Hugo Grocio: guerra por medio del derecho

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Se dice que el derecho a la guerra tiene sus bases en el derecho natural ya que existe un derecho natural a castigar, así introduce la posibilidad de imponer sanciones sin que exista un derecho positivo; tal como sucede en la sociedad internacional que se rige bajo la anarquía.

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Grocio sostiene que los Estados deben ser considerados como individuos que persiguen sus intereses y se encargan de prolongar su supervivencia en el sistema, y como tales deben estar sujetos al derecho natural.

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La premisa de la que Grocio parte con respecto a la guerra es que es un fenómeno inevitable cuyas raíces se encuentran en la condición humana.

Acepta y ajusta la guerra como un fenómeno reconocido por el manifestando que la guerra es el medio a través del cual los derechos de los Estados se hacen cumplir.

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Un Estado tiene derecho a castigar a otro que viole sus derechos mediante la guerra, puesto que visto el Estado como un individuo se le concede el derecho a castigar que tienen los individuos en el estado de naturaleza.

Es el derecho natural el encargado de determinar las causas de la guerra justa. Estas causas justas son: la defensa contra la injuria efectiva o amenaza del enemigo, la recuperación de lo que le es debido al Estado ofendido e infringir castigo a un Estado que haya obrado injustamente.

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Ius in bello.

“Por ius in bello se entiende actualmente un cuerpo de normas que rigen la conducta en las hostilidades, las cuales se aplican por igual a todos los beligerantes, sea cual fuere su posición en lo referente a la licitud de la guerra” (Echevarría, 2014)

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Grocio propone los “temperamenta belli” para fijar moderación en las prácticas de guerra. El primero de ellos es respetar la vida de los inocentes, en especial la vida de mujeres y niños, así como la de aquellos cuyo género de vida es ajeno a las armas, como los clérigos, cultivadores de las ciencias y las artes beneficiosas para la Humanidad, los pastores o los comerciantes. Asimismo reclama la moderación en la destrucción de bienes y tierras del enemigo, afirma que no se justifica la destrucción de cosas necesarias para su subsistencia así como la destrucción de templos u obras de arte.

Quien hace una guerra justa tiene derecho a asesinar a los enemigos, tomar prisiones (siempre y cuando como se dijo anteriormente no sean mujeres, niños y personas ajenas a la guerra) y de ejercer el pillaje como medio de resarcimiento de los daños causados sin que por ello se caiga en excesos.