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LA PIRÁMIDE DE KHUFU (KEOPS)

Enviado por   •  1 de Octubre de 2018  •  2.919 Palabras (12 Páginas)  •  278 Visitas

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[pic 7]

En otras palabras, en la época de reinado del faraón de la IV dinastía Khufu, hacia el 2500 a.C., la estrella que hacía las funciones de polar no era Polaris sino la estrella alfa de Draco, Thuban. Esta estrella se situaba hacia el 2800 a.C en su posición más cercana al polo Norte celeste, pero por la precesión su declinación decreció regularmente al ritmo de 33’ de arco por siglo, pasando desde los casi 90º hasta los 88.5º hacia el año 2500 a.C. Este pequeño desplazamiento de su posición respecto al eje polar no habría permitido realizar una orientación precisa de los lados de la pirámide en el sentido N-S, a menos que durante la observación de Thuban se hubiese considerado como válida únicamente su posición en el momento de su culminación superior o inferior, lo cual no hubiera sido en absoluto sencillo para los primitivos instrumentos con los que contaban los egipcios.

Pero, ¿conocían los antiguos egipcios el fenómeno de la precesión de los equinoccios?. No resulta sencillo contestar a esta pregunta, máxime si ningún documento egipcio se refiere a este fenómeno explícitamente. No obstante, aunque el descubrimiento de la precesión de los equinoccios se atribuye comúnmente a Hiparco (s. II a.C.), Proclus Diadochus afirma en el Comentario de Timeo IV que los egipcios no sólo descubrieron el avance de las estrellas fijas sino también la precesión de los equinoccios, resultante de la precesión del eje del mundo. Esta misma opinión es seguida por Zaba.

Una tercera opción, podría consistir en la observación de la culminación (momento en el que una estrella alcanza el eje norte-sur) de una estrella circumpolar. Pogo, sugirió que los egipcios podrían haber observado la estrella Mizar antes del 1500 a.C. para la obtención de las alineaciones N-S.

Neugebauer propone un método simple de alineación empleando un gnomon y la proyección de su sombra por el Sol. Según este autor, los egipcios podían definir aproximadamente la orientación de la base de la pirámide. Un piramidión podía colocarse en el entro de esta base. La proyección de su sombra a lo largo del día definiría en su lado Norte un arco que sería marcado en el suelo. Cuando la distancia entre las esquinas SO - NO en dirección al arco fuese igual a las de las esquinas SE – NE hasta dicho arco, entonces la orientación N-S de los lados Este y Oeste de la pirámide sería correcta.

[pic 8]

La orientación y la gran precisión de sus lados respecto a los puntos cardinales demuestra, en todo caso, el empleo de una alineación astronómica, aunque no nos sea posible determinar con seguridad sobre que astro se realizaba ésta. Las pirámides podían orientarse hacia el norte utilizando métodos astronómicos, pero también podían orientarse respecto a otros puntos topográficos importantes. En el caso de la pirámide de Khufu sabemos que, además de su orientación astronómica, también tiene una orientación topográfica intencional.

Si trazamos sobre un mapa una línea perpendicular al lado Norte de la pirámide de Khufu apreciaremos como ésta se dirige exactamente a la antigua localidad de Khem (Letópolis), capital de un nomo del Bajo Egipto. La distancia entre Letópolis y la pirámide de Khufu es de 15.75 km, es decir, 30.000 codos egipcios (un codo egipcio son 0.525 m) ó 100 estadios egipcios (un estadio egipcio son 157.5 m, siendo ésta la medida empleada por Eratosthenes cuando calculó la longitud de la circunferencia de la Tierra en el siglo III a.C.).

Una perpendicular a esta línea hacia el Este, desde Letópolis, llega sorprendentemente hasta Iunu (Heliópolis), separada precisamente por otros 100 estadios egipcios. Para complicar aún más esta serie de orientaciones, la diagonal SO-NE de la base de la pirámide se dirige obviamente a Heliópolis, completando así un triángulo en el que la hipotenusa es la línea que une la pirámide con Heliópolis. Este hecho fue descubierto por Goyon. ¿Es esto una casualidad?, evidentemente no debería serlo.

Heliópolis es el gran centro de la teología solar donde se adoraba a diversas formas de la divinidad solar como Atum o Ra. Era un centro de enorme prestigio e influencia y así lo siguió siendo durante toda la historia del Egipto faraónico. Hoy en día no queda el menor rastro de este lugar y sólo un obelisco de la XII dinastía indica el lugar donde en otro tiempo se alzó el gran templo heliopolitano. Letópolis no era un centro tan importante pero se decía que de allí venía el Horus que participaba en el ritual de la apertura de la boca del difunto faraón, detalle sobre el que volveremos cuando hablemos de los llamados “conductos de aireación” de la pirámide.

Es hora ya de abandonar las características exteriores de la gran pirámide e introducirnos en su interior . El acceso al interior de la pirámide de Khufu está, como es habitual, en la cara norte, pero a 15 metros de altura sobre el nivel del suelo de la base y desviada 7.29 metros al Este del eje central.

[pic 9]

No obstante, hemos de recordar que dicha entrada fue en su tiempo totalmente secreta pues un bloque de revestimiento se dispuso en ella camuflándola por completo. La cara Norte, como las otras, presentaba una superficie lisa y homogénea en donde no era posible observar ninguna entrada. Así mismo, la pronunciada pendiente impedía cualquier intento de escalada, mientras no se perforase su revestimiento. La tradición árabe medieval nos ha legado numerosos relatos que intentan explicar como se descubrió la entrada secreta de la gran pirámide. Según el historiador árabe Macudi, el califa abásida de Bagdad Abdullah al-Mamun , hijo del protagonista del famoso relato de Las mil y una noches , Harun al-Rashid, quiso penetrar en la gran pirámide para hallar sus legendarios tesoros pero, al no hallar la entrada secreta excavó un túnel de diez metros de longitud hasta encontrar un recipiente de esmeraldas de 1000 dinares de oro.

Otro historiador árabe llamado Kaisi escribió en el siglo XII que al-Mamun encontró en una sala cuadrangular una gran estatua de piedra verde con una tapa, en cuyo interior había un cadáver revestido con una cubierta de oro con incrustaciones de piedras y sobre su pecho una espada repleta de lujosos adornos. Lo cierto es que estos relatos están llenos de fantasía y es difícil reconstruír lo sucedido. No obstante, aquel que accediese al pasillo descendente de la pirámide, no lo hizo descubriendo la entrada secreta sino perforando un túnel que discurre unos metros por debajo de aquella, lo que podría indicar que, de algún modo, tenían una idea aproximada de

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