Ensayo de prácticas profesionales 2016, referido por la Dra. Xochiquetzaly Yeruti de Avila Ramirez, en Diciembre de 2016.
Enviado por Christopher • 1 de Junio de 2018 • 2.829 Palabras (12 Páginas) • 535 Visitas
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El proceso que según un niño puede cumplir la etapa de ser sujeto (ser un Yo) se basa en una serie de transferencias necesarias, que forman la base de nuestra cultura, y es así como ese conflicto entre el ello y el yo va a determinar el desarrollo de las relaciones sociales.
Esta postura en la clínica propone intercambiar ideas enriquecedoras para propiciar la construcción de conocimientos a partir del diálogo conceptual (y cultural) entre analista y analizando. Pero no como se parece, no se trata de un obstáculo para el proceso clínico por la relación con la estructura del lenguaje del psiquismo, noción que aborda la existencia de un límite a la práxis analítica de la palabra, por el hecho de que no todo que está presente en el psíquico es posible de simbolización y todo inconsciente puede entrar en contacto con otro en el análisis.
Hablamos de cultura y en ella se inserta también la individualidad de los analistas como sujetos que posee un bagaje cultural propio y propias capacidades, puntos ciegos, represiones y pulsiones. Por otro lado, el encuentro con el otro (analizando), hace que se despierte en el analista una determinada forma de entender el material proporcionado, una determinada forma de pensar y ejercer su práctica. El objeto psicoanalítico, considerado aquí como el propio ser humano en su vasta constitución como ser único, nos propone a pensar en una infidelidad de reproducción de sus actos y experiencias de manera igualmente a las vividas por él, ya que el analista se constituye como un observador distinto, constituyendo el psicoanálisis como muy particular e individual, en la cual todas estas divergencias son la característica fundamental que hacen de analista y analizando un cuerpo único e irrepetible en análisis.
La clínica entre analizando y analista multilingües nos ofrece una visión para comprender el mundo externo y el interno de ambos sujetos, llevando en cuenta que el lenguaje está en el centro del desarrollo psíquico humano. “Dentro de cada inconsciente habita el lenguaje del Otro ‘siempre extranjero’ de los lapsus, los síntomas, los sueños y los chistes” (YUAN, 2007). Por otro lado existe el descubrimiento de este otro, por vía de la transferencia. En la transferencia de clínico y paciente Freud propone que consiste en el deslizamiento del deseo por intermedios de ciertos significantes - expresado aquí como significantes distintos de las dos figuras en el proceso analítico. En la transferencia, ambos inconscientes se encuentran. La contratransferencia - transferencia del analista - es una resistencia a reconocer la transferencia del paciente y su carácter enigmático que produce oscuridades en el saber del clínico. Se necesita escuchar el paciente y aprender con él, ya que el paciente construye su propio mito perteneciente a la macrohistoria de la cual es parte.
Los discípulos de Freud y sus primeros pacientes provenían de toda Europa, siendo bastante común que los analizados se comunicaran en otro idioma que no era la lengua materna del analista o del paciente o de ambos. Ferenczi fue el primer analista que propuso la importancia del uso de otros idiomas.
Observó que se iban formando defensas alrededor del contenido de esas palabras en la lengua materna, pero, en cambio, los pacientes bilingües o multilingües podían pronunciar esas palabras en el segundo idioma aprendido, sin que ello les causara inhibición o vergüenza, ya que las palabras en el idioma más recientemente aprendido no habían sido codificadas con las imágenes y la carga afectiva de los conflictos, como ocurre en el idioma materno (YUAN, 2007).
Lacan afirma que es imposible suprimir la noción de la subjetividad en el contexto analítico. El sujeto se localiza en la sociedad por medio de su lenguaje, que es constituida por medio de un sistema simbólico ya existente y que lo condiciona desde antes de su propio nacimiento. "El sujeto es hablado desde más allá de sí mismo que lo precede y localiza" (BERLINCK, 1936). La determinación del sujeto es la estructura del significante en su simbólico. En lo propuesto por Jacques Lacan en su Seminario 11 (1964), piensa el humano por medio del orden simbólico, en una de sus máximas expresiones: la cultura. La cultura crea un mundo, o más concretamente, el escenario, el guión, los actores y la escenografía que dependen de este orden simbólico. De tal forma, todo el simbolismo se regula en y por el lenguaje, lo que permite observar cómo el lenguaje es la estructura esencial mínima y necesaria de la condición humana, de lo que denominamos realidad y de lo que conocemos del mundo. Para Ferenczi, lo simbólico no está subordinado al lenguaje. Entendemos que el lenguaje es una forma del sujeto expresar simbolicamente su deseo, y podemos pensar en la importancia del idioma materno para el sujeto ser tan cargado de afectividad. Normalmente no tenemos conciencia del vínculo afectivo que tenemos con la propria lengua, apenas cuando nos deparamos con otra. Insertarse en el lenguaje extranjero es despertar la diferencia que habita en nosotros, lo que es la cara oculta de nuestra identidad.
En el lenguaje se da una unificación, ya que está vinculado y articulado todos los significantes, produciendo sentidos que componen el sujeto (BERLINCK, 1936). Las experiencias comunes de los sujetos se unifican por medio de este lenguaje, ¿y por qué no pensar en una unificación partiendo de culturas, experiencias y sujetos diferentes dentro de la clínica?
Aún según Berlinck (1936), hablar no es simplemente expresar algo o comunicar un contenido de información; hablar es colocarse en determinada posición en relación al otro. De esa forma, el paciente como sujeto en su lugar habla, y el analista como otro sujeto también habla. Por medio del habla se encuentra la escucha y la mirada, esencial para establecer una transferencia, jugando un papel importante en el elemento de la posibilidad de una clínica analítica entre distintas culturas. Los sujetos son, así, mediados por un sistema de reglas y convenciones que, advinda de dos intersubjetividades, pasa a un solo registro simbólico, o sea, el análisis en sí.
El inconsciente es constituido por una organización de significantes que forman sistemas y códigos y no funciona como una propiedad individual, estando más allá del sujeto único. En la clínica, es necesario mantener la regla fundamental de la libre asociación del paciente advenido de una cultura, y la atención parejamente flotante del analista, como propone Freud (1922), a su propia actividad mental inconsciente, evitando una posible reflexión consciente y la formación de expectativas, no pretendiendo fijarse en la memoria nada de lo escuchado; solo así se puede capturar lo inconsciente
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