Republica y republicanismo en España siglo XX
Enviado por karlo • 4 de Agosto de 2018 • 1.993 Palabras (8 Páginas) • 259 Visitas
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De hecho, a diferencia de los liberales, el discurso anticlerical de los republicanos fue constante durante toda la Restauración, llegado a su punto álgido tras el desastre de 1898, siendo un aspecto fundamental de su ideología y su práctica política. Es más, pese a las divisiones internas, el procedimiento a seguir en la cuestión religiosa era un nexo de unión entre los distintos grupos republicanos: pretendían acabar con el poder del clero, con el control eclesiástico de la educación y su intervención en las relaciones familiares, y defendían la escuela laica, el matrimonio civil y la secularización de los cementerios, aunque hasta la II República no se hizo un programa político contundente al respecto. No obstante, los republicanos eran conscientes del peso de la religión en la sociedad y de que esta no podía suprimirse sin más, por lo que tuvieron que elaborar un universo simbólico alternativo que rellenase el espacio de la iglesia católica: Para cautivar la sensibilidad popular se apelaba al incumplimiento por parte del clero de las exigencias morales cristianas, siendo equiparado al compendio de todos los vicios y males de la nación. Además, las creencias religiosas fueron tachadas como algo mitológico incompatible con la razón y la moral, de manera que se sustituyó el Dios cristiano por la Ciencia o la Razón y la virgen sagrada por la República, junto con otras divinidades como la justicia y el amor y nuevos santos encarnados en figuras como Darwin, siendo el nuevo templo de veneración la escuela laica, presidida por maestros laicos. Además, establecieron sus propias celebraciones, para hacer frente a las religiosas, en fechas como el 1 de mayo (día internacional del trabajo) y nuevos rituales secularizados, como la oposición al bautizo y la atribución de nombres laicos.
Lo cierto es que la cultura republicana en España tenía el inconveniente de ser una cultura derrotada, pero la experiencia de 1873 no supuso un punto final, ya que, pese a no ostentar el poder hasta 1931, el republicanismo contribuyó bastante en la cultura, llegando a generar conductas y formas de vida: Era en el seno familiar donde se empezaba a definir quién iba a ser republicano, de manera que los principios de dicha cultura se trasmitían de generación en generación con el fin de crear un futuro mejor que se acometería fuera del hogar familiar. Se trataba de una comunión interclasista con medios de sociabilización que peritan perpetuar su legado, todo ello articulado a partir de refugios donde se reunían y a partir de sus escritos. De hecho, los años de la Restauración fueron una época de esplendor para la prensa republicana, pese a las dificultades impuestas por el gobierno: Entre ambas Repúblicas fueron los periódicos, grabados, libros de historia y literatura, entre otros, los que aportaron los hitos revolucionarios y el imaginario republicano, el cual varió poco desde 1873, la Republica seguía siendo representada como aquella mujer segura de sí misma a lomos de un león que encarnaba la soberanía nacional.
Asimismo, al equiparar el principio democrático con la Republica en los primeros años de la Restauración, esta se concebía como la garantía para una vida mejor, ya que el republicanismo hispánico se consideraba defensor de los derechos y representante de la voluntad nacional, sobre todo a partir de la I Guerra Mundial, debido a que participar en la cultura republicana era una forma de estar en Europa a favor de las repúblicas y en contra del fascismo. Igualmente, fue durante la Restauración cuando el republicanismo alcanzó su mayor diversidad con motivo de las bases sociales, la concepción del Estado y la sociedad y los medios de acceso al poder. Respecto a esto último, entraba en cuestión la concepción de la revolución para el nuevo republicanismo, ya que la primera experiencia republicana se dio gracias a una revolución, motivo por el que los más radicales concibieron la instauración de la nueva república como demasiado pacífica. La revolución era vista como un medio violento y brusco, aunque preferible a la vía reformista en caso de que la soberanía nacional estuviese amenaza, siendo el pueblo trabajador el que debía acometerla, aunque dicha concepción fue perdiendo prestigio a raíz de los fracasos de 1883 y 1886. Además, los objetivos eran distintos: En la I República se aspiraba a cuestiones como el sufragio universal, mientras la II República se centró en cuestiones como la libertad de expresión y la tarea ciudadana. No obstante, era en los municipios donde el republicanismo poseía algo de poder, pero hacer la revolución para la instauración de la Republica desde los ayuntamientos era difícil, motivo por el que la unión entre las distintas facciones republicanas fue el medio para superar sus diferencias y alcanzar el poder. De hecho, esta II República Española fue posible por el triunfo electoral de la coalición republicano-socialista.
Finalmente, aunque esta segunda experiencia republicana duró algo más que la primera, solo duró ocho años (1931-1939), siendo los tres últimos de guerra civil tras el golpe de estado fallido que intentó ponerle fin y que acabaría con la instauración de le dictadura franquista.
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