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La posición de la mujer - feminidad en la cultura.

Enviado por   •  2 de Junio de 2018  •  3.199 Palabras (13 Páginas)  •  314 Visitas

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En la feminidad sobresale justamente en esta aprehensión y discriminación social que es traspasada genéricamente. La construcción de la sexualidad está ubicada en la genética que es la que establece una diferencia biológica entre el hombre y la mujer por medio de una marca somática, por ejemplo: cromosomas, hormonas y partes genitales Esta relación de genética en la sociedad estigmatiza de manera estereotipada en cultura, dado a que dictamina lo que debe ser masculino y femenino, puesto que la identidad del genero está estructurada por padres que la configuran por medio de fantasías complejas, enunciados identificatorios y relaciones diferenciadas que establecen un determinado sexo, lo que lo ha llevado a sostener que la construcción del género es un hecho social de tanta fuerza que se piensa como natural. (Bleichmar, 1985).

La cultura por otro lado le ha dado a la mujer una posición de inferioridad, constantemente parece estar ubicada en la melancolía y la desdicha con un fin en común, “el consuelo y aceptación” de ser mujer para llegar a realizarse gracias a concepciones arcaicas. Es decir, la mujer no puede gozar libremente sin que sea juzgada por estos estereotipos sociales porque la imposibilitan. A continuación, se abrirá paso a varios conceptos introductorios que nos ayudarán a la comprensión de este tema tan polemizado. Nos parece estrictamente necesario emprender una revisión teórica de la feminidad, dentro de sus posibilidades para poder así establecer la conexión cultural en el posicionamiento subjetivo de las mujeres en la actualidad.

Para Freud la psicosexualidad empieza en la etapa fálica que empieza alrededor de los dos años y finaliza a los cinco años, siendo esta una etapa muy importante en el desarrollo sexual del individuo. En esta etapa, la zona genital se vuelve de gran interés para el niño y es donde desarrollan el inicio de la fase edípica. Otro periodo que no está dentro del proceso psicosexual, pero que es importante es la etapa latente, donde se señala que el deseo sexual, instinto o libido, quedan adormecidos de manera temporal y dura hasta la pubertad. Si nos ponemos a comparar párrafos anteriores donde se tocó el tema de la subjetividad, en esta etapa latente es donde se desarrolla el plano de sociabilización e identificación.

Por otro lado, la finalización del Edipo, la formación del yo y la base de nuestra moral también intervienen. Se encuentra una dualidad dentro de la feminidad tras el proceso edípico que nos indica y muestra dos variantes: a) la madre omnipotente, deseada y temida del narcisismo, b) la clásica mujer castrada, carente, dependiente, receptiva y pasiva; estas inciden en relaciones de mujer-madre y la mujer como objeto de deseo. Hay un regreso sublimado en rasgos maternos al hablar sobre la palabra “esposa” que no es más que una culminación edípica que relaciona feminidad de manera histórica en la maternidad, convirtiéndose ello en la fuente de la identidad femenina y el ideal social sobre una mujer.

Como es sabido hasta la pubertad es donde aparece la completa diferenciación sexual, en la mujer aparece con anticipación, pero con mayor inclinación en la represión sexual y cuando surge en ellas instintos parciales de sexualidad escogen con preferencia la forma pasiva. La actividad de las zonas erógenas en ambos sexos es el mismo, por eso la diferenciación aparece en la pubertad. Las manifestaciones sexuales tienen un absoluto carácter masculino, la libido es regularmente de naturaleza masculina, independientemente de su objeto ya sea hombre o mujer. Entonces que los impulsos genitales serán diferenciados y que en los casos femeninos se activará una posición pasiva y a su vez se iniciará la búsqueda de la liberación libidinal al querer ser poseído (Freud, 2015).

La asociación que se encuentra entre la maternidad y feminidad, se inscribe de manera que la piedra fundamental es la vinculación materna, debido a que generalmente nuestros primeros pasos son guiados por esta madre que se vuelve significativa en nuestra primera relación de sentimiento, por lo que suele llevar el sello de la feminidad en el arquetipo y prototipo de la feminidad por antonomasia y en el ideal social de mujer. La maternidad no debe ser vista solo como forma biológica, esta tiene una doblegación psíquica, social de acuerdo a tareas y función (Fox Keller, 1991). La mujer y la feminidad no está meramente inmersa por una condición natural, porque para ser madre no necesariamente se necesita ser mujer, ya que se requiere un individual que cumpla con este rol, hablando por supuesto de funciones psíquicas. El instinto maternal, su vínculo y su construcción simbólica, en esencia es fundamental para comprender estereotipos socio-culturales que se mencionó con anterioridad.

Hay una dominación masculina donde la mujer se debate entre dos representaciones sociales disociadas entre sí, la maternidad asignada a ella y el erotismo que remite a la mujer como una condición sexual-genital. Esta dominación es representada de manera simbólica como un conjunto de sensaciones, percepciones y acciones que encontramos en la vida cotidiana, entonces existe una relación que denomina al cuerpo de la mujer como patrimonio simbólico en tanto objeto de apropiación y deseo, como cuerpo para el otro (Bourdieu, 2000). Demostrando la dualidad del psiquismo femenino por un lado siendo la mujer tierna, protectora y por el otro lado sensual y con deseos de satisfacer sus latentes sexuales. De por sí la mujer tiene que vivir en diferentes estados de represión que ella mismo controla flexibilizándose y adaptándose a lo mejor como madre y como mujer.

La feminidad en el contexto de valores, cultura está experimentada por medio de vivencias cotidianas, costumbres que se encuentran relacionadas con el orden natural. Según Bourdieu (2000), “los valores y funciones sexuados se transmiten de cuerpo a cuerpo, sin mediación de la conciencia y las más de las veces sin discurso, por la simple constancia de los hábitos.”

La cultura, la actualidad, el goce y el deseo en relación con la feminidad

La cultura en la feminidad se destaca en la relación de grupos y armonía interna, no se enfatizan con estereotipos de género, mientras que por el lado masculino existe una fuerte intención de dar a denotar su sexo, el cual podríamos enlazar o relacionar con los problemas actuales que aún se dan por actos de “machismo” ya sea en niveles sociales bajos o altos. La fomentación del machismo depende mucho de nuestros lazos culturales, de educación social y familiar, donde este dependerá mucho de los valores y de elaboraciones individuales subjetivas.

La mujer lleva consigo una historia

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