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Participación de los jóvenes en la Revolución Cultural China

Enviado por   •  14 de Diciembre de 2018  •  4.134 Palabras (17 Páginas)  •  329 Visitas

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Este hecho histórico tiene una notable influencia en los jóvenes chinos, quienes participan de manera decisiva, relativo a estos, también existen diferentes lecturas, por un lado como una fuerza necesaria para reafirmar el carácter socialista de la República Popular China. Por otro lado, una fuerza responsable de acto de barbarie característico de regímenes totalitarios y Estado terroristas. No obtente, en primer término, para tener una representación más acabada de la Revolución Cultural, consideraremos algunos trabajos de autores que nos aproximen al tema.

La Revolución Cultural y la violencia desatada por ella configuraron el problema chino, tema de interés y controversia internacional, así es que el autor ingles, Philip Bridgham, trabaja en su libro “La revolución cultural de Mao Tse – Tung” el desarrollo de un proceso revolucionario y sus entretelones. Luego del fracaso del Gran Salto Adelante (1958 – 1959)[4], el autor se inserta hacia mediados de 1962, donde Mao examina la escena ideológica en China comunista, por un lado orden y disciplina, en la filas militares, por otra inquietud y disidencia en buena parte del resto de la sociedad, por ende, “resultaba deseable extender la aplicación de los métodos y técnicas más extremas de adoctrinamiento político, perfeccionados dentro del Ejercito de Liberación Popular, para que abarcasen toda la sociedad”[5]. La historia del desarrollo y surgimiento de la revolución cultural, seria la aplicación de esas técnicas militares de control de pensamiento en la sociedad.

El autor plantea el germen de la revolución y en peso en los jóvenes en la crisis de confianza, también en 1962 se lanza la campaña “educación socialista”, en palabras de Mao, “educar al hombre y reorganizar nuestras filas revolucionarias” la campaña abarcara un etapa integral de la revolución cultural. Se estaba planteando la preocupación acerca de los jóvenes, el problema generacional de cultivar sucesores leales para la revolución, “debe vigorizarse la educación clasista de la juventud, para asegurar que nuestra nación siga siendo revolucionaria durante generaciones”.[6] El autor describe la campaña en el campo como en sectores urbanos y modernos, edificando los cuadros del partido en los pueblos y ciudades, todo se oriento hacia el estudi y emulación de los métodos de aprendizajes organizativos, operativos e ideológicos del Ejercito de la Liberación Popular.

La reconstrucción de del desarrollo de la revolución cultural es trabajado por el autor en base a noticias publicadas, carteles, murales y confesiones, en este sentido interpreta la violencia desatada como parte de errores fundamentales de dirección y método, que se constituyen en una prueba irrefutable que no habían recibido una orientación clara en cuanto a la manera de dirigir la revolución. Respecto a la violencia, el autor es más enfático con el accionar de los Guardias Rojas, los describe como “grandes cantidades de jóvenes revolucionarios” y los identifica como la vanguardia para la puesta en práctica del objetivo de la revolución cultural, ya que estaban bien adaptados para sus fines, “servir como fuerza de combate”. Con ellos el ataque sistemático a individuos, instituciones, el recurso del terror a victimas impotentes e inofensivas, demuestran para el autor la evidencia de falsedad de esta revolución sintética, aun cuando Mao “determino que el desorden era esencial para el éxito de la revolución y que existen límites para el desorden”[7], el autor llega a la conclusión que la violencia provoco daños irreparables.

Una mirada desde Occidente, con un vínculo ideológico plantea Jean Daubier, en “Historia de la Revolución Cultural Proletaria en China”, cuyas primeras ediciones se remontan a 1972. La obra resalta la revolución cultural como impacto universal por la trascendencia en el movimiento obrero mundial, es también un reto a la concepción de la vida burguesa, a las sociedades llamadas de consumos, al culto del dinero y elitismo. El autor aclara que pretende tener una mirada histórica y no metodológica, basada en su propia experiencia en China. La revolución es planteada como coherente, en el sentido que Mao piense que la sociedad humana va hacia el socialismo, en ese sentido el autor describe una lucha contra las tradiciones individualista que los lleva a concebir su felicidad en términos de satisfacción individual y no grupal. Por lo tanto, “la revolución cultural ha sido mal traducida, puesto que en español o francés tiene un sentido restringido, la noción real tiene sentidos más amplios”[8], abarca al campo no solo de la cultura, se presenta en diferentes frentes de acción, y uno de ellos es “la trasformación de la enseñanza para eliminar la separación entre trabajo intelectual y trabajo manual” (…) “crear un hombre nuevo, moral y físicamente apto, que sea a la vez un trabajador y un intelectual”[9], de esta forma los estudiante dejan de ser solo una fracción social particular.

Luego el autor realiza un recorrido de las distintas etapas de la revolución, organización y confrontación. Respecto a los Guardias Rojas, hace hincapié en una organización de masas que agrupa en un principio, a los estudiantes de bachilleratos, universidades y algunos profesores que comienzan a resistir y criticar los métodos pedagógicos burgueses. Para Daubier comienzan a trascender como órgano difusor y fuerza reclutadora, “los intelectuales y los jóvenes son los primeros en tomar conciencia, como tal les corresponde hacerlo con el desarrollo de la revolución”[10]. El fuerte compromiso provocó que los guardias rojas fueran calificados de manera exagerada de iconoclasta fanáticos por la prensa Occidental. Sin embargo, la destrucción, violencia y vandalismo fueron fenómenos limitados para el autor. En esta línea argumental interpreta los desordenes del desarrollo de la revolución al manifestar “en China los desordenes se observan bajo una óptica distinta de lo que prevalece en un país capitalista. En nuestro país, cualquier tipo de desordenes parece intolerable para muchas personas” (...) “el régimen que guía los destinos del país estima que una cierta dosis de revuelta y violencia es, en determinadas circunstancia, normal”[11], ideas que se desprende de la sentencia de Mao, “cuantos más desordenes hay, mejor está la cosa”. Estas concepciones explican los desordenes que fueron interpretados por una parte de occidente como síntomas de dificultades para Mao, en la aplicación su política, pero los desordenes tiene su origen en la tendencia opositora. Para el autor, el núcleo del problema es que en las críticas occidentales, frecuentemente se omitió que no es posible concebir una revolución sin una movilización masiva.

Respecto

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