PARA UNA VISIÓN INTEGRAL DE LA SEXUALIDAD

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Actualmente, entre los sexólogos y educadores, existe una corriente de opinión que considera que hay una “parcela” del sexo humano al que, hasta ahora, no se le ha prestado la debida atención, a pesar de ser el más necesario e importante para no trivializar el coito y la sexualidad. Se trata de una educación de toda persona para el amor, y la integración de la sexualidad genital en él. Estamos refiriéndonos al amor, el más sublime de los afectos sexuales.

Pero ¿qué entendemos por amor? El psicólogo y sexólogo Erich Fromm nos da algunas pistas sobre el tema en su interesante obra “El arte de amar”; y es que, efectivamente, él considera el amor como un arte. Por eso, si deseamos aprender a amar, debemos proceder de la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte. ¿Y cuáles son los pasos necesarios para aprender cualquier arte? En principio, el aprendizaje de la teoría y de la práctica; pero, además, parece que un tercer elemento es indispensable para llegar a dominar cualquier arte: Nada debe ser más importante que el mismo arte.

Pues bien, en el arte de la sexualidad parece existir hoy un cierto error: el de pensar que toda la teoría y la práctica se centran en el coito. La preparación, los preludios y postludios sexuales son considerados como un gasto inútil de energía. Por eso, como educadores, debemos insistir en una definición o concepción del sexo, de la sexualidad y erótica humana que supere el concepto genital-reproductor-coital de ésta; es decir, ofrecer un enfoque que, sin negar el papel capital que cumplen los órganos genitales en la sexualidad, invite a comprender que cualquier parte de nuestra piel, de nuestro cuerpo y mente, pueden ser erotizadas y ser fuente de lenguaje amoroso. Ofrecer una concepción o valoración de la sexualidad desde la cual pueda entenderse que, un encuentro o relación que no finalicen en coito, no tienen por qué ser considerados “actos sexuales incompletos”.

Este punto de vista nos anima a todos a adentrarnos, en el arte de nuestro amor, sexualidad y erótica, en el maravilloso mundo de los afectos, emociones, besos, abrazos, caricias y ternura. Un lenguaje que, mediante el sentido del tacto, puede transmitir mensajes difícilmente explicables con palabras. Una perspectiva y valoración así de la sexualidad humana, brinda a nuestras mentes una mayor altura de miras y entierra el mito del coitocentrismo, superando con ello uno de los problemas más urgentes de solución en la sexualidad puberal y adolescente.

Eduquemos a nuestros niños, adolescentes y jóvenes en una sexualidad sana y positiva. De ahí que termine recordándoles cuál es mi idea positiva sobre la sexualidad humana y que les invite a hacerla suya. Desde una concepción del “ser humano” como unidad interactiva entre lo corporal, psíquico, afectivo, social y axiológico, entendemos la sexualidad como la proyección del todo unitario que somos, en aspectos tales como la necesidad de contacto físico, de expresión emocional, de intimidad, ternura… y, por supuesto de goce sexual y no sólo coital.

El contemplar al sexo y a la sexualidad desde esta perspectiva global o integral va a tener repercusiones saludables tanto a nivel individual, como a nivel de pareja y social, para nuestros niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos.

Cosme Puerto Pascual, o. p.