Con base en la lectura de Clausewitz elabora un reporte de donde desarrolles lo siguiente:
Enviado por Eric • 17 de Abril de 2018 • 4.004 Palabras (17 Páginas) • 540 Visitas
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Surge ahora el problema de cómo se puede influir sobre la probabilidad de éxito. En primer lugar, se puede conseguir, como es lógico, utilizando los mismos medios aplicados para derrotar al enemigo, es decir, la destrucción de sus fuerzas militares y la conquista de su territorio, si bien ninguno de ellos sería igual a este respecto como cuando se utilizaran con este objetivo. El ataque a las fuerzas enemigas será algo muy distinto si tratamos de reforzar el primer golpe con una sucesión de otros hasta alcanzar la total destrucción, o bien si nos contentamos con una victoria destinada tan sólo a quebrantar el sentimiento de seguridad del enemigo, haciéndole percibir nuestra superioridad y suscitando así la desconfianza en su futuro. Si esta es nuestra intención, proseguiremos con la destrucción de las fuerzas enemigas solamente hasta donde sea necesario para el logro de ese propósito
Veamos ahora otros medios especiales de influir sobre la probabilidad de éxito sin recurrir a la derrota de las fuerzas enemigas, es decir, aquellas actividades que surten efecto inmediato sobre la política. Si es posible realizar acciones tendentes a desbaratar las alianzas del enemigo o volverlas ineficaces, a atraer nuevos aliados a nuestro bando, a estimular las actividades políticas en nuestro favor, y otras parecidas, resultará fácil concebir entonces que tales actividades pueden acrecentar la probabilidad de éxito y convertirse en una vía mucho más corta para el logro de nuestro objetivo que el que puede implicar la derrota de las fuerzas enemigas.
La segunda cuestión es como influir sobre el desgaste de esas fuerzas del enemigo o sea; como hacer más costoso el precio de sus éxitos. El desgaste de las fuerzas enemigas reside en la merma de su poder, o sea, en su destrucción, así como en la perdida de territorio, por lo tanto, en su conquista por nuestra parte.
Se pueden llevar acabo tres maneras especiales de acrecentar en forma directa el desgaste del enemigo. En primer término aludiremos de la invasión es decir la ocupación del territorio enemigo, no con el propósito de permanecer en el, si no para exigir una contribución sobre el o para devastarlo. La segunda vía es la que se dirige nuestra acción con preferencia hacia allí donde causar mayores daños al adversario. Nada resulta más fácil que concebir dos direcciones distintas en las que pueden empleadas nuestras fuerzas, la primera de las cuales debe ser preferida si nuestro objetivo es derrotar al enemigo, mientras que la otra es más ventajosa si no constituye esa nuestra intención.
La tercera vía es el desgaste del enemigo. Elegimos esta expresión, no solo para dar con ella una definición verbal, sino porque la representa y no es tan figurada como de pronto parece. La idea de degaste en una lucha implica un agotamiento gradual del poder físico y de la voluntad del adversario por la prolongada continuidad de acción.
En la guerra, el combate no es una lucha de individuos contra individuos, sino un todo organizado que integran muchas partes. En este gran conjunto tienen que diferenciarse unidades de dos tipos: una, la determinada por el sujeto, la otra, por el objeto. En un ejército, las masas de combatientes constituyen siempre nuevas unidades, cuyos miembros forman una ordenación superior. El combate que llevan a cabo cada uno de esos miembros da lugar, en consecuencia, a unidades más o menos diferenciadas. Además, el propósito del combate ––y por lo tanto, su objetivo–– convierte a éste en una unidad.
Cada una de estas unidades que se diferencian en el combate se distingue con el nombre de un encuentro.
II. Sobre la teoría de la guerra
- Introducción al arte de la guerra
El combate es una prueba de la intensidad que adquieren las fuerzas espirituales y físicas por su intermedio. Es de por sí evidente que la parte espiritual no puede ser omitida, porque el estado de ánimo es el que ejerce la más decisiva influencia sobre las fuerzas que se emplean en la guerra.
El combate determina todo cuanto se refiere a las armas y los equipos, y éstos a su vez modifican la esencia del combate. En consecuencia, existe una relación recíproca entre unos y otro.
No obstante, el combate constituye una forma bastante peculiar de actividad, tanto más cuanto que se desarrolla en torno a un elemento muy especial, como es el peligro.
Por lo tanto, si en algún lugar se presenta la necesidad de trazar una línea entre dos actividades diferentes, ese lugar es éste, y para darnos claramente cuenta de la importancia práctica que encierra esta idea bastará con recordar cuán a menudo la aptitud personal, capaz de obtener un buen resultado en un terreno, no se manifiesta en otros, por grande que sea, sino en forma de pedantería trivial.
En consecuencia, el arte de la guerra, en su verdadero sentido, es el arte de hacer uso en combate de los medios dados, y a ello no cabe asignarle un nombre mejor que el de conducción de la guerra». Por otra parte, en el más amplio de los sentidos, todas aquellas actividades que concurren, por descontado, en la guerra todo el proceso de creación de las fuerzas armadas, es decir, el reclutamiento, el armamento, el equipamiento y el adiestramiento pertenecen a ese arte de la guerra.
La dirección de la guerra equivale, por lo tanto, a la preparación y la conducción del combate. Si éste fuera un acto único, no habría necesidad de ninguna otra subdivisión. Pero el combate está compuesto de un número más o menos grande de actos aislados, cada uno completo en sí mismo, que llamamos encuentros (como hemos señalado en el libro I, capítulo I) y que forman unas nuevas unidades. Se derivan de aquí dos actividades distintas:
Preparar y conducir individualmente estos encuentros aislados, y combinarlos unos con otros para alcanzar el objetivo de la guerra. La primera de estas actividades es llamada táctica, la segunda se denomina estrategia
Por lo tanto, siempre de acuerdo con nuestra clasificación, la táctica constituye la enseñanza del uso de las fuerzas armadas en los encuentros, y la estrategia, la del uso de los encuentros para alcanzar el objetivo de la guerra.
En un aspecto, una parte todavía se halla en relación con el combate mismo, y se identifica con él, mientras que en otro sirve para el mantenimiento de las fuerzas armadas. La otra parte pertenece exclusivamente al mantenimiento y, como consecuencia de su acción recíproca, sólo ejerce una influencia condicionante sobre el combate por medio de sus resultados.
Aquello que depende de su relación
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