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EL OTRO EN EMMANUEL LEVINAS

Enviado por   •  29 de Abril de 2018  •  24.552 Palabras (99 Páginas)  •  335 Visitas

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Ya en la universidad, en 1928, decide trasladarse a Friburgo para conocer y escuchar a Husserl. Para entonces Husserl ya estaba en el ocaso de su pensamiento y cedía su lugar a su discípulo Heidegger. La evidencia de este último, en el pensamiento de Lévinas es de notoria evidencia; aunque años más adelante romperían con su cercanía de modo definitivo debido a la simpatía de Heidegger hacia el nazismo

De regreso en Francia, Lévinas publica una serie de artículos sobre Husserl y Heidegger bajo el título de: fenomenología de Husserl (1930). Continúa su formación filosófica y es de los primeros en manifestar su apoyo a la revista fundada por Mounier. En 1931 obtiene la nacionalidad francesa y al año siguiente contrae matrimonio e inicia en la administración de la alianza israelita internacional.

Tras el inicio de la segunda guerra mundial, Lévinas es reclutado como intérprete de ruso para las tropas aliadas, y en 1940 cae preso en manos de los nazis en Bretaña. Durante su cautiverio se dedica a escribir parte de su reflexión filosófica, y será un hecho que jamás olvidara, ha de enfrentarse además, a la muerte de su familia en el campo de concentración en Auschwitz, salvo su esposa e hija que son refugiadas en un convento católico.

En Lévinas encontramos una filosofía veterotestamentaria, contraria a la filosofía occidental surgida en Grecia a la cual el autor considera como el mayor de los errores de occidente; por lo que Lévinas se propone poner en el centro de la reflexión filosófica la cosmovisión judía, pretende que occidente renuncie a su ego cognitivo en el que ha estado sumergido durante siglos; es todo un intento de conciliar lo que pueda ser tomado como sabiduría griega y perfeccionarlo a la luz de la fe y la memoria de Jerusalén.

Nace una pregunta esencial, ¿se puede ser judío y a la vez occidental? Dar respuesta a este interrogante supone ya una unión de la religión y la filosofía. Es el nacimiento de una filosofía encarnada, un pensamiento más práctico, más vivencial y menos teórico y conceptualizado. Este nuevo inicio de la filosofía solo puede ser posible teniendo a la ética como filosofía primera, que a la vez tiene como centro la alteridad, es decir, el encuentro con el otro, no en cuanto imposición de la ley, al estilo de los imperativos categóricos kantianos, sino en cuanto apertura y amor filial entre el yo y el otro.

La alteridad, como capacidad de reconocer la presencia del otro, no es un elemento ni propio, ni exclusivo y menos aún algo innovador del discurso levinisiano; a lo largo de la historia de la filosofía, iniciando desde la filosofía clásica, pasando por la medieval y moderna hasta llegar a la contemporánea, que es la época de nuestra y de nuestro autor, los grandes filósofos se han ido interrogando por el sentido y la razón de ser no solo de la propia existencia (el Yo), sino por la existencia de aquel que se me presenta (el Otro), aunque sea solo para tomarlo como mero dado cognoscible

La definición que dada por las grandes figuras del pensamiento occidental van desde lo más abstracto, como el mundo inteligible de platón, hasta lo más práctico, como lo es la idea de la alteridad en la línea de los valores cristianos que plantea Marcel. Lo verdaderamente innovador en Lévinas es la radicalidad con la que aborda y desenvuelve el problema ético del Otro.

La visión de esta ética en Lévinas, sobre la alteridad, es en sí lograr el auténtico olvido, no del ser ni del ente como había venido haciendo la filosofía. Este olvido propuesto por Lévinas, no es más que el olvido del propio Yo, la renuncia a las auto-seguridades, es la salida de la mismidad, el repudio de la misma, es el olvido que me puede dar la apertura al Rostro del Otro.

El rostro es lo que define al Otro, va más allá de las simples características morfológicas. Es rostro en tanto otro y en tanto diferente a los demás elementos del entorno. Es el dato que le es dado al Yo, eso que la mismidad no puede tomar solo como dato cognoscible, o simple producto de la experiencia y las sensaciones. El rostro es en sí mismo todo un nuevo esquema filosófico, al que el Yo va accediendo en la medida en que va renunciando al imperialismo del ego y se va dando en apertura al dialogo; tal apertura le exige al Yo tomar al otro, como su principal responsabilidad que le fue dada con la existencia.

El rostro del Otro, señala el camino hacia lo trascendente; es en el rostro donde realmente se halla la filosofía encarnada, es más, el rostro es esa filosofía; una filosofía que se presenta con la más pura desnudez, no se maquilla, no se camufla, no se distorsiona, no se sujetibiza pues es ante todo un verdadero objetivismo. La desnudez del rostro no es más que su fragilidad, su temor a ser herido por el Yo.

De cara a la fragilidad del rostro, es decir de lo que es el Otro, nace la suprema ley moral: “No matarás” que es la garantía de la supervivencia del otro, es la verdadera cara de la alteridad, es la responsabilidad concreta que tiene el Yo frente al Otro, la cual no es solo privilegiar su integridad física; es el absoluto respeto, la total calma en el entorno del otro. Por el no matarás el Yo queda privado de cualquier acción que puede perturbar al otro. El asesinato, es para Lévinas, no solo la negación que hace el Yo homicida sobre el trascendente, es negarse la posibilidad de haber sido librado de las cadenas del ensimismamiento que lo atan a una vida desbordada de conceptos, pero vacía de vivencias. El asesinato no solo es contra el otro, también contra el Yo que se niega a trascender.

CAPÍTULO I

BIOGRAFÍA DE EMMANUEL LÉVINAS.

Datos Biográficos.

Emmanuel Lévinas nació el 12 de enero de 1905, en Kaunas, Lituania, entonces territorio perteneciente a Rusia. En el seno de una familia judía y burguesa En 1914 se vieron obligados a emigrar a causa de la Primera Guerra Mundial, instalándose en Karkhov (Ucrania) donde vivieron la revolución bolchevique. En el pensamiento de Lévinas sobresalen dos grandes pilares: su fe judía, basada en la tradición bíblica (la Torá), junto al Talmud, y la lectura de los clásicos rusos (Dostoievski, Tolstoi, Gogol, Pushkin) y del gran clásico occidental: Shakespeare. En 1920, Lévinas y su familia regresan a Lituania, que es ya un país independiente. Allí termina sus estudios básicos. En 1923, se traslada a Francia, a Estrasburgo, donde estudia la filosofía.

Durante sus años de Universidad, se producen dos encuentros decisivos para la vida y pensamiento de Lévinas. En 1927 conoce a Maurice Blanchot[1], a quien

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