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El “extrañamiento de sí mismo” como consecuencia de la “soledad”

Enviado por   •  24 de Agosto de 2018  •  4.168 Palabras (17 Páginas)  •  317 Visitas

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Meursault es un hombre del que no se sabe nada: ni su edad, ni su lugar de nacimiento, ni siquiera su nombre de pila (únicamente su apellido), a pesar de estar escrita la novela en forma autobiográfica; es como si él mismo diera por sentado que estos datos son exclusivamente suyos o que son simplemente datos irrelevantes.

Está solo, absolutamente solo, desde las primeras líneas de la novela cuando se entera de que su madre ha muerto ese día. La soledad de Meursault es realmente un estado nihilista.[3] Está inmerso en una indiferencia absoluta en la que la vida o la muerte son totalmente intercambiables. Junto a la soledad y el nihilismo de su conciencia, que le impide percibir incluso los más simples momentos placenteros, está la indiferencia, una indiferencia que lo lleva a tal estado de no compromiso, de inacción, que acaba finalmente con su condena a muerte por un crimen tan absurdo como su existencia.

Cuenta que no llora la muerte de su madre, como tampoco había ido a verla al asilo donde ha fallecido por el esfuerzo de ir al autobús, de tomar los billetes y de hacer dos horas de viaje. Simplemente no despierta en él ningún sentimiento el hecho de haber tenido alguna vez una familia, no hay recuerdos, aunque sí memoria; no hay sentido de pertenencia, no hay arraigo alguno y le cansa el esfuerzo que supone desplazarse a visitar a su madre, como lo cansó su

Escucha y ve pasar por su lado la vida de sus vecinos, el viejo, su perro y su relación de amor odio, el señor Raymond, que maltrata a las mujeres; pero no entabla relación de amistad o confianza aunque parece que ellos sí lo desearían, porque tomarse la molestia de tener que sentir algo más que indiferencia por ellos, le resulta excesivo esfuerzo. Registra adecuadamente las actitudes de los otros, escucha las confidencias si se le solicita su atención y está ahí, sin más:

“…había poca gente y apurada. Pasó primero una familia que iba de paseo: dos niños de traje marinero, los pantalones sobre las rodillas, un tanto trabados dentro de las topas rígidas, y una niña con un gran lazo color rosa y zapatos de charol… Un poco más tarde pasaron los jóvenes del arrabal…”[4]

La extrañeza que impregna toda la novela, podría concretarse al analizar la descripción del absurdo crimen de Meursault: un crimen en el que no hay odio, ni venganza, ni resentimiento. Un crimen que se comete bajo el inmenso poder del sol. La omnipresencia del sol en el relato de este acontecimiento, que marca el punto de inflexión en la vida del protagonista, sería interpretable desde el aspecto de que solamente el sol hace experimentar a Meursault una completa gama de sentimientos: verdaderamente se siente impotente ante una presencia de la que no puede escapar, que lo invade, para la que no encuentra refugio, que no le permite el aislamiento que era su habitual mecanismo de defensa. Es esto lo que le hace cometer el asesinato, es la angustia ante una presencia de la que no se puede librar. Esto podría relacionarse perfectamente con la idea de “extrañamiento de sí mismo” en donde se ve que el personaje no le encuentra una explicación o propósito a las acciones llevadas a cabo. Dentro de ese estado de incertidumbre que posee el personaje comete un asesinato sin ningún sentido ni razón coherente. No logra reflexionar sobre lo que hizo hasta verse cerca de la muerte, ya condenado a la misma. Yace tras las rejas de la prisión tratando de entender por lo hizo, y sus acciones le resultas extrañas. Por esto es que se puede hablar de un “extrañamiento de sí mismo” que se da al final de la obra y no durante el desarrollo de esta.

Sin embargo, es en la seguridad de este aislamiento, ahora sí materializado, de su celda en la que puede recomenzar un proceso interno de reconocimiento de sí mismo como existencia a partir de los recuerdos más primarios:

“Me asaltaron los recuerdos de una vida que ya no me pertenecía, pero en la que había encontrado mis alegrías más simples y más tenaces: los olores del verano, el barrio que amaba, cierto cielo de la tarde, la risa y los vestidos de Marie”[5].

Es como si pudiera permitirse entonces empezar a vivir, aunque desgraciadamente sea demasiado tarde, porque toma conciencia también de que quiere vivir y ansía ser indultado.

Finalmente, solo la seguridad de su propia muerte le proporciona un sentimiento de renacimiento en la comunidad de los otros, y es con esta muerte como recobra la necesidad de la presencia de esos otros aunque sólo sea para sentir su odio: “Para que me sienta menos solo, no me queda más que desear en el día de mi ejecución la presencia de muchos espectadores que me acojan con gestos de odio”[6]. El odio es pues el único sentimiento que conoce verdaderamente Meursault

2-Sostiene Pereira; ser un hombre solitario

Sostiene Pereira es una novela escrita por Antonio Tabucchi. El principal protagonista de la novela es Pereira, quien es un hombre que vive solo después de la muerte de su esposa, es muy católico, se dedica a temas de cultura y se desentiende de la política de su país. Desde que murió su mujer, él ha vivido como si estuviera muerto. O, más bien, no hace nada más que pensar en la muerte, en la resurrección de la carne, en la que no cree. La suya era sólo una supervivencia, una ficción de vida.

“Haré lo que pueda, señora Delgado, pero no es fácil hacer lo que se puede en un país como esté para una persona como yo, sabe, yo no soy Thomas Mann, soy sólo el oscuro director de la página cultural de un modesto periódico de la tarde, escribo efemérides de escritores ilustres y traduzco cuentos franceses del siglo pasado, no se puede hacer más.”[7]

Necesita un ayudante para el periódico y contacta con Monteiro Rossi, luego de haber leído su tesis sobre la muerte. Aquí vemos cómo el personaje establece una de las pocas relaciones que va a tener a lo largo de su vida. Lo aconseja a su “amigo” Monteiro Rossi pero sin embargo estos consejos no parecen ser sinceros sino que parecen haber sido dados con cierto grado de indiferencia.

Monteiro y su novia Marta se meten en problemas y Pereira los sigue ayudando. Pereira empieza a evolucionar con respecto a su personalidad y lentamente se convierte en un hombre con ganas de cambiar la situación política de su país y escribir la verdad sobre lo que está pasando. Por último, el desenlace, que se desarrolla desde que la policía política va a visitarle a su casa y matan a Monteiro Rossi. Entonces el yo hegemónico de Pereira acaba de imponerse y tiene el suficiente valor para escribir un artículo sobre lo ocurrido, aunque en él, irónicamente, deja en buen sitio a la

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