La geografía general y la geografía regional o lo nomotético y lo ideográfico
Enviado por Ledesma • 11 de Diciembre de 2018 • 9.693 Palabras (39 Páginas) • 429 Visitas
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Al tener en cuenta los objetos o los fenómenos de la geografía general han considerado en su estudio, nos encontramos con otra dicotomía, ya que hay unos contenidos que forman parte de la naturaleza y otros en cambio, son debidos a la acción humana. Cabe destacar que es la primera la que dominó durante decenios el campo de la geografía. Es así que se habla de una geografía física y una geografía humana, ambas tienen un sentido amplio, abarcando la primera todos los fenómenos naturales e inanimados (componentes inorgánicos) y la segunda, también en un sentido amplio, abarca los hechos humanos, como es la geografía humana en sentido estricto o la geografía social o la demogeografía, teniendo estas dos últimas acepciones y matices diferenciales significativos. Cabe destacar que existe una tercera rama, que algunos la incluyen dentro de la geografía como es la biogeografía (zoogeografía y fitogeografía) que estudia en forma exclusiva los componentes orgánicos o vivos.
La geografía pre-científica o los antecedentes de la geografía contemporánea
Nos referimos a la geografía pre-científica como aquel conocimiento obtenido mediante la observación directa de los fenómenos, el cual carece de elementos teóricos explicativos y no tiene propiamente un método científico, generalmente descriptivo, es decir, como un conocimiento no sistematizado, no institucionalizado y el cual no está hecho por “geógrafos” sino desarrollado, generalmente, por los denominados “filósofos de la antigüedad”, es todo conocimiento geográfico previo al a denominada “ciencia moderna”, desarrollado como un proceso lento y discontinuo que aparece en la jonia asiática, durante los siglos VII y VI AC presentando ya, un importante grado de rigurosidad que le da el carácter de “cientificidad”, en otras palabras, son los inicios de la disciplina geográfica. Por ejemplo, ya los griegos describían la tierra con una cierta rigurosidad, pero no en base a una epistemología y metodología científicamente como la entendemos ahora, pero pudiendo ya ser considerada como un gran acercamiento al conocimiento científico, lógicamente que propio de su contexto espacio-temporal, como dice Vilà Valenti “el carácter científico de una disciplina debe ponerse de acuerdo con el contexto intelectual en que ella aparece y desde donde se desarrolla. Dicho de otro modo, podremos hablar en sentido amplio de geogradia científica, en una determinada época, en la medida que se cumplan aquellos caracteres que definen a la ciencia – o lo que se condicera entonces ciencia – en un momento dado”.
No es de extrañar, que desde tiempos remotos los humanos hayan diseñado sistemas para comprender mejor y para codificar información sobre el espacio aparte del conocimiento cotidiano y ordinario (ver introducción). En el entorno-espacial como la cobertura de necesidades básicas ha supuesto que todas las sociedades desde la revolución neolítica, hayan incidido fuertemente en la configuración del espacio. Por lo cual podemos decir que el espacio es el producto de una evolución histórica y acusa en el presente el impacto que ha reflejado a través del tiempo. Jose ortega (2000) nos dice “cada sociedad y cada comunidad posee y ejercita un saber o conocimiento del espacio, que surge en el proceso de transformación de la naturaleza inherente a la propia reproducción social. Es un conocimiento practico del entorno, de sus cualidades física, de su diferenciación en lugares y en áreas, identificados como “lugares” o “sitios” distintos, reconocidos denominados”.
Asi, el espacio es aprehendido y dominado, no solo como un conocimiento vivencial y directo, sino también como una imagen mental de tipo cultural política y social que debe ser almacenada en algún tipo de memoria y que ya no es el entorno físico, propiamente tal, sino que es un modelo o símbolo del propio espacio. Asi cada cultura tiene una visión del espacio desde su propia localización, siendo una visión etnocentrica y umfalica, por ejemplo la expresión zhonghua significa en chino, el centro civilizado, y designa a la propia china, que se consideraba “el centro del mundo”, visión y concepto usado por la generalidad de las sociedades y civilizaciones. Para los japoneses, el centro lo constituye el espacio de su propia etnia, del modo que “se llaman kinia a las provincias inmediatas a la capital imitando el wufu de china”. En cambio, se denomina “barbaros (iteki) a las provincias extremas de su territorio” (Ortega, 2000). Cada comunidad se ha contemplado como el centro u ombligo del mundo conocido. Cada una de ellas ha hecho de su territorio el centro del universo y de los demás el espacio periférico, marginal, oponiendo la imagen del orden, de mundi y propia, al caos como atributo de lo ajeno o lo bárbaro. Siendo este esquema que con distintas significaciones, está en la base de la mayor parte de las representaciones espaciales vinculadas con los grupos humanos y cuyo trasfondo está muy lejos de haber desaparecido en nuestro tiempo.
Muchas veces, también se tenía una visión o imagen antropocéntrica, es decir, se contemplaba el mundo desde una analogía humana, lo que se ha denominado como “anatomía mágica”, por lo cual determinadas partes del cuerpo se equiparan a determinadas partes del mundo, al tiempo que la tierra se describe de acuerdo con el mismo principio de analogía, por ejemplo, en el mapamundi del texto hipocrático, la tierra se presenta como un cuerpo humano: el Peloponeso es la cabeza, el istmo la espina dorsal. Y jonia el diafragma, verdadero centro, ombligo del mundo.
De esta manera todas las comunidades y sociedades por muy elementales que sean en su grado de desarrollo material, disponen de conceptos y procedimientos de orientación y localización para situar componentes de sus experiencias espaciales vinculadas con sus prácticas cotidianas. Es así como los conceptos de ubicación y localización tienen relación con las prácticas de orientación inherentes a lo espacial. De modo general se trata de establecer elementos de referencia que vinculan cada lugar con el central de la comunidad, como por ejemplo, el fenómeno de salida y puesta del sol para establecer el eje esencial de la orientación y de los puntos cardinales, lo que ha constituido un rasgo común en todas las culturas. También, suele ser el empleo complementario de la posición meridiana del sol para indicar el mediodía y la referencia a las constelaciones polares parar identificar el norte, conocido como arctos en Grecia, en referencia a las constelaciones de la osa mayor o de septentrión, empleada por los latinos que indica la posición de la constelación del carro, equivalente a la anterior.
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