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Conductas que causan culpa y como la religiosidad provoca culpa desde un enfoque filosófico

Enviado por   •  30 de Octubre de 2018  •  5.724 Palabras (23 Páginas)  •  220 Visitas

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Hay un dato y aspecto importante (diría más bien), por el cual todos luchamos en esta vida, ese aspecto es: “alcanzar la felicidad”, nadie en su sano juicio, trata de buscar lo contrario. Pero para profundizar aún más en este asunto, tenemos una realidad presente que no la podemos negar: antes no existíamos, ahora existimos y queremos ser felices, para después no existir de nuevo.

Examinemos un poco más: Cada uno de nosotros es un ser con cuerpo físico, que realiza funciones involuntarias para seguir con vida; latidos del corazón, funcionamiento de órganos vitales. Y voluntarias, que son: comer, beber, dormir, etc. También hay en nosotros un mundo de pensamientos, sentimientos, emociones y pasiones que pertenecen al área psicológica de nuestra persona. Pero hay algo más en nosotros que nos permite manejar todo esto, ese algo que nos da la facultad de tener entendimiento, voluntad, y actuar con libertad. Ese algo es: el área espiritual. Porque no existe ningún acto libre sin el ejercicio del entendimiento y la voluntad.

Conociendo todo esto, podemos decir que nosotros somos seres: bio-psico-espiritual. Es importante considerar que estos tres elementos están unidos indisolublemente (es imposible separarlos por naturaleza) pero de manera jerárquica, de la siguiente manera:

1. Nivel espiritual.- ontológico (metafísica, filosofía), trascendente, intelectivo, integrador y fundamental.

2. Nivel psicológico.- operativo mental, sugestivo y sugestionable.

3. Nivel biológico.- sensitivo, determinado funcionalmente por la anatomía y fisiología natural.

Aclarándolo con la perplejidad que produce en la medicina convencional la acción del placebo, solo puede explicarse por la persistencia de una concepción dualista de la naturaleza humana, por la convicción de que existe una dicotomía entre la el espíritu y el cuerpo, tal como lo concibe la medicina convencional, entonces es desde el espíritu donde se modifica la sintomatología que el cuerpo expresa. En tal sentido, interrogamos acerca de cómo es que este dialogo espíritu-cuerpo da como resultados cambios corporales observables trasciende la especulación farmacológica o terapéutica para alumbrar un fenómeno que pone en evidencia con claridad de qué manera espíritu, mente y cuerpo constituyen en verdad una entidad compleja pero unitaria.

La libertad es uno de los grandes temas al hablar de la persona humana. Tal vez uno de los más graves dramas de nuestro tiempo es que la libertad se entiende como un valor absoluto independiente de la verdad objetiva. Así se la concibe como la mera capacidad de elección arbitraria según la cual cuanto menos compromiso se asuma en la vida, más libres somos. La mera capacidad de elección no es libertad si no se elige y al elegir estoy asumiendo necesariamente un compromiso con lo elegido. Este compromiso será más trascendente cuanto más importante sea la elección. Al elegir hago una opción y también una ruptura con las demás opciones. Finalmente la repetición de elecciones va generando en mí un hábito que es una conducta permanente que de alguna manera se convierte en mi “forma de ser”.

La libertad autentica es un ejercicio de auto posesión por el cual uno se hace capaz de decidir en razón de la verdad sobre uno mismo y sobre la realidad toda. Podemos decir que, en este ejercicio, el espíritu gobierna sobre la mente y el cuerpo, estableciéndose así el orden original y natural. El amor está en el ámbito espiritual.[pic 2]

El hombre es, por su propia naturaleza, una unidad bio-psico-espiritual. Unidad integral de cuerpo, alma y espíritu en la que lo que sucede con cada una de las dimensiones repercute en las otras.

La dimensión de la espiritualidad es la que permanece como referencia continua de mi vida. Esta dimensión se expresa como huella de Dios en el ser humano, lo que se llama mismidad que consiste en el núcleo mismo del hombre. En dicha dimensión se encuentra la conciencia y la libertad humana, así como la apertura al encuentro, la capacidad de relacionarse con Dios, y la apertura al sentido de la existencia.

Un gran problema en la actualidad es el reduccionismo; esto significa que al tratar de entendernos a nosotros mismos tendemos a tomar una parte de lo que vemos y convertirla en la explicación global. De manera que podemos decir que el hombre no es solamente sus sentimientos o emociones, como tampoco es solamente su cuerpo, o sus roles o personajes, o pensamientos.

Quien pretenda la realización humana solo saciando las necesidades físicas o buscando el equilibrio psicológico sin la vida espiritual, permanecerá frustrado, incluso en el ámbito físico y psicológico.

El espíritu, un elemento sugestivo

El espíritu posee una individualidad dada por lo obtenido por él mismo en el proceso de su evolución. Esto le da las características propias adquiridas en milenios de aprendizaje. Su expresión se hace a través del elemento que Allan Kardec llamó periespíritu, posible de definir como un campo energético adaptador, una especie de argamasa de energía con propiedades ¨sui géneris¨, aun desconocidas en su esencia, que le da la posibilidad de unir la materia sutil con la materia densa (espíritu-cuerpo), gracias a su estructura formada por ¨camadas energéticas¨ que se desenvuelven en un suave degradée.

Las modificaciones más expresivas de los cambios periespirituales se dan en las capas más superficiales, mientras las capas próximas al núcleo espiritual permanecen inalteradas, resguardando las informaciones que son la historia de cada uno y que van a influir profundamente a las ¨cápsulas cromosómicas” que contienen los cien mil genes, responsables de la herencia genética de cada uno.

Esas cápsulas son lo que conocemos como ADN. Los archivos periespirituales más profundos registran entonces los hechos para entregarlos en el acto de encarnar de acuerdo a la ley de causa y efecto. El periespíritu le da orientación al campo cromosómico ofrecido por la materia.

Se hereda lo fisiológico no lo espiritual.

Se hereda de los padres las características fundamentales en la especie, las características peculiares de la familia, semejanzas y diferencias, que llevan a caracteres específicos de cada ser. Todo ello bajo la influencia energética de las tendencias, aptitudes y demás características de la personalidad espiritual que encarna.

Por la acción de los mecanismos hereditarios a partir de la unión de las células germinales de los

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