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Resiliencia y envejecimiento.

Enviado por   •  8 de Febrero de 2018  •  6.552 Palabras (27 Páginas)  •  344 Visitas

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El envejecimiento es una etapa del ciclo vital que en las sociedades desarrolladas está adquiriendo un gran protagonismo. La esperanza de vida se amplia tanto en los hombres como en las mujeres. Cada vez más las personas viven su vejez con plenitud y personas longevas se desenvuelven con notable calidad de vida subjetiva. La genética no es la única ni la parte más responsable del envejecimiento ni de las enfermedades que aparecen en las personas ancianas, aunque se reconoce que el envejecimiento también tiene un componente de género: las mujeres tienden a ser más longevas que los varones, por término medio.

Envejecer es un proceso natural e irreversible, no es un proceso patológico, ni una enfermedad, ni una mera involución, aspectos susceptibles de tratamiento médico o psicológico. Cosa distinta es que hubiera determinadas enfermedades más frecuentes que si requieran atenciones médicas o psicológicas especializadas.

Es indudable que la vejez comporta cambios físicos, sociales y psicológicos notables. Se producen situaciones críticas y adversidades que son generadoras de estrés: muerte de seres queridos, limitaciones físicas y sensoriales, decline del estatus profesional y otras disminuciones que pueden ser consideradas como normativas para las personas ancianas, entendiendo por normativas se entiende las que afectan a todas las personas del mismo rango de edad o etapa.

La resiliencia es, por lo tanto, el constructo que denomina al proceso mediante el cual las personas realizan una adaptación, un ajuste consigo mismo y con su entorno, positiva, a pesar de las dificultades, limitaciones y conflictos que se producen con relativa frecuencia durante la etapa de la vejez, de modo que las personas pueden llegar hasta el final de la vida conscientes de si mismos, con bienestar emocional, satisfechas con su vida en esa etapa.

Así la resiliencia es una faceta del propio envejecimiento. Implica la manera en que se mantiene la identidad personal a pesar de los cambios, las limitaciones, los deterioros; la manera de compensar y modificar las habilidades físicas, sensoriales y cognitivas que manifiesten algún declive; el modo de afrontar las estigmas sociales que pueden existir sobre el envejecimiento: sujeto no productivo, estorbo, mantenidos, enfermo, loco, inservible, irrecuperable, pendiente de que se muera; el modo de vivir el presente y el futuro con optimismo, sin añoranzas por el pasado, para seguir sintiendo, pensando, queriendo, participando y autorrealizándose.

La plasticidad, el sistema inmunológico y la resiliencia en la vejez

El paradigma de la resiliencia fue inicialmente aplicado a los niños que se desarrollaban en contextos de pobreza, extrema adversidad, contextos desfavorecidos, víctimas de maltrato y otras circunstancias, y que a pesar de ello evolucionaban y se adaptaban de manera socialmente adecuada. A partir de los años 90 el concepto fue introduciéndose en el estudio de otras circunstancias y otras etapas de la vida como es la vejez.

El envejecimiento es una etapa propensa a significar adversidad y estrés. Son ejemplos de adversidades: las limitaciones funcionales, las enfermedades, la desocupación laboral y la pérdida del estatus profesional, la disminución de recursos y la pobreza, la separación, el divorcio y la muerte del cónyuge, el abandono (y a veces maltrato) de los hijos, la vida residencial y otras. Estas circunstancias pueden hacer a la persona más vulnerable.

La vejez pone a prueba la posibilidad de conservar y renovar una vida significativa y productiva. Si en la vejez existen riesgos y adversidades más allá de los meramente físicos, vinculados al no saber, no poder y no valer, la resiliencia indica el proceso mediante el cual las personas son capaces de desarrollarse con satisfacción a pesar de las situaciones desfavorables. “a pesar de…” “aún así…”

La calificación hecha por Erikson (2000) de la última etapa del desarrollo psicosocial como etapa de Integridad vs Desesperación ya nos advierte de los procesos psicológicos positivos que hacen las personas mayores: la autoaceptación de sí mismo, la aceptación de los cambios físicos, sexuales, sociales, laborales; la integración de las etapas pasadas, la renuncia a ciertos objetivos de etapas pasadas, aspectos que contribuye a disminuir las reacciones emocionales negativa como el estrés, la frustración o depresión, y todo ello contribuye a mantener adecuados niveles de salud, de bienestar, de participación social y comunitaria, que aportan calidad de vida subjetiva.

Desde una perspectiva evolutiva, la resiliencia se ha identificado con una característica básica del desarrollo humano como es la plasticidad. La plasticidad cerebral /neuronal es una característica del cerebro humano que explica la adaptación funcional del sistema nervioso central para minimizar los efectos de las alteraciones estructurales o fisiológicas, cualquiera que sea la causa originaria. El cerebro tiene capacidad de cambio estructural-funcional por influencias endógenas y exógenas, cambio e influencias que pueden ocurrir en cualquier momento de la vida. La capacidad del cerebro para adaptarse a la nueva situación, por ejemplo, como consecuencia de una lesión, aunque sea solamente de forma parcial, es mayor en el cerebro inmaduro del niño o del adolescente que en el adulto mayor. La recuperación depende tanto del grado de deterioro, disfunción o lesión ocurrida y de otros factores internos del cerebro, en particular el funcionamiento mancomunado de sus distintas partes, como de factores ambientales, psicosociales y de la propia participación activa del sujeto para recuperarse. La plasticidad tendería así a minimizar los efectos de lesiones a través de cambios estructurados y funcionales en otras áreas. La plasticidad cerebral en la vejez es menos notoria que en etapas anteriores, pero se ha puesto de manifiesto que a la par que ocurren ciertos declives pueden ocurrir incrementos en otros dominios (Pascual-Castroviejo, 1996; Triadó, 2001)

La neuroplasticidad es la denominación del fenómeno investigado recientemente en el campo de las neurociencias que viene a demostrar que la actividad mental produce un aumento de las neuronas y modificaciones en el cerebro según el tipo de actividad de la que se trate, dando fundamento científico a los programas de mantenimiento y mejora de la memoria, la inteligencia y otros aprendizajes complejos en las edades avanzadas. (Navarro y Calero, 2006).

Si la plasticidad es la capacidad de desarrollar los procesos cerebrales necesarios que permiten una continuada adaptación al medio, la resiliencia en la vejez no sería más que la expresión positiva y psicológica

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