LOS POBLADOS DIRIGIDOS Y DE ABSORCIÓN DE MADRID
Enviado por Sara • 13 de Octubre de 2018 • 3.497 Palabras (14 Páginas) • 311 Visitas
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españolas. Ésta, que fue una época de gran producción científica y artística-cultural, se vio interrumpida por la guerra y sus consecuencias. Una gran parte de los creadores de este momento glorioso tuvieron que exiliarse, unos cuantos perecieron o incluso fueron ejecutados, muchos fueron depurados por no ser afines al bando golpista y ganador de la guerra.
La creación artística posterior al conflicto, durante la dictadura, tuvo que pasar por el tamiz del aislamiento, el de la censura y sobre todo el del nuevo gusto de los potenciales clientes-compradores-mecenas. Ha venido a llamarse este hecho como “páramo cultural o páramo intelectual” []. Aun así poco a poco la producción cultural, según se alejaba la posguerra, volvió a prosperar pero con unas características propias.
Se podrían dividir a los creadores en tres grupos. Los exiliados, que continuaron realizando su trabajo fuera de España y que no tuvieron que hacer frente a ningún tipo de censura, pero la obra de muchos de ellos se vio influenciada en algún modo por la distancia y el exilio. De este grupo podríamos citar Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de literatura; el cineasta, ganador de un Oscar, Luis Buñuel; Pablo Ruiz Picasso, insigne creador; Pau Casals, intérprete y compositor musical o a los arquitectos del GATEPAC entre muchísimos otros.
El segundo grupo de creadores sería el correspondiente a los creadores afines a la dictadura o identificados con alguna de las corrientes político-sociales de ésta. Los cuales exaltaron o colaboraron dentro de su campo con el régimen. Destacan el literato José María Pemán, el pintor Carlos Sáenz de Tejada, el director cinematográfico Sáenz de Heredia, el compositor Joaquín Rodrigo o los arquitectos Pedro Muguruza y Luis Gutiérrez Soto. Algunos de ellos incluso adoptaron una nueva forma de crear con la entrada de la dictadura en España.
Como tercer y último grupo hablaríamos de los que se han dado por llamar los creadores del “exilio interior” []. Artistas o escritores ideológicamente opuestos o indiferentes, o con criterios estéticos completamente ajenos al Movimiento Nacional. Una buena parte de la creación de estos años se debe a este conjunto. Entre los muchísimos y variados artistas de este grupo se destacan los escritores Antonio Buero Vallejo, el premio Nobel Vicente Alexandre o Carmen Laforet; los pintores mundialmente conocidos Tapies o Dalí, y aunque este tuviera ideas políticas cercanas al franquismo, su creación está muy lejos de acercarse a esto; los célebres escultores Chillida u Oteiza, los reconocidos cineastas Luís García Berlanga, Carlos Saura o Juan Antonio Barden; y los arquitectos Miguel Fisac, Alejandro de la Sota o Francisco Javier Sáenz de Oíza entre otros muchísimos.
No se puede hablar de una corriente artística uniforme en ninguno de los campos ni en ninguno de los grupos anteriormente citados. Aunque destacarían el cubismo y la abstracción en las artes plásticas, el neorrealismo en el cine, y el tremendismo o la poesía y novela social en la literatura.
EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA EN ESPAÑA
Zona de chabolas en Madrid. 1956. Foto del libro La quimera moderna.
Después de la Guerra Civil, España disponía de un parque de viviendas insuficiente y de mala calidad, una buena parte destruido durante la contienda. Éste hecho, el empobrecimiento general de la población, la carestía de vida, la escasez de materiales de construcción, la migración del campo a las grandes áreas urbanas y la escasa actividad constructora en los siguientes años de la posguerra, hacen que el Estado trate de fomentar la construcción de viviendas mediante la concesión de un amplio abanico de ayudas a través de una variada legislación para construir viviendas que eran denominadas de diferentes formas: viviendas protegidas, viviendas bonificables, viviendas de clases medias, viviendas de renta limitada, viviendas subvencionadas, viviendas de tipo social, etc. Todos estos regímenes de viviendas, que se sucederán hasta mediados de los años setenta, disfrutaban, entre otros, de considerables ayudas financieras, de préstamos cualificados y de facilidades de suministros de materiales de la construcción, con el objetivo de hacer accesible la compra de vivienda a las diferentes capas de población durante todo este período.
El Plan 1956-1960 y el Plan 1961-1976 fueron los principales impulsores de la política de vivienda con el objetivo de cubrir el déficit de viviendas calculado en casi cuatro millones de unidades []. Los planes de vivienda iban acompañados de unas facilidades crediticias que tenían por objeto convertir a cada trabajador en propietario, apareciendo una nueva clase obrera y una segmentación espacial y social de las ciudades. A diferencia de otros países europeos, España no apostó en aquellos momentos por la creación de parques de alquiler social para cubrir las demandas de vivienda, ni siquiera por fomentar un mercado amplio de alquiler privado que posibilitara una mayor libertad de elección y maniobra a la población.
Uno de los más acuciantes problemas que hubo que solucionar fue el de las grandes bolsas de población que se asentaron en las periferias de las grandes ciudades, Madrid y Barcelona principalmente. Estos nuevos habitantes partieron de las zonas rurales huyendo del hambre y la miseria. Construyeron enormes poblados de chabolas e infraviviendas sin ningún tipo de servicio básico, carecían de agua corriente ni alcantarillado, los caminos eran de tierra y el crecimiento fue sin ningún control urbanístico. El régimen de Franco decidió, antes de que la situación se les fuera de las manos y hubiera conflicto social, erradicar este tipo de vivienda en la medida de lo posible.
La problemática de la falta de vivienda, la miseria y la inmigración del campo a la ciudad fue reflejada ampliamente en el cine español de la época.
Una de las primeras películas que plasmó este tema fue Surcos, dirigida por José Antonio Nieves Conde en 1951 y protagonizada por María Asquerino y Luis Peña con guión de Gonzalo Torrente Ballester. La cinta trata sobre el éxodo rural a las ciudades y de cómo sus protagonistas, pensando que llegan a Madrid para encontrar una vida mejor, se ven envueltos por la miseria, la delincuencia y el rechazo. La película fue, en un primer momento, prohibida por la censura del Gobierno, por lo que se recortaron varias escenas de la película para poder estrenala. Otro largometraje rodado también por Nieves Conde en 1958 fue El inquilino. Protagonizada entre otros por Manuel Alexandre y Fernando Fernán Gómez. Esta obra trataba de lleno
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