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LOS CUERPOS ARMADOS DEL SIGLO XIX SOBRE EL TERRITORIO ARGENTINO.

Enviado por   •  8 de Marzo de 2018  •  3.095 Palabras (13 Páginas)  •  326 Visitas

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en la población. Traduciéndose en revueltas y levantamientos populares . Al mismo tiempo, figuras con carácter, por momentos líderes populares, son los que llevaran la voz de mando en estos cuerpos armados. Tanto para el alzamiento en contra del Estado, como para más tarde en defensa del mismo. Estos jefes militares, fueron consolidando su poder sobre las esferas de la economía agroexportadora. Transformándose de este modo en la clase oligárquica que dominaría el país hasta bien entrado el siglo XX y que sería la base de su sustento político. Esta apertura mercantil contó también con el apoyo de gran parte de las clases propietarias y del propio Estado, y que al mismo tiempo se veían beneficiados del prospero avance económico. Sobre el contexto de una crisis económica-social luego de la guerra con el Brasil, una figura es la que emanará de esta nueva clase terrateniente. Juan Manuel de Rosas será el hombre en el cual la política llevará adelante sus procesos de cambios del caos hacia el orden social que la etapa revolucionaria había dejado. Las reacciones en contra de este nuevo liderazgo político no tardaron en manifestarse. En 1839 un grupo de gauchos milicianos se alzaron ante el fastidio de las políticas de Rosas en un contexto de bloqueo naval e inestabilidad económica. Los llamados Libres del sur, fueron comandados por sus respectivos líderes locales a emprender una lucha que más tarde seria aplastada fácilmente por las guardias fronterizas . En este episodio observamos claramente como el poder político y sobre todo militar, aún estaba fraccionado en diversas regiones del país. También, la eficacia del Estado que se va afianzando, es una muestra clara del compromiso que va a ir adquiriendo a lo largo del siglo XIX para construcción de un orden social y a nivel nacional.

Luego de la batalla de Caseros y la posterior caída de Rosas en 1852, de forma nuevamente violenta entre unitarios y federales, se abriría una nueva etapa de luchas sangrientas en donde la guerra, tanto civil como extranjera, será la moneda corriente. Lo que la caída de Rosas trajo consigo fue una serie de proyectos alternativos al modelo nacional vigente. A parir de allí, el resurgir de una nueva clase terrateniente ilustrada asumirá el mandato de construir la Nación en paralelo al Estado, que la etapa rosista había dejado inconcluso. Esta clase será la que en gran medida, asiente su poder político por medio de la expansión territorial sobre la campaña, transformándola en guías y representantes del Estado . Por su parte, la sociedad respondería de manera reciproca a la autoridad y liderazgo que estos nuevos sujetos políticos emanaban. Sin embargo, la etapa de construcción de un Estado Nacional, será pura y exclusivamente trabajo de las elite letradas. Sin embargo no debemos negar que el rol que jugaron los terratenientes y el cuerpo armado no haya sido un papel secundario. Al contrario, el aporte al desarrollo de la construcción del Estado Nacional, como también el sustento y el continuo aporte a la pervivencia del mismo, serán una pieza clave para su evolución. Las consecuencias de la gran guerra contra el Paraguay que emprendió el gobierno de Bartolomé Mitre, deterioró la imagen del partido que el mismo controlaba (Partido de la Libertad), sino que en sentido opuesto, el papel que jugará el Ejército Nacional será predominante puesto que, al verse obligado a ampliar su cuerpo de oficiales le permitirá volver a adquirir posiciones de respetabilidad e influencia en el ámbito político .

Luego de la batalla de Pavón y la victoria de Buenos Aires frente a la Confederación, se abriría otra etapa en donde la provincia victoriosa emprendería la organización nacional y la purga definitiva sobre aquellos sectores que aún se consideraban legítimos. Todo grupo o movimiento que se amotinara o resultase desobediente al nuevo esquema político sería considerado de ahora en más como “levantamiento o “rebelión interior” . Las fuerzas armadas de Buenos Aires llevaron la vanguardia hacia la organización del territorio al fusionarse con la Guardia Nacional, los Ministerios de Guerra y Marina, y la Inspección y Comandancia General de Armas en el gobierno de Mitre. . Este es un punto clave para entender de qué modo y por medio de qué vías, se aplicó en lo concreto la organización nacional. Es decir, el Ejercito Nacional comandado por Buenos Aires, iniciaría sobre el interior del país una especie de “conquista” sobre aquellas provincias que aun eran consideradas como insurrectas. Para llevar a cabo la imposición del “orden” sobre el interior era necesario que además, de establecer la coacción sobre los habitantes, hubiera una apropiación directa del Estado Nacional sobre las instituciones e instrumentos que regulaban el poder de cada provincia. Llámese poder judicial, militar, o sobre el ámbito económico. Existió también, una fuerte financiación sobre el Ejército a partir de 1863, en donde un alto porcentaje del presupuesto del gobierno estaba destinado a los Ministerios de Guerra y Marina. Por naturaleza, las provincias tendrían un carácter de resistencia ante el avance de Buenos Aires por intentar cuajar de raíz sus tradiciones posrevolucionarias. Las mismas habían sido el mecanismo de control que ejercían los poderes locales sobre un sector de la población.

En tanto que las provincias, ante el avance de la centralización porteña, establecieron fuertes resistencias y que según en cada región, encontraremos particularidades y aspectos complejos de cada realidad. En torno a este fenómeno, se nos presenta una figura que ha sido ampliamente difundida por un vasto espectro de autores y a su vez, una gran variedad de enfoques diversos. Entendemos que el Caudillo, caudillismo o liderazgo político en el siglo XIX, es un tema particular de cada lugar y momento histórico. Y por lo tanto, debe ser analizado y reflexionado teniendo en cuenta el contexto cultural, político y social en el cual vivieron. Pero, a pesar de todos los disensos que encontramos entre los historiadores contemporáneos o entre los actores que vivieron dicho fenómeno, podemos hacerlos coincidir en que, en todos los casos la violencia y la lucha típicamente armada fue un rasgo característico de estos movimientos. Es más, debió haber existido (no solo pasiones violentas) fuertes motivaciones (materiales, sentimentales, de protección, etc.) y lazos complejos que van más allá de la relación patrón-cliente, para que el fenómeno trascienda en toda la segunda mitad del siglo XIX . No solo en el aspecto característico de “resistencias” estampadas sobre las provincias, vino a establecer un confrontamiento constante con quienes deseaban llevar a cabo el orden político nacional. Sino también, en lo que refiere al

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