La filosofía y los medios de comunicación
Enviado por klimbo3445 • 12 de Abril de 2018 • 2.902 Palabras (12 Páginas) • 292 Visitas
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“…La división del contenido de programas serán fórmulas que preestablecen la pauta actitudinal del espectador por medio de mecanismos psicológicos y procedimientos que lo automatizan con el fin de determinar el modo que un contenido específico esta o será percibido”…
Las experiencias previas del espectador son psicológicamente importantes como las implicaciones de propios fenómenos para los que se preparó un escenario, es decir que, el realismo en los programas induce al espectador a contemplar la vida misma como si ella y sus conflictos pudieran en general ser interpretados en tales términos, en muchos casos.
Cesar Santana: Reflexiones
No es del todo correcto afirmar que la filosofía y los medios de comunicación son incompatibles.
Ciertamente, ha sido tal la mediocridad de los contenidos de dichos medios, especialmente de la televisión, que se ganó el calificativo despectivo de los intelectuales como “la caja idiota” por lo que resulta poco creíble afirmar que esta misma caja este asociada a la filosofía y la cultura.
El autor Cesar Ricardo Luque Santana opina que la radio y la televisión son instrumentos regidos por criterios mercantiles, es decir, un negocio que obviamente necesita vender y generar ganancias y por ello tienen que apostarle al entretenimiento de las masa (serles atractivas con programas que las distingan). A pesar de que estos medios de comunicación privados buscan generar una riqueza material para sus dueños, y la filosofía y la cultura buscan el enriquecimiento espiritual de todos, puede llegarse a un justo medio.
Según Santana el problema persiste en que a pesar de que existan canales de divulgación científica, los malos gustos que infundió la TV comercial durante décadas siguen predominando. No es raro que un ciudadano común que tenga señal de cable o vía satélite, entre tanta programación siga eligiendo las telenovelas bobas con tramas inverosímiles, programas del mundo de a la farándula completamente banales o películas de muchachos matones y borrachos, etc., que son un atentado a la inteligencia.
Los medios de comunicación públicos tampoco son de fiarse según César ya que estos suelen estar auspiciados por los gobiernos estatales y por ende caer en usos facciosos y patrimoniales sirviendo de medios de propaganda para gobiernos demagógicos y para promover el culto a la personalidad del gobernante de turno.
Un problema adicional es la poca audiencia que tienen estos medios ya sea porque se reducen a instancias de propaganda gubernamental, o porque hay una predisposición negativa hacia los programas culturales, de documentales científicos, etc.
Para concluir este autor resalta la necesidad de crear una política pública de primer orden en materia de cultura promoviendo la lectura e incentivando el gusto por las artes y las ciencias, principalmente entre los niños y jóvenes.
La propuesta de Pepper: Licencia para hacer televisión
Es un hecho conocido que en la actualidad muchos pensamos al igual que John Condry, un pensador contemporáneo que el historiador Karl Pepper menciona en su artículo. Este afirma lo siguiente: “la televisión no desaparecerá en el futuro y es igualmente improbable que sus cambios lleguen al punto de que se convierta en un ambiente razonablemente aceptable para la realización de la sociabilidad de los niños”. Condry afirma que la televisión no tiene la posibilidad de enseñar a los niños aquello que deben saber conforme crecen y se convierten en adolescentes y luego en adultos.
"Debemos ofrece a la gente aquello que la gente quiere" sostuvo un productor de televisión, para Pepper esto se basaba en principios que como consecuencia siempre terminaban en ofrecer a las audiencias niveles de producción siempre peores, que por lo general son representados por violencia, sexo y sensacionalismo. Mientras más se emplea este tipo de producción, más se enseña a la gente a exigirlos.
Desde el momento en que este tipo de intervenciones es el más fácil de captar por parte de los productores, y aquello que produce una reacción más fácil de parte de las audiencias, se determina una situación por la cual se exime de pensar en intervenciones más difíciles.
Karl sostuvo la tesis de que estamos educando a nuestros niños hacia la violencia y la situación se deteriora aún más porque siempre se va hacia la parte que resulta más fácil, aquella en la cual uno se ayuda a superar un problema reduciendo las exigencias del trabajo.
Según su argumento los niños vienen al mundo estructurados por una tarea, la de adaptarse a su propio ambiente. Su evolución mental depende, en gran medida, de lo que lo rodea. Nosotros somos responsables, entonces, de crear las mejores condiciones ambientales posibles. Es aquí donde la televisión entra y juega su papel de "entretenimiento".
Pepper se ha ocupado bastante, en el transcurso de su vida, en la educación. Su experiencia lo hace considerar que la violencia en el hogar ha sido sustituida y sobrepasada por la violencia que aparece en el aparto televisivo y es a través de este medio que la violencia viene puesta diariamente frente los niños durante horas. La televisión produce violencia y la lleva a los hogares en donde no se daría de otra manera.
¿Qué debemos hacer? El análisis de Condry no nos deja esperanza y tampoco le podemos atribuir el intento de alguna “receta ilusoria e irrealizable”. Son muchos los que piensan que no se puede hacer nada, especialmente en un país democrático, porque la censura no casa bien con la democracia.
A diferencia Pepper opina, más bien, que la televisión, potencialmente desde luego, así como es una tremenda fuerza para el mal podría ser una tremenda fuerza para el bien. Podría, pero es igualmente improbable que esto suceda. La razón es que la tarea de convertirse en una fuerza cultural para el bien es terriblemente difícil.
Hacer que nazca una mejor producción televisiva no será fácil ya que realizar cosas interesantes y buenas es una tarea para personas de talento.
Existe un modelo empleado por los médicos que consta de un control organizacional instituido para su propia disciplina. En efecto, los doctores poseen un gran poder sobre la vida y la muerte de sus pacientes, que necesariamente debe ser puesto bajo un control, por esta razón en todos los países civilizados existe una organización a través de la cual estos profesionales mencionados se controlan a sí mismos y existe también, naturalmente,
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