Historia d ela Psicología.

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Si Locke afirmó que el conocimiento de lo externo viene de la experiencia, George Berkeley (1685-1753) continuaría este pensamiento un poco más allá, afirmando que también esto (la experiencia), depende de la percepción que tengamos, para Berkeley la materia existe de la forma como la percibimos, “Esse est percipi” (Ser es ser percibido) y en particular como la miramos. Él apelaba a la introspección como medio de prueba a sus conclusiones (Hothersall, 1997, p. 62).

Gottfried Wilhelm von Leibniz (1646-1716) no estaba de cuerdo con Locke acerca de que la mente era una hoja en blanco al nacer y que la experiencia sería la que iría desarrollándola. Él creía, al igual que Descartes, en las ideas innatas. Aunque si creía que los seres humanos podían ir actuando con los derivaciones de la experiencia, sí hizo énfasis en que la mente al nacer ya traía ideas innatas determinadas. Su mejor ejemplo es el del mármol, que en sí, para él, es un bloque y que el escultor con su cincel puede ir descubriendo la obra ya adentro. Leibniz, creía que la mente era un agente activo que en su función se generaba una actividad psicológica (Hothersall, 1997, p. 65).

David Hume (1711-1776) junto con otros, marca la transición entre el empirismo y el asociacionismo. El aporte de Hume es la distinción entre las impresiones y las ideas, y la facultad como repetimos nuestras impresiones es la memoria. Esta repetición puede ser de ideas débiles, imaginación o sensaciones. Hume cree que hay una conexión entre ambas, pero esto se debe a causalidades. Cuando estas se asocian se llega a formar ideas más complejas, pero este proceso se da debido a tres leyes: semejanza, contigüidad, aquí influye el tiempo o espacio, y relaciones de causa y efecto (Hothersall, 1997, p. 66).

Para David Hartley (1705-1757) la mente y el cuerpo estaban unidos biológicamente, lo que significa que para él la mente estaba en el cerebro. Logró describir las postimágenes positivas de los estímulos visuales y auditivos. Hartley explica la importancia del cerebro, especialmente de uno sano, además, nos informa de cómo las lesiones en él, pueden ser perjudiciales para toda la vida y que no se sanarían de manera natural (Hothersall, 1997, p. 68). El asociacionismo de Hartley supera a el de sus antecesores, su experiencia como médico y biólogo le ayudaron a avanzar en esta materia.

James Mili (1773-1836) al igual que Locke, creí que todos los niños son iguales al nacer, que su mente era una hoja en blanco y que en ella se podría escribir lo que se quisiera. Y esto lo llevo a cabo con sus hijos, dedicando largas horas a su educación. En especial, será John Stuart Mili (1806-1873), quien será el conejillo de indias de su padre para aplicar su metodología. John era un niño sobresaliente y brillante, pero nunca se le dejo que fuera niño. Todo esto pasó factura más adelante en su vida cuando cae en una tremenda depresión. Se pudo librar de ésta, pero no del todo, con un autoanálisis de lo irracional y lo racional, podríamos afirmar que aquí se empiezan los primeros rastros de lo que será la psicología cognitiva-conductual. Sería él quien abogaría por la igualdad de géneros (Hothersall, 1997, p. 72). Para Mili la mente consta de dos elementos: las sensaciones y las ideas, como indica Hothersall (1997) “A las cinco sensaciones clásicas originalmente propuestas por Aristóteles – visión, audición, gusto, olfato y tacto- Mili agregó la sensación muscular” (p. 71). Para Mili, las sensaciones producen ideas, y estas hacen cambiar el curso de las asociaciones de ideas. John Stuart Mili aporta a la psicología la cuestión etológica, lo que trata de describir como las circunstancias influyen en el carácter de las personas. (Hothersall, 1997, p. 71).

Alexander Bain (1818-1903) Es más reconocido como psicólogo que como filosofo y esto debido a los avances que en la psicología se estaban dando. Se preocupó por el desarrollo humano y en los pensamientos de los mismo. Además de los cinco sentidos clásicos de Aristóteles, Bain agrego el orgánico, que se relaciona a las pulsaciones musculares y sus movimientos. Bail será quien postule la habituación en los seres humanos, esto como hábitos que muchas veces son perjudiciales (Hothersall, 1997, p. 74-75).

Immanuel Kant (1724-1804), no negó la postulación de los empiristas de la experiencia, pero si se preguntaba sobre como esa experiencia se daba. Kant plantea que en el ser humano se da una combinación de la experiencia y las ideas innatas, lo que él llama un conocimiento a priori y no a posteriori después de la experiencia (Hothersall, 1997, p. 75). Kant propone tres dimensiones del existir humano: la razón, la voluntad y la sensibilidad. La primera la expone en La crítica de la razón pura, en ella Kant analiza nuestra capacidad cognoscitiva o razón como él le llamaba; la segunda la expone en La crítica de la razón práctica, aquí él analiza la voluntad del ser humano y; la tercera en La crítica del juicio, donde Kant analiza nuestra sensibilidad e imaginación (Mora, 1990, p.172).

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Conclusión

Los teólogos de la Edad Media aportaron a la psicología conceptos muy buenos desde los conocimientos que tenían de lo Sagrado. Estos aportes no pueden ser despreciados o desvalorizados por la psicología hoy día, en especial, cuando existe un movimiento que valora mucho la integración de lo espiritual con lo psicológico, para este grupo, los aportes cristianos todavía son muy aplicables en sus trabajos pastorales.

Con el Renacimiento, nos encontramos con aportes muy importantes en lo que a la razón se refiere. La razón será el ente rector de lo científico, esto marcó sin duda alguna, el proceder filosófico y psicológico. Podríamos decir que esta etapa nos reta hoy día a adentrarnos más en los postulados que Descartes nos heredó. En especial, ramas de la psicología como la Psicoterapia Cognitiva donde el racionamiento juega un papel muy importante para eliminar aquellos pensamientos irracionales o automáticos como los llamo Beck o, el método del debate racional propuesto por Ellis, fueron enfoques filosóficos y humanistas junto con el científico que se beneficiaron del Renacimiento.

También la Edad Moderna se vio forzada a dar sus aportes a la psicología, la ciencia avanzó progresivamente, ante ello, el tumultuoso ambiente social, con sus desaciertos políticos y sus desigualdades, fueron tierra fértil para una psicología social y política, tal y como nos las expusieron los filósofos existenciales de la Francia e Inglaterra de los Siglos XVII y XVIII.

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