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Juan Carlos Puig, “América Latina: Política exterior comparada”

Enviado por   •  13 de Diciembre de 2018  •  3.657 Palabras (15 Páginas)  •  495 Visitas

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Jaguaribe ha insistido en demostrar la posibilidad concretas de utilización para determinados Estados periféricos que fluyen de lo que él llama “permisividad” del sistema internacional. José Luis Imaz, cree que la teoría de la dependencia corre el riesgo de tranquilizar las conciencias, de desligar la responsabilidad. De creer que los males son resultantes de ajenos.

La “teoría de la de autonomía” para evitar esto, se debe comprender la estructura y funcionamiento del régimen internacional que permita desentrañar los reales condicionamientos que de él fluyen.

Autonomizar significa ampliar el margen de decisión propia y implica recortar el margen de que disfruta algún otro. El logro de mayor autonomía supone un juego estratégico previo de suma-cero, en el cual alguien gana lo que otro pierde. Todo planteamiento autónomo supone un contenido estratégico, en el sentido que implica una dialéctica de voluntades que emplean la fuerza para resolver el conflicto.

El pensamiento latinoamericano progresista ha supuesto para obtener concesiones de los países desarrollados basta con argumentar en base a las ventajas que surgirían en el futuro, tanto para los países en desarrollo como para los países en desarrollo como para los desarrollados, si estos últimos consienten las reformas que reclaman. Pero los países desarrollados no lo perciben así, para ellos es un juego estratégico de suma-cero, lo plantean en términos de ganancia y pérdida. Para un buen diagnóstico hay que tener en cuenta cómo perciben la realidad los que del lado enemigo adoptarán las decisiones estratégicas.

Waltz se ha propuesto una revisión de las teorías tradicionales para comprobar si una determinada teoría es válida. El autor calificaría las teorías de las RRII en dos especies: reduccionistas y las sistemáticas. Las reduccionistas no cumplen los requisitos del test, son insuficientes y las aproximaciones analiticas deben ceder el paso a las sistematicas. Las sistemáticas son auténticamente sistemáticas al no establecer ninguna de ellas los condicionamientos que derivan del mismo sistema, las interacciones son interacciones entre unidades del sistema. Para distinguir los sistemas políticos internacionales de otras sistemas internacionales, y para diferenciar las fuerzas que operan a nivel del sistemas de las que lo hacen a nivel de las unidades componentes es preciso demostrar cómo las estructuras políticas se generan y cómo afectan y son afectadas por las unidades del sistema. Waltz sostiene que hay un error tradicional al suponer que los sistemas políticos interno son centralizados y jerarquizados mientras que los sistemas políticos internacionales opera en relación de coordinación. Las unidades del sistema, los Estados, desarrollan un sistema anárquico. El poder relativo se aprecia comparando las capacidades específicas de cada una de las unidades.

Puig resalta que hay una contradicción en la reflexión tradicional: comunidad formada por Estados soberanos e iguales pero que se desigualan por sus capacidades. El autor propone pensar que el sistema internacional constituye y régimen jerárquico y se ordena a través de principios que muchas veces son impuestos.

Decir que, dentro de un grupo de humanos , existe un régimen político implica reconocer la existencia de un orden de conducta de reparto, esto se entiende por toda aquella conducta que tiene como resultado atribuir a hombres determinado por potencias e impotencias. La potencia está constituida por todos aquellos elementos de la realidad que enaltecen y facilitar la existencia humana; impotencia, por todo aquellos que la dificulta o degrada. Algunos repartos son aceptados y compatibles con la cultura predominante y otro no.

Todo reparto tiene dos protagonista que son repartidores y recipiendarios. Se pueden detectar “repartidores supremos“ quienes cumlen la función de establecer criterios supremos de reparto, pero también se ocupan de supervisar su aplicación. Además suelen existir los “repartidores intermedios” que cumplen la función de: a) imponer y comprobar de criterios intermedio de reparto en áreas limitadas por territorios o de función; b) transmite demandas de recipiendarios a los repartidores.

Esta concepción permite superar algunos problemas: primero, pueden existir repartidores supremos y criterios supremos de reparto sin necesidad de que se formalice a través de una constitución o de leyes fundamentales. Un grupo de humanos puede tener una conducción centralizada y adaptar su comportamiento a pautas espontáneas e impuesta sin necesidad de que se sustancian a través de un gobierno formalmente organizado. Segundo, adoptar el reparto como elemento básico de la realidad social internacional facilita la comprensión del fenómeno en virtud del cual repartidores supremos o intermedios nacionales pueden al mismo tiempo desempeñar el papel de repartidores supremos o intermedios internacionales. Lo repartos son internacionales cuando se afectan a individuos que pertenecen a diversas poblaciones nacionales.

Esto nos permite suponer que existe un régimen político internacional y también regímenes culturales, económicos y de participación.

Puig enfatiza en algunos criterios de repartos:

a) Posesión de una potencialidad de destrucción masiva como regla dinámica formal: Potencial de destrucción masiva permite destruir completamente y en forma casi instantánea al enemigo. Esto constituye un criterio supremo de reparte de carácter dinámico, una regla de juego político aceptada para alcanzar el rango de supremo repartidor internacional (solo los jefes de Estados de las superpotencias desempeñan esta función). El Tratado Sobre No Proliferación de Armas Nucleares es un típico tratado desigual, ya que los Estados que no los poseen deben renunciar a esta opción, en cambio, los Estados que ya los tiene no sacrifican nada. Los repartidores supremos, es decir, los gobernantes de EEUU y de USRR aseguran el orden a través del sostenimiento de los criterios supremos acordados e impuestos después de las 2GM. El régimen internacional actual preserva el orden de repartos y desalienta cualquier intento de transformación dialéctica que pudiera ser impulsado por uno de los repartidores supremos. El régimen internacional actual se puede da entre supremos repartidores internacionales situaciones de extrema tensión (guerra fría) o de relativa cooperación (coexistencia pacífica).

La rivalidad de estas dos potencias en el ámbito de un sistema que ellos mismo construyen, implica un acuerdo mínimo respecto de criterios puntos esenciales, necesarios para la conservación de dicho orden. Las RRII, mientras

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