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Cuarto libro de Arquitectura Virtuvio

Enviado por   •  17 de Diciembre de 2018  •  3.705 Palabras (15 Páginas)  •  287 Visitas

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En el orden jónico los dentellones representan los resaltos de los cabrios (la proyectura de los ásseres). Absolutamente nadie coloca dentículos bajo el modillón en ninguna construcción griega: en efecto, no puede haber cabrios bajo los canterios. Por tanto, si lo que en realidad debe situarse sobre los canterios y sobre los maderos atravesados que soportan el tejado fuera colocado por la parte de abajo en las representaciones, la obra resultará defectuosa y llena de inconveniencias. Los antiguos arquitectos no aprobaron ni ordenaron los modillones o los dentículos en los frontones, sino única y simplemente cornisas, porque ni los cauterios ni los cabrios pueden sobresalir en las fachadas de los frontones, sino que se colocan inclinados del caballete a los alero. Así adoptaron en los edificios las cosas apropiadas y fundadas en naturaleza, aprobando sólo aquellas que se las pueda señalar la razón y el verdadero significado. Nos han dejado fijadas la simetría y proporción de cada uno de los tres órdenes, desde sus orígenes.

El tercer capítulo llamado “Del orden dórico”, explica los métodos para construir templos dóricos, puesto que los mismos eran difíciles de proporcionar y no eran tan practicados.

De tratarse de un templo tetrástilo, la frente del templo en la que se dispondrían las columnas debía ser dividida en veintisiete partes, y de tratarse de un templo hexástilo, en cuarenta y dos. Una de esas partes era tomada como modulo o embates, con el cual se llevaba a cabo las distribuciones de todo el edificio.

El diámetro de la columna tenía dos módulos y la altura, incluyendo el capitel, catorce módulos. El capitel poseía una altura de un módulo y un ancho de dos módulos de dos módulos más una sexta parte, la altura era dividida en tres partes,la primera para el ábaco y el cimacio, la segunda para el equino junto con los anillos, y la tercera parte destinada al hipotraquelio .

La altura del arquitrabe era de un módulo, la terna medía una séptima parte del módulo, la longitud de las gotas colgantes eran la sexta parte del módulo, incluida la regleta.La anchura inferior del arquitrabe se correspondía con el hipotraquelio del sumoscapo, los triglifos y las metopas debía colocarse sobre el arquitrabe con una altura de un módulo y medio y un anchi de un módulo en el frente. Eran distribuidos para que quedaran colocados en las columnas angulares e intermedias, frente a los cuadrantes de en medio, de modo que, quienes visitaban las imágenes de los dioses inmortales, encontraran el acceso libre de obstáculos.

La altura de los triglifos era dividida en seis partes, la parte central ocupaba cinco partes, media parte a la derecha y a la izquierda, destinadas para las regulas , una de ellas tenía el centro en forma de un fémur o meros, a los lados del mismo se excavaban canales en ángulo recto, siguiendo el orden de derecha a izquierda .

Una vez en su sitio, los triglifos y las metopas debían tener la misma longitud que altura, y las semiestopas una anchura de medio módulo. La cornisa con los dos cimacios medía medio módulo de altura, en la parte inferior en vertical con los triglifos y en medio de las metopas, se dividían las alineaciones de los espacios y las hileras de las gotas, dejando a la vista seis gotas a lo largo y tres a lo ancho, el espacio restante debía mantenerse limpio o bien eran esculpidas imágenes de los dioses.

Las columnas contaban con veinte estrías o veinte ángulos (Lo recomendable), para las estrías se trazaba un cuadrado cuyos lados eran iguales al intervalo de la estría , y puesto un pie en el compás en el centro, se describía una porción de círculo desde los ángulos de la estría y la curvatura que resultaba del cuadrado adentro de la columna era la parte que se excavaría.

El cuarto capítulo llamado “De la distribución de las naves y pronaos de los templos” se trata de las proporciones adecuadas de las naves o naos y pronaos de los templos.

La longitud de toda la nave será doble de su anchura, y lo interior solo será un cuarto más largo que la anchura. Las otras tres cuartas partes toman el pronao hasta las antas. Estas antas tendrán el mismo grueso que las columnas y si la nave fuere más ancha de 20 pies, se pondrán dos columnas entre las antas, que separen el pronao de los otros pórticos y los tres intercolumnios que resultarán entre las antas y las columnas, se cerrarán con atajadizos de mármol, o canceles de madera, dejando puerta para entrar en el pronao. Si la anchura de la nave fuere mayor de 40 pies, se irán poniendo hacia el medio otras columnas en fila de las mencionadas entre las antas.

Las columnas interiores tendrán la misma altura que las columnas colocadas en la fachada, pero sus diámetros irán disminuyendo. Si el diámetro de las que están en la fachada fuera una octava parte de su altura, las interiores tendrán una décima parte; si tienen un diámetro de una novena o décima parte, las interiores tendrán una parte proporcional, pues al ser interiores no se notará si algunas columnas son más delgadas. Por el contrario, parecerán más esbeltas si tienen veintiocho o treinta y dos estrías, cuando las columnas exteriores tengan veinte o veintitrés estrías. Así, no se percibirá lo que se reste del fuste de la columna, al ir añadiendo más estrías, sino que dará la impresión que miden más por la proporción de estrías y, de este modo, siendo en realidad diferentes, quedará igualado el diámetro de las columnas.

Se debe a que el ojo humano, al observar muchos y abundantes objetos, amplía extensivamente su círculo de visión. Si se rodean dos columnas de igual diámetro mediante unos hilos o cordeles y una de ellas tiene estrías y la otra columna no, bordeando el cordel la cavidad y los ángulos de las estrías, los cordeles que las rodeen no tendrán la misma longitud, pues al ir bordeando las estrías o canales hace que sea mayor la longitud del cordel.

Conviene que el grosor de las paredes de la nave sea proporcionado a sus dimensiones, siempre que sus pilastras tengan el mismo diámetro que las columnas. Si las paredes van a ser de piedra y argamasa, se utilizarán piedras muy pequeñas; si las paredes van a ser de piedras talladas o de mármol, deben levantarse con piedras de mediano tamaño iguales, pues al mantenerse unidas las piedras sobre las junturas que median entre las piedras de la hilera inferior, conseguirán una ejecución de la obra mucho más sólida. De igual modo, en torno a las uniones y en torno a los asientos, donde se apoyan las piedras, se labrarán unos resaltos para conseguir un aspecto más agradable.

El quinto capítulo, llamado “De la situación de los templos respecto a

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