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I. TODA LA VERDAD SOBRE LA CARRERA DE DERECHO.

Enviado por   •  31 de Marzo de 2018  •  3.796 Palabras (16 Páginas)  •  299 Visitas

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Personalmente soy un convencido de que nada hay tan útil como las cosas inútiles. Nada tiene más utilidad ni sirve tanto para realizarse plenamente en la vida como la sabiduría que da la metafísica, la parte más abstracta y menos "práctica" de la poco "práctica" filosofía, por no hablar de la religión, que decide el destino eterno del hombre. Pero no vaya seguir por este derrotero. Si medimos lo práctico por sus utilidades inmediatas, no cabe duda de que la carrera de derecho es muy práctica, porque tiene muchas salidas profesionales y es una de las que menos se resiente del problema del paro, aunque sin verse libre de él. No es, sin embargo, en este sentido en el que decimos que saber derecho es una ciencia práctica.

2. DETERMINAR LO JUSTO

De las ciencias -o conocimientos sistemáticamente organiza- dos- se dice que son especulativas o prácticas en un sentido que tiene poco que ver con lo práctico al que hemos aludido. Especulativo viene de speculum o espejo; quiere decir que se trata de un conocimiento que refleja la realidad sin hacerla o construirla. Si una persona se dedica al estudio del arte, llegará a conocer los cuadros de los pinto- res estudiados en sus mínimos detalles; puede ser que lo sepa todo o casi todo de los cuadros, desde las sustancias que el pintor usó como pinturas, hasta la dirección de cada una de las pinceladas. Pero todo esto es conocimiento especulativo; estos conocimientos no la habilitarán para pintar, si no tiene el arte de la pintura. Este arte consiste en saber pintar cuadros, y es una ciencia práctica. Ciencia práctica y arte es lo mismo; es arte toda ciencia práctica y no solo las llamadas Bellas Artes. Es claro, pues, que una cosa es conocer los cuadros (ciencia especulativa) y otra cosa es saber pintarlos (arte o ciencia práctica). Un crítico taurino, que distingue una buena chicuelina de otra defectuosa, puede ser incapaz de coger bien la muleta. ¿Qué es, pues, arte o ciencia práctica? Es saber hacer las distintas cosas.

Sin embargo, para saber hacer una cosa hacen falta muchas veces conocimientos al parecer inútiles, es decir, que no son inmediatamente prácticos. Un ejemplo bien claro son las matemáticas; la matemática es una ciencia especulativa y de las más abstractas: nada se hace inmediatamente con las matemáticas; después de una operación aritmética nada nuevo se ha hecho, simplemente se conoce un dato. Incluso las cifras escritas en el papel pertenecen al arte de escribir y no a las matemáticas. Sin embargo, son muy pocas las cosas que se pueden hacer sin usar las matemáticas. 10 que antes decía: nada más útil que lo "inútil". También para saber derecho hacen falta conocimientos especulativos -poco o nada "prácticos" -, pero esencialmente es un arte o ciencia práctica. ¿Y qué es lo que de práctico sabe el jurista? Sabe algo tan fundamental y tan importante para las relaciones sociales como es lo justo. El jurista se dedica a develar qué es lo justo en las relaciones sociales, en la sociedad; es, por así decirlo, el técnico de la justicia, el que sabe de lo justo y de lo injusto.

Probablemente algún lector, ante estas afirmaciones, sienta un movimiento de escepticismo o de protesta. ¿Quién sabe qué es lo justo? Esto de lo justo suena más a política que a derecho. Además, algunos juristas -precisamente aquellos que llamamos normativistas-, si llegan a leer estas páginas, afirmarán: demasiado pretencioso, bastante hace el jurista con averiguar lo que es legal e ilegal. Sin embargo, ya hemos dicho que quienes del saber derecho hicieron un arte fueron los juristas romanos; y es de suponer que -si tal hazaña hicieron con el derecho--lo conocerían bastante bien. Además, es sabido que el genio romano fue eminentemente práctico, poco dado a especulaciones o a utopías. Pues bien, los romanos definieron el arte del derecho como la ciencia de lo justo y de lo injusto. A lo mejor la justicia y lo justo resultan ser menos pretenciosos o utópicos de lo que parece y no es más o menos difícil conocer lo justo que averiguar lo legal. O resulta que la justicia es bastante menos propia de la política de lo que puede dar a entender la frecuencia con que los políticos la usan y pronuncian ese latiguillo de la "sociedad justa y solidaria". ¿No se habrá idealizado la justicia? Podría ser que hubiésemos confundido el popular pollo al alcance de todos los bolsillos con un faisán dorado. Quién sabe si la justicia no es esa utopía propia del "mejor de los mundos" o es algo bastante más asequible que la "sociedad justa y solidaria". Por lo menos se reconocerá que es sospechoso que los juristas romanos tuviesen de lo justo y de lo injusto un sentido tan utópico e idealizado como parecen tener nuestros contemporáneos, si es verdad --como dicen todos los historiadores- que los romanos, a causa de su genio práctico, no legaron grandes especulaciones, pero sí hicieron una decisiva contribución a la civilización occidental: el arte del derecho, esto es, la ciencia de lo justo. Por cierto que, después de decir que el jurista es hombre de derecho, hemos descrito su saber como la ciencia de lo justo. ¿No es esto un ejemplo de incongruencia? El saber del jurista ¿es la ciencia de lo justo o la ciencia del derecho? No hay que precipitarse en pretender des- cubrir incongruencias: lo justo es justamente el derecho; decir lo justo es nombrar el derecho, porque son lo mismo. Cuando, por ejemplo, decimos que es derecho del arrendatario ocupar el piso alquilado, es- tamos diciendo que esto es lo justo, supuesto el contrato de arrenda- miento. Correlativamente, si se interfiere o ataca un derecho, decimos que eso es injusto. Lo injusto es la lesión del derecho.

Quizá con esta breve aclaración podemos intuir que la justicia y lo justo no son tan utópicos como parecen, a menos que entendamos que el derecho es una utopía.

3. ¿POR QUÉ EXISTE EL DERECHO?

Pero dejemos de momento la identidad entre derecho y lo justo y expliquemos qué son la justicia y el derecho. Para ello hemos de remontamos a la raíz del derecho, a su origen, resumiendo la cuestión en esta pregunta: ¿por qué existe el derecho?.

Puede resultar útil, para responder a esta pregunta, plantearla de otra manera, que no es equivalente, pero que nos puede conducir a encontrar la contestación por un camino más simple. ¿Por qué ha nacido el arte del derecho?

Todo arte responde a una necesidad. Unas veces se trata de ese tipo de necesidades que se llaman primarias o primeras; así, existen los llamados artículos de primera necesidad. En el polo opuesto están necesidades que nos hemos creado los hombres, de las que

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