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Ensayo de marx.

Enviado por   •  12 de Noviembre de 2017  •  3.686 Palabras (15 Páginas)  •  454 Visitas

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Por otro lado está el trabajo del sueño que es el que se produce de esa forma, y sólo él es la esencia del sueño, la explicación de su especificidad.”

Del mismo modo Marx respecto al secreto de la forma mercancía. Primero hemos de romper la apariencia según la cual el valor de una mercancía depende del puro azar, esto es concebir la mercancía como forma, suponer un sentido a la forma mercancía, un sentido que se oculta. El misterio de la mercancía, el verdadero secreto no está tras la forma, sino en la forma misma.

FETICHISMO DE LA MERCANCÍA.

Concepto creado por Karl Marx en su obra El Capital que lo denomina como algo mental donde, en una sociedad productora de mercancías, éstas aparentan tener una voluntad independiente de sus jefes, es decir, fantasmagórica. Es la ocultación de la explotación que son objeto los obreros, al presentarse las mercancías ante los consumidores sin que ellos lo vean.

El resultado del fetichismo es la apariencia de una relación directa entre las cosas y no entre las personas, lo cual significa que las cosas (en este caso, las mercancías) asumirían el papel subjetivo que corresponde a las personas (en este caso, los productores de mercancías).

En una sociedad productora de mercancías y servicios, el intercambio de las mismas es la única manera en que los diferentes productores aislados se relacionan entre sí. De esta manera, el valor de las mercancías es determinado de manera independiente de los productores individuales, y cada productor debe producir su mercancía en términos de la satisfacción de necesidades ajenas. De esto resulta que la mercancía misma (o el mercado) parece determinar la voluntad del productor y no al revés.

Marx afirma que el fetichismo de la mercancía es algo intrínseco a las sociedades productoras de mercancías, ya que en ellas el proceso de producción se autonomiza de la voluntad del ser humano. También argumenta que la economía política clásica no puede salir del fetichismo de la mercancía, pues considera a la producción de mercancías como un hecho natural y no como un modo de producción histórico y, por lo tanto, transitorio. De este fetichismo que se da prácticamente en la producción y el intercambio de mercancías viene la sobreestimación teórica del proceso de intercambio sobre el proceso de producción. De ahí el culto al mercado de parte de algunos economistas, que consideran a la oferta y la demanda como determinaciones fundamentales del movimiento de la economía (ley de la oferta y la demanda).

El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente, en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un carácter material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como si, por tanto, la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores.

EL SER, EL HOMBRE Y LAS SOCIEDADES DESDE LA PERSPECTIVA DE FREUD.

Freud insiste continuamente, no hay nada "inconsciente" en el “pensamiento latente del sueño'': este pensamiento es un pensamiento "normal”. En determinadas condiciones, este pensamiento es apartado, forzado a salir de la conciencia, arrastrado al inconsciente. Este pensamiento “normal”, preconsciente/consciente es atraído hacia el inconsciente porque entra en una especie de “cortocircuito” con otro deseo que ya está reprimido, localizado en el inconsciente.

La estructura siempre es triple, siempre hay tres elementos en funcionamiento: el texto del sueño manifiesto, el contenido del sueño latente y el deseo inconsciente articulado en el sueño. Este deseo se conecta al sueño, se intercala en el inter espacio entre el pensamiento latente y el texto manifiesto. Así, el único lugar del deseo está en la forma del “sueño”: la verdadera materia del sueño se articula en el trabajo del sueño, en la elaboración de su contenido latente. Freud procede en dos etapas:

- Primero, hemos de dar un paso crucial en dirección a un enfoque hermenéutico y concebir el sueño como algo que transmite un mensaje reprimido que se ha de descubrir mediante un procedimiento de interpretación.

- Después, hemos de centrar nuestra atención en el trabajo del sueño al que fueron sometidos los "pensamientos oníricos latentes".

El punto crucial que hemos de tomar en cuenta es que encontramos exactamente la misma articulación en dos etapas en Marx, en su análisis del "secreto de la forma-mercancía":

- Primero, hemos de concebir el "significado" oculto tras la forma-mercancía, la significación que esta forma "expresa".

- Pero, la revelación del secreto no basta. La economía política clásica se interesa únicamente por los contenidos encubiertos tras la forma-mercancía, por eso no puede explicar el verdadero misterio, el misterio de esta forma.

Según Freud, el individuo y su principio de placer es el principal enemigo de la cultura. La cultura fue posible por la coerción ejercida de una minoría contra una mayoría (una minoría de señores contra una mayoría de siervos o esclavos). La cultura o civilización (insistimos en que para Freud es lo mismo: tanto monta, monta tanto) surge de la renuncia a las pulsiones, y tanto más se prologará su existencia cuanto más renuncien los hombres a sus pulsiones, y mientras más renuncie el hombre a sus pulsiones más podrá prescindir de los medios externos de coerción.

Sólo con el ejemplo de ciertos individuos que con su labor adquieren el estatus de guías pueden reprimir sus pulsiones y dar cabida así al ser-en-la-cultura, al ser-en-la-sociedad-de-personas-civilizadas. Sólo así puede la cultura perdurar, porque los hombres ni aman el trabajo ni se dejan convencer fácilmente por argumentos que frenen sus pasiones. En pos de la vida humana en sociedad, hasta configurar eso que escuetamente Freud llama “civilización”.

Se instituyó la prohibición de matar; como reza el quinto mandamiento veterotestamentario: “No matarás”. En caso contrario, el homicida atraería sobre sí la venganza de los familiares del muerto y la oscura envidia de los demás hombres, igualmente inclinados a semejante violencia. No tardaría, pues, en morir a su vez sin haber disfrutado apenas de su venganza o botín y de no seguir tal unión, los asesinatos se sucederán sin límite, hasta quedar agotada la Humanidad en

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