México: ¿una frágil autoridad?
Enviado por tolero • 1 de Mayo de 2018 • 2.572 Palabras (11 Páginas) • 273 Visitas
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¿Pero qué tan robustecidas o seguras están las instituciones mexicanas encargadas de mantener a raya a todo aquel que atente contra la estabilidad de la sociedad?, y de acuerdo a lo mencionado por Hobbes y Pablo de Tarso, ¿realmente el Estado cumple con su encomienda de velar por el bien común?, pero, ¿qué pasaría si las autoridades simplemente no cumplen con su trabajo, o lo hacen de una manera equivocada?, ¿cómo podríamos analizar sociológicamente, el hecho de que los mismos gobernantes no impongan las leyes transparentemente o peor aún, simplemente vayan encaminadas a un cierto número de individuos, especialmente a los más desprotegidos de acuerdo a su status social o económico?, sería absurdo pues, que los mismos individuos que concentran las autoridades se juzgasen así mismos.
Creo considerablemente poner el ejemplo de un ciudadano que reúna las características mencionadas, que analizado desde la perspectiva de Hobbes (trad. En 1940), “fungía como un ministro público quién fue empleado por el soberano, en algunos negocios, con autorización para representar en ese empleo la personalidad del Estado” (p.197). Esté ciudadano poseía la autoridad concerniente a la militia; es decir, la custodia de armas, ocupándose de la seguridad pública del Estado como tal. Hablo propiamente del ex Secretario de Seguridad Pública (SSP), el señor Genaro García Luna (egresado de la UAM-Azcapotzalco), quién fue empleado por el soberano, que en este caso, correspondía al ex Presidente de la República Mexicana, el señor Felipe Calderón Hinojosa. De acuerdo con la periodista Anabel Hernández durante el 2010*****SEÑORES DEL NARCO (falta más)
Es evidente, pues, que se puede apreciar a simple vista la fragilidad que hay en los aparatos del Estado mexicano y lo corrompidas que están las instituciones encargadas de garantizar nuestra seguridad por medio de leyes o reglamentos. Aunque sería necesario poner en claro con algunos otros ejemplos, en los que se podría demostrar esa tela delgada llamada autoridad, que sostiene la integridad de millones de mexicanos.
Nuestro imaginario colectivo ha sido ensuciado y corrompido debido a esa misma fragilidad y falta de transparencia que presentan nuestras leyes. Es decir, tendemos a desobedecer las leyes impuestas por la autoridad, yéndonos por el camino de lo ilegal siendo cómplices por ejemplo, de la corrupción. Aunque, buscando más factores, también hemos sido afectados por otros fenómenos sociales derivados de la incompetencia de nuestras autoridades, como por ejemplo, la inseguridad y la delincuencia. Dicho esto, en el año 2014 la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), indago sobre los problemas sociales que más afectan a la sociedad y según el Instituto Nacional de Estadística Geográfica e Informática (INEGI), el problema de la inseguridad, es uno de los problemas que más lastima a la sociedad mexicana, pues el 58.1% de la población mexicana (mayores de 18 años), declararon a ver sido víctimas de algún índice de inseguridad, mientras que el 26. 4% de los mexicanos dijeron a ver presenciado interacciones sociales relacionadas con la corrupción o ser víctimas de ellas 1. Por otra parte durante el 2016 de acuerdo con la información de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) realizada por el mismo Instituto Nacional de Estadística Geográfica e Informática (INEGI), durante el pasado mes de marzo de 2016 se encontró que 69.9% de la población (de 18 años y más), consideró que vivir en su ciudad es insegura, al a ver sido víctimas de algún especie de atraco contra su integridad. Sobresale la Ciudad de México y Acapulco de Juárez con un 87.4 y 85.8% respectivamente, haciéndose notar que en el lapso de dos años, los brotes de inseguridad han ido incrementando, principalmente en las ciudades urbanas 2. Pero, ¿por qué se generarán todos estos cortes en nuestras autoridades? Sería apropiado encontrar un génesis de este tipo de irregularidades en las autoridades mexicanas. De tal manera, podría referirme al fenómeno de la desigualdad social en cuanto a la repartición de la riqueza, (el desequilibrio en la balanza de los que tienen más y los que tienen casi nada), factor que llevaría a gran parte de la sociedad mexicana a emplear un comportamiento en aras a la clandestinidad.
Por otra parte, la corrupción desde los aparatos más altos hasta las interacciones sociales más comunes, como por ejemplo, la representación, entre la interacción de un policía de tránsito y un ciudadano infringiendo en la ley. Este tipo de interacción social, puede ser un tipo de cohesión social en los mexicanos desde la perspectiva de Durkheim (2001), “pues es como un estilo de hecho social que coercitivamente está impuesto dentro de nuestro imaginario colectivo” (p. 38), ya que es propio del mexicano en la mayoría de los status sociales, sin la necesidad de que se le imponga a la fuerza, ser corrupto, o dirigirse ilegalmente con los ciudadanos encargados de hacer valer la ley, como también está en su imaginario colectivo de estos últimos, dejarse seducir por el soborno. Se podría decir que es parte de nuestras interacciones sociales cotidianas y la forma en cómo funcionan los roles de los ciudadanos. Sería demasiado raro por el contrario, encontrar una misma interacción, pero invirtiendo el hecho social corrompido, es decir, que el ciudadano sabiendo que ha infringido en la ley, a continuación consiente de su falta para con los reglamentos de tránsito, aceptará su sanción y se sometiera a la justicia. La reacción del policía de tránsito, me atrevería a decir que sería ajena o muy complicada de explicar, ya que esté tiene la costumbre y está en su imaginario colectivo el aceptar sobornos de los ciudadanos infractores de la ley.
Pero a todo esto, ¿en quién reside la culpa de la existencia de altos niveles de corrupción?, ¿en los individuos?, ¿en el Estado? Creo, que está pregunta podría ir encaminada a una respuesta de tipo aristotélica. Para Aristóteles (trad. en 1988), la polis, es decir la Ciudad o el Estado tiene la obligación de brindarles seguridad a todos sus ciudadanos para que estos puedan desarrollarse libremente en la comunidad, haciendo política, relacionándose socialmente en sus actividades (p. 45), y es demasiado evidente que la falta de eficacia en nuestras autoridades (el soberano) pone al desnudo, que problemas sociales de las magnitudes anteriormente referidas sean culpa del Estado, al no generar las garantías de una manera correcta, para la realización de la sociedad mexicana.
Abordando otro fenómeno social que se presentó y se sigue presentando actualmente en algunas zonas de nuestro país, debido al frágil poder que reside en las autoridades.
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