Chile desde la independencia

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En relación a la estructura de la sociedad chilena del siglo XIX, esta se caracteriza por la existencia de una pequeña clase alta criolla, junto con una gran masa de trabajadores pobres, quienes eran en mayor proporción mestizos y vivían en el área rural. Los desacuerdos políticos y la riqueza económica proveniente de las exportaciones se concentraron mayormente en la elite chilena, mientras que la otra parte de la población quedaba excluida de asuntos nacionales.

La hacienda toma un papel fundamental, ya que una masa de la población se dedicó a trabajar la tierra (a diferencia de los obreros de la minería del norte), convirtiéndose en los llamados inquilinos y peones. Estos recibían una parte de la parcela de tierra a cambio de los servicios laborales regulares al propietario. De este modo, la hacienda se conformó como una sociedad separada de la real.

Por último, en el ámbito territorial, el estado chileno siempre tendió a un expansionismo en búsqueda de riqueza, por lo que se explica la tendencia al norte (Perú y Bolivia) y sur (problema araucano) del país, y entrega de territorio a Argentina.

Por lo tanto, Chile durante el siglo XIX tuvo un régimen político estable y adaptable, que se contrastó de gran manera con los patrones americanos, por lo que tomó la idea Chile como republica ejemplar. La economía chilena estuvo marcada por una fuerte actividad comercial exportadora minera y agricultora. De lo último se desprende la estructura social de la población: la hacienda chilena. También se destaca la constante búsqueda de riqueza exportadora, lo que se materializa en la marcada tendencia expansionista.