalización de energía) que dimana de la constitución misma, o estructura básica de un organismo vivo (físico o psíquico). Por lo tanto, según la complejidad y diversidad de los elementos de esta estructura básica, así serán las necesidades de una especie.

Si no se trata de seres vivos (animales o vegetales) no se emplea el término ‘necesidad’ sino en sentido claramente metafórico…”[9]. Es decir, hablar de necesidad es sin duda hablar de carencia, de falta, en fin, de una determinada exigencia inherente que debe ser abordada en vista a su satisfacción. No obstante, cabe, no sin razón suficiente, cuestionarse sobre: ¿cuales son estas “necesidades para el hombre”, que en vista a su satisfacción conducen a este individuo en una primera instancia de su desarrollo a obrar técnicamente?

II.3.1. Noción de “Necesidades Humanas”:

Sobre la noción de “necesidades humanas” se han hecho muchas y muy variadas apreciaciones llegando incluso a un uso y abuso indiscriminado de este concepto con el fin de justificar, por ejemplo, ciertas acciones políticas o bien como un una estrategia inherente en las prácticas propias del funcionamiento del mercado. Así, de este modo es que resulta frecuente escuchar en el plano político aludir a “las reales necesidades de las personas” por parte de quienes ostentan el poder, con lo cual se reduce la dimensión de las necesidades humanas a lo que un determinado grupo considera como lo realmente digno de ser incluido y jerarquizado dentro de su particular programa de gobierno. Tal modus operandis ha llevado a sostener por algunos autores la existencia de una “dictadura sobre las necesidades”[10] y por ende la inclinación a “no admitir la existencia de necesidades humanas comunes cuya satisfacción pueda planificarse uniforme y eficazmente”[11]. Por otra parte, la economía de mercado presume, cada vez con mayor intensidad, de llevar a cabo la producción de bienes y servicios orientados justamente hacia la “satisfacción de las necesidades humanas”, entendiendo estás últimas como simples “preferencias” y limitando la cuestión, como es su dinámica, a la oferta y la demanda, por sobre el bienestar integral del sujeto.

Así, encontramos dentro del ámbito teórico, a lo menos dos grandes posturas con respecto al problema de las necesidades: a) las necesidades humanas son subjetivas y como tal, variarán ad infinitud, dependiendo cual sean los requerimientos personales, sociales, culturales, históricos, etc.; b) las necesidades humanas son objetivas y por lo tanto universales, esto es, válidas en todo tiempo y en todo lugar para la totalidad de los hombres.

Ahora, visto así, resulta sin lugar a duda en extremo dificultoso el establecer una toma de posición por parte de alguna de estas perspectivas, puesto que, con ambas, el problema queda sin resolver. Si aceptamos la objetividad de las necesidades humanas corremos el riesgo de caer en determinismos culturales o dicho de otro modo, en remitirnos a nuestra situación particular, en desmedro de la diversidad. Por otra parte, si aceptamos la subjetividad

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