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Historia de 1932

Enviado por   •  23 de Junio de 2018  •  15.812 Palabras (64 Páginas)  •  324 Visitas

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descubierto, sólo con machetes, sobre los fusiles y ametralladoras del Ejército. Quienes hacen tales relatos, tomados, a veces, de segunda y hasta de tercera versión, tratan de adjudicarles a los actores del drama una temeridad, que si bien no estuvo ausente, ésta no fue la regla general puesto que, en los hechos, los grupos insurrectos evadieron, con sensatez y en la medida de lo posible, el combate frontal con las tropas gubernamentales mucho mejor armadas y preparadas. En lo que concierne a los que combatieron la insurrección, las exageraciones y mentiras de toda índole, que las fuerzas represivas hicieron circular, como decir múltiples asesinatos, violaciones de mujeres, saqueos, incendios, etc. Y, en especial, la especie de que enfrentaron en combate a miles y miles de hombres fanatizados que menospreciaban la muerte, estuvieron inspiradas, por una parte, en el evidente propósito de aparecer ante los ojos de sus simpatizantes como héroes salvadoreños de la sociedad y, por la otra, con la intención de justificar el genocidio, que cobraba miles de hombres, mujeres y niños. En los operativos militares, según relata J. Schlesinger, “se hicieron verdaderas razzias comunistas”, y, refiriéndose este autor a Juayúa, expresa que “una vez dominada la situación”, se hizo “un recorrido general a todas las montañas circunvecinas para limpiarlas de rebeldes, tarea en la que tomaron parte los civiles, habiendo un número crecidísimo de bajas entres los insurgentes. Muchos de ellos se habían refugiado en sus ranchos, de donde se les sacó para fusilarlos”.18 En su desesperada huida, no fueron pocos los campesinos que buscaron escondite en las ramas de centenarios árboles, de donde fueron derribados a tiros de fusil como enana practica deportiva. Quiero referirme, especialmente, a una pequeña obra. Se trata del libro de Joaquín Méndez h., los sucesos comunistas en El Salvador.19 Este pequeño trabajo, del género reportaje, tiene, entre otros, los siguientes méritos: 1) es, propiamente, el testimonio de un simpatizante de la represión habida, que narra lo que vio y escuchó, como él dice, en “un reportaje ajustado a los datos recogidos en el propio lugar de los acontecimientos… sin comentarios. ¿Para que?”20; 2) el recorrido lo hizo por la zona del levantamiento en la primera semana de febrero, visitando Sonsonete, Sonzacate, Izalco, Nahuizalco, Juayúa, Salcoatitán, Ahuachapán, Tacuba, Santa Ana y La Libertad. Es decir, cuando aún la represión vertía abundantemente la sangre campesina, y en 18 Jorge Schlesinger, op. Cit. 19 Joaquín Méndez, h., los sucesos comunistas en El Salvador. Imprenta Funes y Ungo. San Salvador, 1932. 20 Ibidem 21 Masacre al occidente del país. Foto: Museo de palabra y la imagen. momentos en que las leyendas negras contra los insurrectos aún no habían sido inventadas. Cabe destacar que el periodista Méndez, h. recibió todas las facilidades oficiales para movilizarse, de parte de las autoridades y personalidades lugareñas, de quienes, asimismo, recibió versiones sobre los sucesos; 3) el libro vio la luz en abril de 1932, por lo que puede estimarse que fue escrito entre la segunda quincena de febrero y principios de marzo, después de que el autor recorriera “las mismas rutas por donde las falanges terroristas, haciendo alto en las poblaciones donde sentaron sus reales por el efímero plazo de algunas horas, y donde dejaron, como las huestes de Atila, una huella imborrable de su paso”.21 Fue, por consiguiente, una obra fresca y, me atrevo a afirmarlo, la primera que se escribiera sobre los sucesos que, según el autor, “amenazaron seriamente con derribar la estructura social del país”.22 Un escueto resumen acerca del tiempo que duraron las acciones insurrecciónales en las poblaciones ya mencionadas por el periodista Méndez h., arroja los siguientes datos: algunas poblaciones fueron ocupadas solamente media hora, y el tiempo máximo de ocupación llegó a sesenta y cinco horas – menos de tres días -. Tal fue el caso de Tacuba, siguiéndole Izalco. Un elemento importante que debe tomarse en cuenta, para juzgar el ritmo de la matanza que se perpetrara llegada la hora de la respuesta gubernamental – que fuera sumamente rápida -, es que, participantes o no en la insurrección, eran gente en desbandada, inerme. Inmediatamente después de la insurrección, comenzaron a tejerse una serie de relatos que llegarían a formar la leyenda negra sobre la insurrección. Se 21 Ibidem. 22 Ibidem. Zonas del levantamiento del 32 22 empezó a hablar de centenares y hasta miles de vidas segadas por la mano de los comunistas, así como de violaciones de mujeres y niñas apenas entradas en la pubertad. Por esta razón, es sumamente ilustrativo traer a cuento, desmentidos de testigos presénciales. Así, cuando empezaban a salir las más infames calumnias, un habitante de Juayúa, que viviera la experiencia de la ocupación de la ciudad a manos de los insurrectos, tuvo un rasgo de entereza, verdaderamente insólito en aquellos momentos de terror, pánico ante la represión. Él publicó en el diario La Prensa (7 de febrero de 1932) una carta en la que desmentía, categóricamente, que hubiera habido violaciones, subrayando que no se había dado ni un tan solo caso; y que, además, era falsa la especie de que se hubiera obligado a las mujeres ricas a moler maíz para alimentar a las tropas de los insurrectos.23 Citemos, asimismo, el testimonio de uno de los viejos testigos, recogido cuarenta y tres años después de los sucesos de enero de 1932: El líder del movimiento “comunista” en Juayúa fue el señor Francisco Sánchez, indígena jornalero de una finca del municipio. Este hombre tuvo un gesto de mucha lealtad a sus patronos, ya que los indujo a salir de la propiedad para que no fueran asesinados. A Francisco Sánchez lo fusiló la tropa frente a la iglesia parroquial, junto con otros muchos campesinos que pudieron se más de 200. Según lo manifestaron los informantes que presenciaron estos hechos “fue algo terrible… mire, es porque hombre… si es que francamente, si nosotros en ese tiempo no teníamos seguridad de la vida. Aquí tanto que sufrimos cuando entraron estos campesinos, como cuando entró la tropa…””…es que cuando entró la tropa, le decía algún enemigo… este es comunista y ya lo fusilaban”.24 Por otra parte, muchos años después, un anciano, testigo local de los acontecimientos de enero de 1932, se expresaba así: “Dos días permanecieron “los comunistas” en el pueblo, dirigidos por el señor Francisco Sánchez, originario de Juayúa. Ofrecían tierras a todos los campesinos para que los apoyaran. Ellos “no mataron gente”, sólo asaltaron las tiendas y negocios, saquearon graneros y botaron cereales. Cuando entró la tropa murió mucha gente… por que ellos mataban parejo… no sabían si este era comunista”. “fusilaron

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