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LA MUJER EN LA CIENCIA "BIOQUÍMICA CLÍNICA " Y LA TECNOLOGÍA.

Enviado por   •  14 de Abril de 2018  •  9.965 Palabras (40 Páginas)  •  275 Visitas

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Gráfico Nº 1: http://recursostic.educacion.es/

Primera, segunda y tercera ola feminista

La primera ola feminista considera los siglos XVIII Y XIX con las voz “Sin derechos civiles para las mujeres no hay revolución” Piden la abolición de los privilegios masculinos así como se exigía la de los aristócratas contemplando los derechos matrimoniales, al trabajo, a la capacitación profesional, a la educación y al voto; con lo cual redactan cuadernos de quejas, se organizan en clubs y defienden la razón y la soberanía, también para las mujeres, se efectúa la crítica de la condición femenina y de las relaciones de poder entre los sexos, como si procedieran de la naturaleza llegando a enfrentar a los amos del saber, de la riqueza y del poder. Cabe considerar a grandes voces de este primer enfrentamiento como son Emilie du Châtelet (Francia, XVIII) “Soy yo misma una persona completa, responsable sólo ante mí por todo cuanto soy, todo cuanto digo, todo cuanto hago, y cuando sumo el total de mis gracias confieso que no soy inferior a nadie” y Mary Wollstonecraft. (Inglaterra, XVIII) “No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas” (Instituto Universitario de Investigación de Estudios de Género (IUIEG), 2015)

Durante la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX transcurre la segunda ola del feminismo con la voz “Sin derechos políticos para las mujeres no hay paz ni democracia” Piden el sufragio universal, la educación superior, el acceso a las profesiones y a cargos de todo tipo, las condiciones laborales (exigen igual salario) y los derechos y deberes matrimoniales equiparables a los de los varones. Estas mujeres median por la paz vindicando su condición de libres e iguales. Se vuelven activas y cosmopolitas escriben, publican, viajan, intercambian ideas y experiencias, escandalizan, se arriesgan, se asocian, se oponen a las autoridades, desafían al poder, consiguen adhesiones, efectúan alianzas interclasistas, interracistas e internacionales, practican el control de la natalidad, se declaran librepensadoras y ante todo exigen coherencia con las ideas de justicia e igualdad a sus compañeros de izquierda e incluso a la Iglesia. Cambian su vestimenta como símbolo de revelación, se cortan las faldas y el cabello, se quitan el corsé y salen libres a practicar deportes, conducir coches y aviones, frecuentando locales de esparcimiento, diversión y relación social. Cabe considerar a Emmeline Pankhurst (Inglaterra, XIX-XX) “ Si la civilización estriba en progresar hacia el futuro, ha de ser a través de la ayuda de las mujeres liberadas de sus grilletes políticos, mujeres con plenos poderes para ejercer su voluntad en el seno de la sociedad” (Instituto Universitario de Investigación de Estudios de Género (IUIEG), 2015)

En la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI con la voz “Sin derechos sociales para las mujeres no hay derechos humanos ni justicia” se da inicio a la tercera ola donde se afianza el pensamiento feminista en análisis y descripción del patriarcado y de las desigualdades y discriminaciones de sexo-género describiendo las injusticias como impuestas por las culturas y no por la naturaleza. Se da una gran incorporación a la educación secundaria, superior mixta y a oficios, empleos y profesiones. Aparecen como candidatas elegibles y electoras que influyen en las instituciones internacionales, nacionales y locales. Las mujeres se siguen mostrando autónomas con el uso masivo de pantalones, el control de su fecundidad (uso de anticonceptivos y despenalizando el aborto) y la libertad al divorcio. Se cambian códigos y legislaciones a favor de la igualdad de género. Surgen el feminismo socialista, radical o liberal; feminismo de la igualdad o de la diferencia, ciber y ecofeminismo. Se abren caminos feministas nuevos y otras versiones, actividades y propuestas como con Celia Amorós (España, XX-XXI) “Las mujeres tenemos aún mucho que pensar y dar que pensar para salir del lugar del no-reconocimiento, de la no-reciprocidad, por tanto, de la violencia” (Instituto Universitario de Investigación de Estudios de Género (IUIEG), 2015)

Como se puede apreciar la lucha feminista a transcurrido un largo camino puesto que la discriminación de la mujer ha sido constante a lo largo de muchas etapas de la historia de la humanidad, en base a una supuesta inferioridad del llamado “sexo débil” y cabe recalcar que esta lucha no ha terminado y deberá seguir defendiendo a capa y espada las libertades de las féminas; sin embargo en pleno siglo XXI el concepto de los feminismos ha sido alterado por la sociedad en razón de que es el rechazo al hombre y la adquisición de un comportamiento masculino o sino por la creencia de que los feminismo han llegado a su máximo esplendor y ya se poseen todos los derechos y libertades reclamados, dejando a un lado a la búsqueda de igualdad y equidad de género, cuando la realidad es que pese a todo los logros obtenidos es persistente el sexismo, la falocracia y la hegemonía por costumbres primitivas, por lo cual el romper las metáforas culturales que imperan en la sociedad y hacer entender al varón que su rol ha cambiado y que debe ayudar a crear una complementariedad con la mujer, sobre todo en materia de hogar y compromiso emocional es vital ya que como menciona Carlos Marx y Friedrich Engels “la igualdad política entre los sexos era una condición necesaria para la plena emancipación de la sociedad”

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Orígenes del feminismo en el Ecuador

Dos mujeres indígenas cuyo papel es sustancial en el feminismo de las primeras décadas del siglo XX: Dolores Cacuango y Tránsito Amaguaña: Dolores Cacuango nació el 26 de octubre de 1881 en el norte de la provincia de Pichincha, en San Pablo Urco, una parcialidad de la hacienda Moyurco, donde sus padres Andrea Quilo y Juan Cacuango trabajaban como peones. A pesar de descender de antiguos caciques de la zona y de tener un apellido que le daba un ascendente de prestigio, vivía en condiciones de extrema pobreza, al igual que los trabajadores de la hacienda agrícola en la que nació, vestigios sociales de la época colonial. Sus palabras calaron en la conciencia y el corazón de quienes la escuchaban. Con un discurso sencillo y profundo supo exponer sus ideas y reclamar las injusticias, imponiendo un indiscutible liderazgo.

Su espíritu rebelde e inconforme la mantuvieron activa como líder social formado sindicatos en la localidad de Pesillo, además de la primera organización indígena del Ecuador, entidad que formó junto a Tránsito

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