El secuestro como problema etico

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físico, tendrá aún su inteligencia para poder tener una relación personal con la Persona Infinita y seguir lanzándose a su realización.

En el caso de la familia del secuestrado o quien intente liberarlo, deben tener en cuenta que el rescate o dinero que se pide por la persona es un mero instrumento. El dinero no es biproducto de ningún esfuerzo y por lo tanto es éticamente bueno darlo a cambio de la libertad de la persona. Es al momento de negociar la cantidad, es cuando se puede realizar en un juicio equivocado, y pensar que es sólo una negociación sin recordar que lo que se está negociando, es una vida humana. La intención de la persona al negociar debe estar siempre en el camino del amor y no del egoísmo. Si la intención del negociador es el egoísmo, estaría reduciendo el valor de la vida de la persona a un mero instrumento. Instrumento porque aliviaría el sufrimiento y el dolor de la separación de los demás miembros de la familia del secuestrado. En esta parte del secuestro cabe mencionar que la negociación debe llegar, por parte de la familia, hasta el punto en que el secuestrador está convencido de que es la cantidad de dinero máximo que se puede aportar y también que este dentro de las posibilidades de la familia. En el caso de que estas condiciones no se cumplan, y no se libere a la persona, el acto moral equivocado recae en el secuestrador. La familia al negociar siempre en el camino del amor, está actuando éticamente.

Si lo que el secuestrador pide a cambio es algún acto realizado por parte de la familia para liberar al secuestrado, entonces se tendría que analizar la carga moral del mismo. Si la carga moral es positiva, no habría impedimento para realizarla. Si la carga moral del acto requerido es negativa, entonces no sería ético realizarlo. Cuando una persona pide a otra que realice un acto no ético, es porque reconoce en el mismo acto el desorden y no quiere ser el causante de este desorden. No podemos justificar ningún acto que vaya contra el respeto a la vida y la libertad de otras personas, aun cuando el resultado vaya a ser la muerte de un tercero. Este resultado, que podría ser la muerte de la persona secuestrada, no es el resultado de la no realización del acto pedido. Esta muerte es el resultado de la intención primordial del secuestrador en el egoísmo. Tomó en sus manos la justicia sin darle valor a la vida de la persona y negando categóricamente a la Persona Infinita al no reconocer la dignidad humana y usar a la persona como un mero instrumento. La familia actuó éticamente respetando el derecho de los demás a la vida dada por la Persona Infinita, siempre y cuando la decisión haya sido tomada en el amor.

En conclusión, el secuestro es un acto éticamente erróneo. Niega la existencia de la Persona Infinita, por no reconocer en la persona el residuo de la Persona Infinita. Niega la dignidad del hombre, reduciéndolo a un mero instrumento. Niega también el esfuerzo realizado por el hombre para lograr su realización. El secuestrador, sin esfuerzo logra conseguir un instrumento, que es el dinero, para ser feliz. Siendo esto un engaño, porque la única fuente de la felicidad para el hombre es lograr tener una plena relación personal con la Persona Infinita. Esta plena relación se logra únicamente a través del amor, en la entrega incondicional a la Persona Infinita y a los demás.