Etapa 3 Emmanuel Kant y sus principios
Enviado por Mikki • 4 de Febrero de 2018 • 1.539 Palabras (7 Páginas) • 438 Visitas
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Toda la cultura y todo el arte, ornatos del hombre, y el más bello orden social, son frutos de la insociabilidad que, ella misma, se ve en necesidad de someterse a disciplina y, de esta suerte, de desarrollar por completo, mediante un arte forzado, los gérmenes de la naturaleza.
Sexto principio
Este problema es también el más difícil y el que más tardíamente resolverá la especie humana. Porque no cabe duda que abusa de su libertad con respecto a sus iguales y aunque, como criatura racional, desea en seguida una le que ponga límites a la libertad de todos, sus egoísta inclinación animal le conduce seductoramente allí a donde tiene que renunciar a sí mismo. El jefe supremo tiene que ser justo por si mismo y no obstante un hombre. Que será también lo último en ser puesto en obra, se deduce asimismo el hecho de que los conceptos correctos acerca de la naturaleza de una constitución posible exigen una experiencia muy grande.
Séptimo principio
El problema de las instituciones de una constitución civil perfecta depende, a su vez, del problema de una legal RELACION EXTERIOR ENTRE LOS ESTADOS, y no puede ser resuelto sin este último. La misma insociabilidad que obligo a los hombres a entrar en esta comunidad en causa, nuevamente. Y sea que se tenga la esperanza que, del curso epicúreo de las causas eficientes, los Estados, como los átomos de la materia, mediante sus choques accidentales, logren toda clase de formaciones, destruidas de nuevos choques.
El arte y la ciencia nos han hecho cultos en alto grado. Somos civilizados hasta exceso, en toda clase de maneras y decoros sociales. Pero para que nos podamos considerar como moralizados, falta mucho todavía. Porque a idea de la moralidad forma parte de la cultura. En tanto que los Estados sigan gastando todas sus energías en sus vanas y violentas ansias expansivas, constriñendo sin cesar el lento esfuerzo de la formación de la manera de pensar de sus ciudades, privándoles de todo apoyo en ese sentido hay que esperar en lo moral.
Octavo principio
Se puede considerar la historia de la especie humana en su conjunto como la ejecución de un secreto plan de la naturaleza, para la realización de una constitución estatal interiormente perfecta, y, con este fin, también exteriormente, como el único estado en que aquella puede desenvolver plenamente todas las disposiciones de la humanidad. Se ve que la filosofía puede también tener su quiliasmo pero tal que, para su introducción, su idea, aunque de muy lejos, puede ser propulsora, es decir, lo menos fantasiosa posible. Lo que importa ahora es si la experiencia nos descubre algo de semejante curso del propósito de la naturaleza.
Se puede considerar la historia de la especie humana en su conjunto como la ejecución de un secreto plan de la naturaleza, para la realización de una constitución estatal interiormente perfecta, y, con este fin, también exteriormente, como el único estado en que aquella puede desenvolver plenamente todas las disposiciones de la humanidad. La naturaleza tiene un plan secreto para la humanidad al cual podemos llegar considerando parcialmente la experiencia del hombre a través de la historia y tomando disposiciones racionales
Noveno Principio
Un ensayo filosófico que trate de construir la historia universal con arreglo a un plan de la naturaleza que tienda a la asociación ciudadana completa de la especie humana, no solo debemos considerarlo como posible, sino que es menester también que lo pensemos en su efecto propulsor. Parece una ocurrencia un poco extraña y hasta incongruente tratar de concebir una historia con arreglo a la idea de cómo debía marchar el mundo si se tuviera a ciertas finalidades razonables; parece que el resultado sería algo así como una novela.
Se presta atención a la constitución civil y sus leyes y a las relaciones estatales, en la medida que, por lo bueno que había en ellas, sirvieron por ciento tiempo para elevar y dignificar los pueblos y en la medida, también, que, por las deficiencias que les eran inherentes, los volvieron a rebajar, pero de suerte que siempre quedaba en un germen de ilustración.
Semejante justificación de la naturaleza, o mejor, de la Providencia, no es motivo fútil para escoger determinado punto de vista con que enfocar la historia universal.
Significaría una falsa interpretación de mi propósito creer que con esta idea de una historia universal, que implica en cierto sentido un hilo conductor a prior, pretendo rechazar la elaboración de la historia propiamente dicha, la que se concibe de modo puramente empírico; no es más que un pensamiento acerca de lo que una cabeza filosófica, pudiera intentar también por otros caminos.
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