Modo de produccion asiatico.
Enviado por Helena • 16 de Marzo de 2018 • 4.064 Palabras (17 Páginas) • 620 Visitas
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Esta ultima concepción de “comunidad aldeana autosuficiente” fue la que adquirió una inconfundible función predominante en su análisis de lo que habría de llamar “modo de producción asiático”. La propiedad estatal del suelo en oriente ocultaba la propiedad tribal comunal de aquel por las aldeas autosuficientes, que eran la realidad socioeconómica oculta tras la “unidad imaginaria” de los derechos del soberano déspota sobre la tierra. Este tipo de propiedad comunitaria puede a su vez aparecer de dos maneras: el individuo trabaja independientemente, con su familia, en el lote que le ha sido asignado; o hasta incluir también el carácter colectivo del trabajo mismo. Según esto, la entidad comunitaria tendrá una forma más despótica o más democrática.
Las conclusiones políticas que Marx dedujo recordaban con idéntica exactitud las que Hegel había propuesto treinta y cinco años antes: “el sencillo organismo productivo de estas entidades comunitarias autosuficientes, que se reproducen siempre en la misma forma y que cuando son ocasionalmente destruidas se reconstruyen en el mismo lugar, con el mismo nombre, proporciona la clave que explica el misterio de inmutabilidad de las sociedades asiáticas. Mientras Marx sostenía que estas aldeas se caracterizaban por la posesión común de la tierra, ahora volvía a la reafirmación abierta e inequívoca de su primera posición, según la cual las sociedades asiáticas se definían esencialmente por la propiedad estatal de la tierra. El estado es el supremo terrateniente. La soberanía es aquí la propiedad del suelo concentrada en escala nacional.
En las dos décadas que siguen a la publicación de El Capital, Marx y Engels volvieron a la idea de que la base social del despotismo oriental era la comunidad aldeana autosuficiente con propiedad agraria comunal.
La formación social asiática incluye los siguientes elementos fundamentales: la ausencia de propiedad privada de la tierra, la presencia de grandes sistemas de regadío de la agricultura, la existencia de comunidades de aldea autárquicas que combinan las artesanías con el cultivo y la propiedad comunal del suelo, el estancamiento de algunas ciudades pasivamente rentistas o burocráticas y la dominación de una despótica maquina de Estado que acapara el grueso del excedente y funciona no sólo como aparato central de represión de la clase dominante, sino como su principal instrumento de explotación económica.
III
El concepto de “modo asiático de producción” de Marx, la emancipación teórica de un esquema excesivamente rígido y lineal del desarrollo histórico, esencialmente está destinado a explicar la incapacidad de las grandes civilizaciones no europeas de su propio tiempo para evolucionar hacia el capitalismo, como había hecho Europa. Marx había llegado a creer que la realidad fundamental del modo de producción “asiático” no era la propiedad estatal de la tierra, ni las obras hidráulicas centralizadas o el despotismo político, sino la “propiedad tribal o comunal” de la tierra en aldeas autosuficientes que combinaban la artesanía y la agricultura. Su interés había pasado del Estado burocrático a las aldeas autárquicas. El concepto se ha extendido en dos direcciones diferentes. A las sociedades antiguas de Oriente Medio y del Mediterráneo, anteriores a la época clásica: la Mesopotamia sumeria, el Egipto faraónico, la Anatolia hitita, la Grecia micénica o la Italia etrusca. Hincapié en un poderoso Estado centralizado y en la agricultura hidráulica, y se centra en la “esclavitud generalizada”, trabajadores forzados y no calificados, reclutados de entre las primitivas poblaciones rurales por un poder burocrático superior situado por encima de ellas. Esta utilización suprime normalmente todo hincapié en las grandes obras de regadío o en un Estado particularmente despótico y se centra esencialmente en la supervivencia de las relaciones de parentesco, de la propiedad rural comunal y de aldeas unidas y autosuficientes.
Aldeas autosuficientes: unión de artesanía domestica y agricultura; ausencia de intercambio de mercancías con el mundo exterior y, de ahí, aislamiento y distancia respecto de asuntos de Estado; propiedad común de la tierra y en algunos casos cultivo común del suelo.
La autosuficiencia, la igualdad y el aislamiento de las comunidades aldeanas de la India siempre fueron un mito. El campesinado indio acabó levantándose contra su opresión y acelerando directamente su caída.
La combinación de un Estado fuerte y despótico con unas comunas aldeanas igualitarias es intríncicamente improbable; política, social y económicamente se excluyen el uno del otro. Siempre que surge un poderoso estado central, existe una diferenciación social avanzada y una compleja maraña de explotación y desigualdad que alcanza a las más bajas unidades de producción. Y así, volvemos al núcleo original de los estudios de Marx.
Dos notas fundamentales del Estado oriental señaladas por Engels y Marx eran la ausencia de propiedad privada de la tierra y la presencia de obras públicas hidráulicas a gran escala. ¿Las pruebas históricas hoy disponibles confirman esta hipótesis? La respuesta es no. Aquellos que se caracterizaban por la ausencia de propiedad privada de la tierra –Turquía, Persia y la India-, nunca poseyeron importantes obras públicas de regadío, mientras que aquellos que poseían grandes sistemas de regadíos –China- se caracterizaban por la propiedad privada de la tierra.
Los intentos modernos de construir una teoría, bien sea en la dirección “tribal-comunal” o en la “despótica-hidráulica” están, radicalmente equivocados. La división más obvia y pronunciada que resultaría de este procedimiento sería la persistente atribución de un carácter “estacionario” a las sociedades de Asia.
IV
Los imperios musulmanes. Los nómadas del desierto y los mercaderes urbanos fueron los grupos sociales que, si bien rechazaron inicialmente a Mahoma, aseguraron su éxito en el Hejaz: unificación ideológica y psíquica.
Sin embargo, a mediados del siglo VIII había aparecido ya un impuesto sobre la tierra o jaray, que todos los agricultores tenían que pagar al califa cualquiera que fuese su fe, aunque los no creyentes debían pagar también una capitalización discriminatoria. Los vastos territorios del mundo musulmán, recientemente conquistados, pasaban a ser así propiedad del califato y a pesar de las diversas interpretaciones y las derogaciones locales, el monopolio estatal de la tierra se convirtió a partir de entonces en un canon legal y tradicional de los sistemas políticos islámicos,
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