Martha Ray víctima de su tiempo

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Hackman, el punto aparte de este caso, posee una condición variable pero bien definida: a pesar de ser el verdugo de Martha Ray, sufre de un extraño síndrome de Estocolmo evidenciado en la forma que la prensa decide volverlo un hombre víctima de los sentimientos. Como deja entrever Brewer, la justicia condenó a Hackman a la horca por su crimen, en parte quizás porque fue el mismo asesino quien pidió a gritos su condena a muerte. Si la presión mediática logró volver a Hackman un hombre desafortunado, conmovedor, pasional y vivaz, la misma sociedad se hubiese encargado de sacar al homicida de su prisión. Al respecto, no deja de impactarnos la forma con que la prensa y las mismas autoridades aristocráticas, como Sandwich, se encargaron de perdonar los pecados de Hackman por dilucidar que la perpetración del crimen era un hecho inevitable tras el desprecio que Martha Ray manifestó al clérigo. El amor no correspondido fue la causa última del homicidio, y la exculpación de toda falta cometida se vio motivada gracias a los orígenes sentimentales no racionales de los que Hackman fue víctima. Así, sin embargo, el tratamiento del caso conlleva una verdad incómoda: la diferencia de género presente en el escándalo es inquietante pero inevitable; el colectivo que dirige la totalidad social de la época no permite que una mujer sea exculpada del todo e, inclusive, transmite a las generaciones posteriores un trato distinto si de exculpar a mujeres se trata.

Conclusiones puede haber muchas, pero en el presente ensayo encontramos una que envuelve toda la investigación de Brewer: el trato desigual y vacilante del que Martha Ray fue víctima, al contrario de Hackman que, al ser sacralizado por la prensa de la época sufrió una metamorfosis única: de ser asesino se convirtió en una víctima más de los sentimientos evocados por una mujer bella, pero, astuta y fría, como Ray. El presente libro por la forma y contenido que posee para abordar una temática sensible en la contemporaneidad es trascendental para nuestros propósitos en el seminario, pues expone una historia inconsciente en la memoria del historiador: el trato indiscriminado hacia el género femenino que moldea a las sociedades se ve reflejado incluso en nuestra coyuntura. Desde el período victoriano, en que las sociedades se veían regidas moralmente según los propósitos de la aristocracia dominante, hasta hoy en día, en que la prevalencia de la masculinidad por sobre el rol femenino de la mujer, urge realizar un cambio dentro de las mentalidades. No se pretende por ello seguir en la senda de una historia manipuladora, sino más bien concientizadora y exponente de una verdad. Para tal propósito, el libro de Brewer es, inconscientemente, un gran paso para lograr dicho cometido.

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