EL ARTE DEL RENACIMIENTO. SIGLOS XV-XVI

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Otros centros italianos importantes del Renacimiento son: Urbino, Mántua, Ferrara, Padua, Venecia, Milán; en el siglo XVI, Roma y, en menor medida, Venecia. Entre estas ciudades se desarrolla una competencia para conseguir una corte de intelectuales y artistas que les dan prestigio.

En definitiva, Italia no sólo vuelve a buscar la representación de la realidad y construir espacios basados en proporciones modulares, también adapta el modelo cultural de la Antigüedad clásica y sus valores de equilibrio y proporción. Por esta razón no consideremos que Flandes, en esta misma época, sea renacentista.

1.5. CRONOLOGIA Y ETAPAS.

Mientras en el resto de Europa el siglo XV es el gran siglo del gótico, en Italia eclosiona el Renacimiento. El término "renacimiento" indica un posicionamiento claro con relación al gótico o bárbaros contemporáneos en el resto de Europa. El Renacimiento comprende el Quattrocento y el Cinquecento, pero hay que hablar de tres períodos:

- QUATTROCENTO

Un arte y una sociedad nuevos

A comienzos del siglo XV (Quattrocento en Italia) se produce en Florencia una transformación de los aspectos formales y temáticos, y de la función del arte y el artista, profundamente radical. Coinciden además una serie de artistas extraordinarios que marcarán la línea a seguir por sus continuadores: en el campo de la arquitectura, F. Brunelleschi y L. B. Alberti; en escultura, Donatello y en pintura Masaccio y S. Boticelli.

Los cambios que supone al irrupción del Quattrocento en Italia se manifiestan en diversos ámbitos y son reflejo en última instancia de una sociedad nueva de preeminencia burguesa, dominada por un materialismo en lo económico que se traslada también a la visión de la cultura y el arte. En este sentido el papel de los mecenas, en este caso las familias adineradas de esta nueva sociedad, será fundamental para dar salida a una nueva expresión artística y para dar soporte económico a numerosos artistas que hacen más brillante esta época. En estas circunstancias ya no interesa el mundo visionario e idealista medieval, interesa más el mundo concreto y objetivo que observa la naturaleza y el Hombre.

Primer Renacimiento o Quattrocento (siglo XV). Se refiere exclusivamente al arte creado en Italia a lo largo del siglo XV, período de un profundo interés por el realismo y en el que a veces se da una cierta contradicción entre los temas y la racionalización de los sistemas de representación. Empieza la preocupación por recuperar aquello clásico. Supone una búsqueda, más que la consecución de objetivos concreto. Se desarrolla sobre todo en Florencia, como hemos visto. Aparece en el ámbito de la arquitectura, de la mano de Brunelleschi; en escultura el máximo representante es Donatello; en pintura, Botticelli.

- CINQUECENTO

¿Qué es el Cinquecento?

El propio nombre de Cinquecento alude genéricamente al segundo ciclo del Renacimiento en Italia, concretado precisamente en el s. XVI. Tradicionalmente y siguiendo a Vasari, esta segunda etapa se dividía en Alto y Bajo Renacimiento, tomando como separación de ambos periodos la mitad de siglo y dos fases artísticas diferentes: la magnífica aportación de Miguel Ángel, y la decadencia que le siguió.

En la actualidad dicha periodización ya no se acepta, principalmente porque se ha sistematizado ya como un estilo propio la supuesta decadencia de la que hablaba Vasari, el Manierismo. Es más, éste se adelanta bastante en sus primeras manifestaciones para las que no hay que esperar a la mitad de siglo.

Renacimiento clásico o Clasicismo, cuyas manifestaciones esenciales tienen lugar durante las dos primeras décadas del siglo XVI, con una clara tendencia al idealismo y una perfecta concordia entre temas y sistemas. Se representa la realidad visible, siguiendo un orden, la simetría y la proporcionalidad. El centro artístico del Cinquecento es Roma, gracias al mecenazgo de los papas; los principales autores, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel.

- MANIERISMO

Un estilo con entidad

Hasta hace algunas décadas los historiadores del Arte establecían una continuidad directa entre el Renacimiento y el Barroco. De esta manera, el arte de la segunda mitad del siglo XVI era entendido como una fase de decadencia en la que los valores clásicos iban degradándose.

Los grandes artistas de este periodo, entre los que se encuentran maestros de la categoría de Miguel Ángel Buonarroti o El Greco, eran entendidos como figuras rutilantes pero aisladas y difíciles de clasificar. Eran genios cuya producción no encajaba en la periodización artística generalmente aceptada.

Hoy estudiamos el arte de la segunda mitad del siglo XVI como un estilo con entidad propia, el Manierismo, que en países como Italia y España, alcanzó cotas de calidad extraordinarias.

El lenguaje Manierista

Habitualmente el término manierista venía aplicándose a los periodos de decadencia de todos los estilos: manierista era el amanerado imitador de formas ya hechas repetidas con matices de discutible originalidad. Manierismo venía a ser sinónimo de académico. Los numerosos imitadores de Rafael y Miguel Ángel, los numerosos imitadores de la pintura renacentista italiana, recibieron indiscriminadamente esa denominación. Fue necesario que por una parte, se advirtiese la presencia de notas comunes entre estos pintores académicos y no académicos (El Greco, por ejemplo) y que, por otra se analizaran las últimas obras de los maestros, Rafael y Miguel Ángel esencialmente, para salir de tan estrecha calificación y empezar a estudiar el manierismo como un estilo independiente y, cronológicamente, más duradero que el Renacimiento.

Cabe citar como características fundamentales del lenguaje manierista, frente al clásico, la sustitución de la unidad por la escisión, de la claridad por la confusión, de la serena tranquilidad por la tensión, del equilibrio por la composición desequilibrada, de la satisfacción por la insatisfacción.

Manierismo, que va a perdurar aproximadamente hasta 1585 y en el que la distorsión formal, la sofisticación de la imagen, el engaño, el capricho, ... son elementos habituales.

Durante el Quattrocento, Italia recorrió en solitario la trayectoria creativa formulando un nuevo lenguaje de representación plástica, mientras que en el Cinquecento las formas del Renacimiento