Evolucion historica del sistema penitenciario
Enviado por Eric • 19 de Febrero de 2018 • 6.118 Palabras (25 Páginas) • 625 Visitas
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Hacia 1300 encontramos en Francia “La casa de los Conserjes” que fue transformada en cárcel y la famosa Bastilla, lugar donde se encerraba a los delincuentes políticos.
1.1.4 EDAD MODERNA.
Como vemos, la tradición de castigar a quien infringe una norma tiene su origen en tiempos inmemorables de la historia humana, hasta convertirse en componente de la cultura socio-legal.
Abandonadas las penas corporales (torturas) y la disponibilidad física individual (esclavitud, envió a las galeras y los trabajos forzados), la reacción social al delito ha ido lentamente racionalizando su motivo de ser. Ha cambiado de simple respuesta primordial a exigencia colectiva de la defensa social. Así, junto con la necesidad de salvaguardar el orden con el castigo surge la idea de custodia, aislando del consorcio social a todos aquellos que lo violan o lo ponen en peligro con su comportamiento delictuoso.
Es en la llamada Edad de la Razón donde nace una verdadera historia penitenciaria, la de los institutos o cárceles para la custodia permanente de los reos.
En Inglaterra, durante la primer mitad del siglo XVI se instaura la primera casa de corrección para mendigos, vagabundos y prostitutas, con objeto de frustrarlos y en esa forma corregir sus vicios, surgiendo así la Casa de Corrección de Bridwel en 1552.
Siguiendo su ejemplo en Amsterdam, a fines de ese mismo siglo, institutos para hombres y mujeres, donde se inició una incipiente readaptación social tomando como base el trabajo. Su característica fundamental era la férrea disciplina, la frecuencia de los castigos corporales y la persistencia de las condiciones de promiscuidad.
Creándose de esa manera a “Raphuis” lugar donde los internos trabajaban en el raspado de maderas que se empleaban como colorantes e incluía a vagabundos a prisión, otros que habían sido azotados y después recluidos, y algunos que eran detenidos por pedidos de los parientes y amigos en razón de una vida irregular.
Lo destacable es el trabajo como medio educativo, aunque existían castigos. Se labora continua y duramente. Había influencia de los luteranos, que eran partidarios del trabajo, y de los calvinistas, en cuanto a que no había que pedir placeres, sino fatiga y tormento. La disciplina era muy severa.
Su influencia fue manifiesta en las ciudades de la Liga Ansiática, como las alemanas de Bremen (1609), Hamburgo (1629), Danzin (1629) y Lubeck (1613)6. También en Suiza hubo establecimientos con trabajos para los internos, conocida principalmente Schellenwerke.
Una institución ya sensible a un tratamiento menos duro y más cercano a los conceptos modernos de reeducación social la encontramos en Roma, donde el Papa Clemente XI creó en 1703 el Hospicio de San Miguel, que todavía en la actualidad se encuentra en Porta Portese, de la capital Italiana, con objeto de acoger a los jóvenes delincuentes. El tratamiento reservado a ellos era esencialmente educativo, con tendencia a la instrucción religiosa y a la enseñanza de cualquier oficio que les permitiera vivir honestamente cuando regresaran al seno de la sociedad.
Este instituto tuvo el mérito de haber sido el primero en hacer una distinción entre jóvenes y adultos y haber hecho una posterior clasificación entre jóvenes ya condenados y jóvenes de conducta irregular.
Después la Spinhuis de 1597 para mujeres, dedicada a la hilandería y elaboración de encajes.
Estas casas estaban regidas por un reglamento detallado que previa manutención de los recluidos, cuidado médico, educación, disciplina, trabajo y asistencia espiritual.
En 1600 se creó en el Rasphuis una sección llamada “casa de corrección secreta”, para menores con problemas de desobediencia, considerados incorregibles y que eran enviados generalmente por sus padres a la institución.
El extremo rigor y la dureza en los métodos de enseñanza eran considerados necesaria y no deshonrosa, sino congruente para preparar a los internos a reintegrarse a la vida exterior.
El siglo XVII trae un nuevo impulso al reformismo, manifestando su preocupación por el hombre encarcelado a través de la declaración inglesa de 13 de febrero de 1689 en la que se prohíbe la imposición de penas crueles.
De esta forma se inició un movimiento general en Europa para desarrollar establecimientos correccionales, con características que fueron conformando las que habrían de ser las instituciones penales modernas.
Son cuatro los motivos fundamentales que estimulan la transformación de la privación de la libertad de la cárcel procesal o de custodia en una reacción social sustantiva: una razón de política criminal, otra penológica, otra fundamentalmente socioeconómica y una cuarta, el resurgir de la tradición canónica, en unión de las ideas religiosas del protestantismo.
En cuanto a la razón de la política criminal, esta es producida por la crisis del feudalismo, el desarrollo de la vida en las ciudades y las profusas y desgastantes guerras de la época, conjuntamente con la miseria de los trasterrados de las urbes destruidas por los ejércitos que consumían y destruían los lugares por los que pasaban.
La razón penológica es el desprestigio que en esa época había alcanzado la pena de muerte y la ineficacia de las penas como la picota, el destierro y las corporales, tan profusamente usadas, comprobadamente inútiles para detener la delincuencia y repulsivas por sus excesos y su nulo efecto en cuanto a la seguridad de la población.
La tercera causa del cambio es la respecto a la condena del ocio y el reconocimiento del imperativo del trabajo, sumados a las ventajas que este generaba a sus explotadores al proporcionar mano de obra barata en tiempos en que los salarios eran altos y en periodos en que el trabajo escaseaba se evitaban las protestas de los desempleados.
Se confirma que las casas de corrección son el verdadero antecedente de la reacción social carcelaria moderna y en ellas está el antecedente directo de las prisiones de los Estados Unidos de América, las que inauguran en el nuevo mundo el Régimen celular. Si bien estas casas estaban previstas para colocar en ellas a personas capaces de trabajar pero que no trabajaban y a otros “perturbados sociales”, todos ellos necesitaban de educación para el trabajo y para disciplinar su vida, corrigiendo su modo de vida anterior[6].
De ahí el nombre de casas de corrección, de enseñanza social para toda una caterva de individuos que la organización social de la época generaba.
El
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