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Construcciones de Identidad en la frontera ibérico medieval

Enviado por   •  6 de Marzo de 2018  •  5.714 Palabras (23 Páginas)  •  354 Visitas

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[...] lo que resulta incuestionable es que en los reinos cristianos del norte se elaboró desde muy pronto – al menos desde el silgo IX -, un entramado ideológico, de contenido indudablemente resturador y reconquistador, que se configuró como un sistema de representaciones mentales y de valores morales, religiosos, políticos e jurídicos al servicio de la expansión territorial (GARCÍA FITZ, 2009, p. 164).

Por lo tanto, sea legítimo o construido más tarde, el imperativo es considerar un discurso acerca de un unísono pasado de Hispania y su contribución a la formación de una frontera religiosa, profundamente hostil, entre cristianos y musulmanes con el fin de justificar los ataques y la toma de tierra a los árabes. Emilio Mitre Fernández dice que los autores tardomedievales formularon una concepción de la frontera medieval en la que las connotaciones espirituales superan la importancia del elemento político, el pensamiento que guió la Reconquista (MITRE FERNANDEZ, 1997). También de acuerdo con el autor, la identidad cristiana, construida sobre la herencia visigoda, estableció una línea divisoria entre la ortodoxia y la herejía, entre los que deben restaurar el orden socio-político en la victoria sobre los paganos. Identificado como el enemigo, los musulmanes pasaran a ser el principal foco de ataque lanzado por los reinos peninsulares del norte desde el siglo IX, pero especialmente después de la XI (MITRE FERNANDEZ, 1997). El vínculo de identidad con el pasado godo sólo ofreció un llamamiento para el establecimiento de una frontera religiosa, sino también una justificación para los ataques cristianos contra los musulmanes al tratarse la guerra como una guerra justa. Según García Fitz (2009), los autores medievales determinaron tres causas que hacen la guerra una acción legal: la recuperación de los bienes robados, defensa de la integridad territorial contra una posible o efectiva invasión y la venganza ante una injuria. Estos tres elementos de apoyo se pueden observar en los discursos pronunciados por las autoridades políticas en el contexto de la Reconquista. El primera ocurrió en 1045, cuando Fernando I de Castilla presentó a los embajadores toledanos los motivos que lo hacían guerrear contra los musulmanes, para lo que recurrieron a argumentos guiadas por la invasión árabe del territorio que antes pertenecía a los visigodos, antepasados del monarca ibérico (GARCÍA FITZ, 2009). El segundo discurso fue pronunciado por el obispo de Braga, en su intención de hacer que los musulmanes capitulen ante el sitio de Lisboa en 1147, guiado por el ataque cristiano contra los invasores con el argumento de que eran responsables de la devastación constante de pueblos, ciudades y iglesias injustamente arrebatados al cristianismo. Por último, señalamos el discurso de Alfonso VIII, entregado en la campaña de las Navas de Tolosa en el año 1212, cuando instó a sus aliados para retomar las tierras que pertenecían a los hispanos antes de la invasión musulmana (GARCÍA FITZ, 2009). Frente a esta posición de los cristianos contra el enemigo musulmán, es evidente la alineación de sus acciones de la práctica de la guerra justa. Como se entiende por García Fitz (2009), está claro que: la tierra invadida por los islámicos pertenecía a los herederos de los godos; el ataque a los árabes fue concebido como una venganza al daño primeramente realizado por ellos; Por último, los enfrentamientos son finalizarían sólo con la expulsión de los oponentes religiosos. Por lo tanto, los elementos de identidad presentados por los reinos peninsulares del norte - como herederos de los godos y los representantes del cristianismo - jugaron un papel decisivo en el establecimiento no sólo de una frontera religiosa de hostilidad permanente contra el enemigo musulmán, sino que también ofrecen la evidencia para justificar las acciones de ataque del oponente atacante. Sin embargo, hay que matizar que la formulación de duro enfrentamiento entre las partes de las prácticas tales como pareas y la presencia de los árabes en la corte de Castilla.

Con el fin de deshacer la imagen como frontera rígida, entendidas por medio de las hostilidades religiosas - como era anteriormente - es necesario recurrir al concepto de frontera presentada por María de la Paz Estévez. En las palabras del historiador:

[...] entendemos el concepto de frontera no solo como un espacio físico o zona de contacto, sino también como un conjunto de actitudes y relaciones particulares, como un ambiente que favorece el encuentro entre distintas sociedades y culturas. […] una frontera es el producto de los grupos humanos que la habitan, de sus formas de apropiación del suelo, y sus patrones de funcionamiento, aspectos que se plasman tanto en una dimensión material como cultural (ESTEVEZ, 2012, p. 29).

Estando de acuerdo con el enfoque historiográfico que establece la identificación religiosa como primer elemento para el establecimiento de la frontera religiosa entre cristianos y musulmanes durante la Reconquista, Estévez (2012) afirma que no sólo había un conflicto abierto sólo, sino también una tregua que se constituyó como límite fronterizo.

En período de suspensión de hostilidades podría producirse el acuerdo de acuerdos entre los reyes cristianos y musulmanes que cumplen la práctica de atender sus propias demandas políticas a la configuración fragmentada de taifas y la necesidad de esos líderes de buscar el fortalecimiento junto al cristianismo a través de parias, es decir, el pago de los impuestos.

María de la Paz Estévez señala que las parias tenían un triple sentido: para los musulmanes constituye como un pago cada vez más pesado, para los cristianos significaba un aumento de ingresos, pero también eran una táctica de guerra dirigida a la desestabilización social, económica y política del enemigo (ESTEVEZ, 2012). Hay que subrayar que la frontera entre los reinos peninsulares y las taifas no era sólo religiosa, sino también socioeconómica, teniendo el modelo tributario-mercantil árabe su contrapunto en el norte peninsular de los impuestos feudales (GARCÍA FITZ, 154). Conforme a este análisis de Estévez (2012), el pago de impuestos se asimila a una relación de vasallaje, propia del feudalismo, el elemento externo a la organización mozárabe y que lo desestabilizaba así.

La conquista de Toledo por Alfonso VI (1039-1109, rey de 1065) es un ejemplo de la utilización de parias como la maniobra de guerra. Estévez (2012) señala que, después de perder el trono, al-Qadir, monarca musulmán, buscó la ayuda del rey leonés-castellano para retomar su posición. La ayuda a través de impuestos generó una carga fiscal en el Califa, y una posterior revuelta de la población. Este hecho, combinado con ataques periódicos

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