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Conceptos de la ÉTICA DE LA COMPASIÓN

Enviado por   •  13 de Octubre de 2018  •  4.201 Palabras (17 Páginas)  •  257 Visitas

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Y para el caso de la muerte, esta debe significar lo efímera que es nuestra existencia, y tener en cuenta que ese punto es inevitable, y que por ende nuestra vida debería transcurrir con el menor sufrimiento posible, con nosotros mismos y con nuestros semejantes fundamentándonos en el sentir propio.

- ¿El fin de la corporeidad significa el fin del individuo?

Si con “fin” se refiere a “objetivo” o “finalidad”, nos encontramos con el hecho de que la corporeidad no tiene una finalidad, sino que es una realidad independiente de cualquier objetivo en la vida de un sujeto, por tanto, no implicaría el fin de un individuo.

Ahora bien, si nos referimos a “término”, tampoco implica el fin del individuo, pues la corporeidad es la vivencia de la realidad desde todos sus aspectos, definidos como gramática, como lenguaje, otros, cambio, lo no estático, que es inherente al individuo, y, por tanto, de lo cual no se puede escapar. Si entendemos al individuo como corporeidad, entonces volvemos a la misma situación de la gramática, pues igual que esta, la corporeidad es una realidad de la que el sujeto es parte y se conforma, y por lo tanto no puede despegarse de ella.

Está claro, pues, a diferencia de la filosofía metafísica, una ética de la compasión, parte de la concepción del ser humano como ser corpóreo. Tomar la corporeidad como punto de partida, significa estar dispuesto a asumir, en primer lugar, que el tiempo y el espacio, son ineludibles, como lo es el lenguaje, la historia, la tradición, los prejuicios…, todo lo que constituye la gramática. Significa también, ser consciente de que si hay vida humana hay transformación. Por último, supone remitir a la afección, a la pasión…, a todo lo que tiene que conmigo sin haber sido realizado por mí mismo.

Habrá que señalar que la noción de corporeidad, expresa mucho mejor el modo de ser humano que la de cuerpo, porque mientras que este da una sensación de fijación, la corporeidad, remite a un escenario móvil, a un espacio marcado por el tiempo y el cambio. Ser corpóreo quiere decir, que la adverbialidad es ineludible, es decir, su modo de verse no depende de un fundamento intemporal, al contrario, es netamente circunstancial y adverbial.

Como ser corpóreo cada humano es espacio y tiempo, es el resultado de la tensión espacio temporal entre el pasado, el presente y el futuro.

- ¿Cómo podemos emanciparnos de la “gramática”?

Cuando llegamos al mundo llegamos ya a una red de vínculos de la que, una vez siendo parte de ella, no podemos escapar. Desde el inicio somos gracias a los otros y lo seguiremos siendo, pues los vínculos que tenemos con los otros son imposibles de desaparecer, inclusive después de la muerte, somos “revividos” por las demás personas. Lo mismo sucede con la gramática, pues cuando nacemos somos parte de ella y es la gramática la que nos va a conformar hasta el final de nuestros días.

La gramática es el puente siempre frágil entre la situación presente y la situación heredada, entre el momento actual por un lado y las presencias del pasado, presencias que perviven a menudo en forma de ausencias.

- ¿De dónde surge la “gramática”?

Lo primero que un niño necesita para poder habitar humanamente su mundo, es conocer la gramática que le ha tocado vivir, entendiendo por gramática un juego de lenguaje, el conjunto de símbolos, signos, hábitos, ritos, valores, normas e instituciones que configuran un universo cultural. La gramática hace posible la orientación en la selva de los símbolos, sitúa a cada recién llegado en su entorno más cercano, guía las relaciones con los demás y con el mundo, soluciona los problemas primarios, previsibles y repetitivos, y da respuesta a los interrogantes inmediatos.

Venir al mundo no es otra cosa que llegar a una gramática o, mejor todavía, heredar una gramática, nuestro ser, el ser que somos, que vamos siendo, y nunca está del todo hecho, el que se va configurando en el tiempo y en el espacio, es ser gramaticalmente heredero.

Desde este sentido, entonces podemos afirmar que la gramática viene de los otros, y de su relación de esos otros aun con otros y otros más. Y Cuando nosotros llegamos al mundo humano, llegamos a un mundo lleno de vínculos, es decir, de gramática, y llegamos a ser parte y, por lo tanto, a vincularnos y, desde nuestra vivencia, hacer que la gramática también surja de nosotros mismos.

- ¿Es igual la gramática en diferentes locaciones geográficas?

Una condición necesaria e indispensable para que cualquier sujeto logre integrarse, comprender y habitar el mundo de lo humano, es que conozca la gramática que le ha tocado vivir. De acuerdo con Mélich, se delimita el término de gramática a “un juego de lenguaje, el conjunto de símbolos, signos, hábitos, ritos, valores, normas e instituciones que configuran un universo cultural”. Por lo tanto, la gramática de cada sujeto es susceptible de cambio, dado que cada uno se desarrolla en su propia institución familiar, sus propios modos de comportarse y de actuar. No obstante, en el mundo de los símbolos, estos grupos corresponden a instituciones comunes más amplias, como lo puede ser la región en que se ubican o la nacionalidad. Es decir, si se cuestionan los pequeños cambios comparativos entre las formas de educación familiar, por supuesto que la gramática cambia, pues cada grupo familiar tiene sus valores, ritos e ideas fundadoras. En cambio, si se pretende reducir la gramática al nivel de idioma y lenguaje, entonces es necesario recurrir a una separación cultural más amplia, como la demarcada por las naciones.

- ¿Por qué vivimos aun sabiendo que vamos a morir?

Somos conscientes de que nuestra vida es breve y de que vamos a morir, de que no controlamos las condiciones que nos depara la existencia, de que somos más el resultado de nuestras pasiones que de nuestras acciones, de que llegamos demasiado tarde y de que nos iremos demasiado pronto, de que, como advierte Rilke “vivimos siempre en despedida”. Por eso, cada uno, sea quien sea, venga de donde venga, no tiene más remedio que configurar provisionalmente “espacios de protección”, frágiles “ámbitos de inmunidad”, frente a la irrupción amenazante de lo contingente y lo imprevisible. Por nuestra condición finita y vulnerable, nos pasamos la vida buscando refugios físicos y simbólicos. Somos seres necesitados de consuelo que andamos a la búsqueda de “cavernas”, seres que no podemos

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