La Esencia de la Razón de Estado.

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La razón de Estado fuerza al impulso por el poder a ponerse al servicio de ciertas necesidades generales, pero aquel impulso fuerza, a la vez, a este servicio dentro de determinados límites.

La fe en un poder superior que exige del hombre servicio y dedicación, es el punto de partida para lo espiritual y ético.

El poder es de esencia al Estado, y sin él no puede cumplir su cometido de garantizar el Derecho y proteger y fomentar la comunidad nacional

En el interior del Estado la razón de Estado puede conciliarse con el Derecho y la oral porque ello es posible y realizable, porque ningún otro poder obstaculiza el del Estado en este camino. E. mismo Estado tiene un interés propio en obedecer el Derecho que él mismo promulga y en fomentar con su propio ejemplo la moral civil en el interior. La moral, el derecho y la fuerza pueden funcionar armónicamente en el interior del Estado.

Esta posibilidad no existe en las relaciones del Estado con otros Estados. El Derecho sólo es observado cuando existe un poder que tiene la fuerza suficiente para garantizarlo. En otro caso se retorna al estado de naturaleza, en el que cada uno trata de asegurarse con los medios de que dispone lo que entiende que es su derecho.

Ningún Estado tiene confianza en los demás. Cada Estado está plenamente convencido de que los demás no observarán siempre y en todo caso los límites convenidos, sino que, en determinadas ocasiones, se dejará guiar por su egoísmo natural.

La necesidad política, que hace ilusorios los vínculos del Derecho y de la moral, tiene su lado ético y un lado elemental, y que el Estado es un ser anfibio que vive en el mundo ético y en el mundo de la naturaleza.

De una u otra manera en todas partes se gobierna según la razón de Estado.