El tratado de Versalles: una cuestión Alemana; 1919.
Enviado por mondoro • 15 de Abril de 2018 • 2.257 Palabras (10 Páginas) • 366 Visitas
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El momento llegó, después de seis meses de disertaciones en la Conferencia de Paris se habían establecido los elementos puntuales del tratado, entre los cuales se encontraron: la prohibición de la diplomacia secreta en el futuro, la libertad de navegación fuera de las aguas jurisdiccionales, la desaparición de todo tipo de barreras económicas, la reducción del armamento alemán, la limitación del ejercito a 100.000 hombres, el reajuste a las reclamaciones coloniales, la restauración de Bélgica, el desarrollo autónomo de Austria y de Hungría, la devolución de Alsacia-Lorena, la creación de la Sociedad de Naciones, etc. Dado que, Alemania fue la principal potencia perdedora de la guerra, era de esperarse que todas las reclamaciones fueran impuestas sobre ella, sin ningún tipo de contemplación.
Así lo comprendió el economista John Maynard Keynes, quien hacia parte de la delegación británica, pero ante la evidente lucha de intereses personales que primaron entre quienes negociaron la paz en Versalles, decide apartarse de su cargo. En primer lugar, Alemania confió en los Catorce Puntos de Wilson, como una salida que aseguraba la restauración de la estabilidad europea. Aunque, ya en las discusiones de Versalles había sido evidente que se trataba de un tratado que reinterpretaba las aspiraciones del pueblo francés, el silencio norteamericano y la complicidad inglesa. Podría decirse con seguridad que esta no podría ser la base de una paz estable y duradera para todos.
El tratado era un abandono de las promesas hechas a Alemania por parte de los Estados Unidos, para que se rindiera, y afectaba duramente el funcionamiento de su sistema económico interno, que para autores como Keynes estaba basado en tres elementos estructurales: su sistema de transporte y aduanas, la explotación y uso industrial del hierro y carbón; y el comercio marítimo (exportaciones, inversiones extranjeras, flotas, colonias). El acuerdo pretendió acabar con estos últimos dos aspectos, al exigirle ceder su flota, así como su comercialización con ellas. Por si fuera poco, las reparaciones económicas de más de 2000 millones de libras se hacían insostenibles en el largo plazo, o por lo menos no era posible el cumplimiento de las mismas al pie de la letra. A ciencia cierta, los promotores del tratado desestimaron en ese momento la necesidad de centrar todos los esfuerzos en la reconstrucción económica de toda Europa, más allá de imponer sanciones que, en últimas, tenían un carácter meramente moral.
Las implicaciones de dicha actuación, se manifestaron con el hundimiento de la productividad europea, la ruina del transporte, y la incapacidad de Europa, para adquirir sus provisiones en ultramar. Para evitar estos hechos, Alemania si o si debió reintegrarse a la economía europea, es decir, tenía que haberse considerado el poderío de la nación alemana, que aunque perdió la guerra, seguía siendo una potencia fuerte en términos políticos, económicos, militares e industriales. Por razones obvias, como menciono Hobsbawm, el tratado estaba condenado al fracaso desde el principio y, por lo tanto, el surgimiento de una nueva guerra era solamente cuestión de tiempo.
Otro de los aspectos imposibles de interpretar, era como los Estados Unidos optaron casi de manera inmediata por no firmar los acuerdos, hecho que en un mundo que había pasado de ser euro-céntrico y euro-determinado a un contexto de carácter global, no podía ser viable bajo ninguna circunstancia. De igual forma, el fracaso de la Liga de Naciones en su intención de evitar la II Segunda Guerra Mundial, así como en su eficacia para impedir el armamentismo Nazi, fueron unos de los principales elementos de fondo que ayudaron a crear, de forma indirecta, las condiciones necesarias para el belicismo del tercer reich.
El Tratado de Versalles no funciono como era de esperarse, y todos los partidos alemanes, desde los nacional-socialistas de Hitler hasta los comunistas de extrema derecha, coincidían en condenar el Tratado de Versalles como injusto e inaceptable. No solo la precaria estabilidad política y económica heredada por Europa al finalizar la guerra no se resolvió, sino que la política de debilitamiento económico impuesta sobre Alemania jugo en contra de la estabilidad de las potencias europeas que deseaban verla totalmente derrotada. Otro de los acontecimientos de fondo de camino a la Segunda Guerra Mundial, fue el aislamiento del escenario internacional impuesto a Alemania y a la URSS. Esta política estaba lejos de debilitar a estas dos potencias, sino por el contrario las hizo fortalecerse e identificarse con sus verdaderos objetivos.
Lo cierto es que ambas potencias fueron las más derrotadas en la Primera Guerra Mundial, más sin embargo, lograron recuperarse muy pronto en materia industrial, económica y militar, tal como es el caso de la Rusia post-zarista, donde el índice de crecimiento económico en la década de los cincuenta era el más alto que el de cualquier otro país de occidente.
Por otro lado, en el caso alemán, las duras imposiciones del tratado, conjuraron los malestares generados y acumulados en el interior del país en las décadas posteriores. En realidad, fue absurdo y destructivo para todos, arruinó tanto a los vencedores como a los vencidos. Precipitó a los países vencedores a la bancarrota y al agotamiento material, tal es el caso de Gran Bretaña, que no volvió a ser la misma a partir de 1918, debido a que había librado una lucha que estaba fuera del alcance de sus posibilidades y recursos. Y a los derrotados, como Alemania, al camino de la revolución y de los nacionalismos.
La Segunda Guerra Mundial tal vez podía haberse evitado, o por lo menos haberse retrasado, si en vez de intentar limitar el poder de Alemania se hubiera restablecido el sistema económico que funcionaba momentos anteriores a la guerra. Sin embargo, la realidad demostró que Alemania alimentaba su sed de venganza gracias al espíritu heredado de la guerra, hecho que los unió como nación. No estaban tan derrotados, ni mucho menos, sentían que el Tratado de Versalles era justo con la culpabilidad que países como Francia querían hacerles sentir. Por el contrario, estas duras condiciones solo ratificaban que se encontraban ante una paz que buscaba un solo culpable. Para resumir, el hundimiento del tratado originó una serie de tensiones con resultados adversos a los que en un inicio se habían planteado, tanto la nación alemana como la comunidad europea, no imaginaron que lo pactado sería el inicio de otra guerra aún mayor, que a diferencia de la primera se fundaría en base a tintes ideológicos.
La constitución del tercer reich Alemán, junto con los años venideros a 1920, donde la economía mundial se sumergió
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