LA GESTIÓN DE LA IDEOLOGÍA POLÍTICA ESTADUNIDENSE.

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Las dos visiones contrastantes de gobierno de Thomas Jefferson y Alexander Hamilton traicionados dos concepciones diferentes del poder estadounidense y el pueblo estadounidense. Para Hamilton, fuerza de Estados Unidos radica en su comercio. América de Hamilton fue un Estados Unidos de los hombres de negocios, empresarios, banqueros y financieros. El gobierno necesitaba para ayudar a estas personas a competir en un mercado global. Y sólo el gobierno nacional podría hacer eso. Hamilton era sospechoso de los gobiernos estatales, en deuda, ya que eran para reducir los intereses locales.

Mientras Jefferson compartía la admiración de Hamilton para comercial de Estados Unidos podría, acababa de regresar de una temporada en Europa la negociación de tratados de libre comercio, que profundamente en desacuerdo con Hamilton sobre la base de maquillaje del pueblo estadounidense. Financistas de Hamilton, Jefferson afirmó, eran las élites comerciales parasitarias, que dependen de su éxito en el trabajo virtuoso de pequeños terratenientes independientes. El gobierno, Jefferson creía, no tenía la responsabilidad de ayudarlos. Si el gobierno se va a ayudar a nadie, hay que ayudar a los agricultores en los cuales se alimentaban los Comercializadores. Y la mejor manera de ayudar a los agricultores, Jefferson argumentó, era dejar el poder real cerca de ellos, en sus gobiernos estatales, y mantener el gobierno federal de su camino.

Aunque Jefferson y Hamilton lograron trabajar juntos razonablemente bien en un primer momento, sus relaciones se convirtieron cargada como la presidencia de Washington se prolongó. Para febrero de 1791, los dos fueron encerrados en una lucha directa, librando una guerra periódico por poder. Jefferson odiaba conflicto, ya menudo pensaba en renunciar, pero odiaba Hamilton más, y así se negó a darle la satisfacción. En algún momento de 1793, el conflicto acaba de llegar a ser demasiado para Jefferson. Tal vez él decidió que iba a ganar esta lucha a través de otros medios que no sean el debate dentro del gabinete de Washington. El 5 de enero de 1794, el presidente aceptó la renuncia de Jefferson como secretario de Estado, y Jefferson partió de inmediato hacia Monticello. Del mismo modo que lo había hecho cuando terminó su mandato como gobernador de Virginia, afirmó que todos los que quisieran escuchar que estaba verdaderamente retira de la vida pública, que esta vez se movía a casa para siempre. Al igual que antes, ninguno de sus amigos le creyó. Si Jefferson hubiera sido más honesto consigo mismo, no habría creído tampoco.