EL CRISTIANISMO.
Enviado por Ledesma • 19 de Abril de 2018 • 1.653 Palabras (7 Páginas) • 298 Visitas
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Es suficientemente conocida la posición platónica, el universal es algo realmente existente aparte de los individuos. También conocemos la posición Aristóteles y su “ambigüedad”, el universal (la forma) es la esencia de las cosas individuales, sin embargo, el mismo se pregunta si las “sustancias” segundas con cosas.
Las teorías universales, incluyendo el realismo platónico, tienen el reto de satisfacer ciertas limitaciones a la teoría de universales.
De estas limitaciones, el realismo platónico satisface fuertemente una, en que es una teoría de a lo que se refieren los términos generales. Las formas son ideales proveyendo sentido a referentes de términos generales. Es decir, para entender términos como manzaneidad y rojeza, el realismo platónico dice que se refiere a formas. En efecto, el platonismo obtiene mucho de esta posibilidad, porque al mencionar rojeza, por ejemplo, parece estar refiriéndose a algo que esta aparte del espacio y del tiempo, pero que tiene muchas instancias específicas.
En conclusión los cuatro soluciones para resolver el problema de los universales los cuales son, realismo, este enseña que los géneros y las especies existen, normalismo, este sostiene quien afirma que los universales son meras palabras inventadas, no hay sabiduría, sino hombres sabios, conceptualismo, Los conceptos universales, no son meras palabras, ni constituyen la unidad de una substancia que corresponde a todos los objetos de una misma especie y por último el realismo moderado, este se refiere, el universal existe en tres formas, primero antes que las cosas como arquetipo en el espíritu divino, segundo, en las cosas como esencia y tercero, después de las cosas como conceptos de nuestra mente, dichas formas se corresponde de modo perfecto.
SAN BUENAVENTURA
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Conocido como San Buenaventura (Bagnoregio,Toscana, Italia; 1218 - Lyon; 15 de julio de 1274) fue un santo y místicofranciscano, obispo de Albano y cardenal italiano que participó en la elección del papa Gregorio X. Fue discípulo de Alejandro de Hales, y llegó a ser General de la Orden franciscana. Figura señera de la espiritualidad franciscana, fue proclamado doctor de la Iglesia en 1588.
Juan de Fidanza, que luego adoptó el nombre de Buenaventura, nació alrededor del año 1218. Algunos datan su nacimiento en este año y otros en 1221.
Se formó en la Orden de los Frailes Menores e impartió enseñanzas en la Universidad de París, en la cual estudió. Aunque rechazó ser arzobispo de York, hubo de aceptar la diócesis de Albano. En 1274 fue nombrado legado pontificio al concilio de Lyon. Participó activamente en los concilios de la época y destacó en los ataques a las herejías y en las críticas a los cismáticos. San Buenaventura representa a la escuela franciscana que, inspirándose en San Agustín, se opone al aristotelismo de los Dominicos, y sostiene que la filosofía y la razón no se encuentran en la base de la teología ni en la culminación del conocimiento de la divinidad, pero sí en el camino que conduce el alma hacia Dios.
Estudió filosofía y teología en París y, habiendo obtenido el grado de maestro, enseñó esas disciplinas a sus compañeros de la Orden franciscana. Fue elegido ministro general de su Orden.
Fue cardenal obispo de la diócesis de Albano, y murió en Lyon el año 1274. Escribió numerosas obras filosóficas y teológicas. Conocido como el «Doctor Seráfico» por sus escritos encendidos de fe y amor a Jesucristo.
Erudito y hombre de gran espiritualidad, de entre sus obras destacan un estudio sobre Pedro Lombardo (Comentario sobre las sentencias de Pedro Lombardo) y elItinerarium mentis in Deum (Itinerario del alma hacia Dios). También escribió la vida de San Francisco.
Buenaventura, a quien la historia debía conocer con el nombre de «el doctor seráfico», enseñó teología y Sagrada Escritura en la Universidad de París, de 1248 a 1257. A su genio penetrante unía un juicio muy equilibrado, que le permitía ir al fondo de las cuestiones y dejar de lado todo lo superfluo para discernir todo lo esencial y poner al descubierto los sofismas de las opiniones erróneas. Nada tiene, pues, de extraño que el santo se haya distinguido en la filosofía y teología escolásticas. Buenaventura ofrecía todos los estudios a la gloria de Dios y a su propia santificación, sin confundir el fin con los medios y sin dejar que degenerara su trabajo en disipación y vana curiosidad.
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