Reflexiones sobre el problema de la psicosis

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Es en el año 1955, en su trabajo "La carta robada" y en el seminario Las psicosis, al elaborar y trabajar con el esquema L, que introduce una articulación entre el orden simbólico y el orden imaginario.

En este esquema se expresa la relación del Otro (A) y el sujeto (S) actualizándose cada vez que el S se dirige al A, el Otro como tesoro de los significantes, lo cual también se ejemplifica en el primer piso del grafo del deseo. El eje imaginario, representado por aa', remite a la imagen especular del estadio del espejo, relación al semejante, cuyo carácter alienante y mortífero es resituada por la relación del Sujeto al Otro. Otro que se erige más allá de la relación al semejante.

Después Lacan introduce el esquema R, en el cual ya no será solo el eje imaginario el que se interpondrá entre S y A. aquí se incluye el ensamble de los registros imaginario, simbólico y real para dar cuenta de la constitución del sujeto.

La constitución de una estructura psíquica es a partir de la relación que el sujeto mantiene con la función fálica, puesto que ordena y determina la economía del deseo, al poner en juego la relación del deseo y la falta.

En la dinámica edipica se juega la dialéctica del ser y el tener, puesto que es el momento que conduce al sujeto de una posición donde esta identificado con el falo de la madre, a otra donde renuncia a dicha identificación y aceptando la castración simbólica, identificándose con el que supuestamente tiene o no lo tiene, esto se efectúa en el proceso de simbolización llamada metáfora del Nombre-del-Padre

La identificación fálica inaugural es puesta en duda por la instrucción de un padre imaginario, que el niño fantasmatiza como objeto rival suyo ante la madre. Es decir el padre interviene en los asuntos de goce materno. A través de esto, el niño descubre un competidor fálico ante la madre, esto interroga el curso de su deseo. Ya que en primer lugar, el objeto materno no es exclusivamente dependiente de su propia persona. Teniendo el una expectativa de deseo deferente al de la madre. En segundo lugar, concibe a su madre como una madre con falta, que en absoluto es colmada por el niño identificado como único objeto de deseo, el falo. Aquí la figura del padre es de la rivalidad, o el tercero perjudicado, como lo denomina Freud.

Esta rivalidad fálica imaginaria orientara al infante a la noción de la diferencia de lis sexos, puesto que el niño anticipa un goce que le esta prohibido, remitiéndolo a la castración de la que no quiere saber esbozando la cuestión del deseo del Otro. Como ya se había dicho la angustia de castración se actualiza alrededor de la incursión paterna imponiendo al niño una nueva vectorizacion del deseo además de las apuestas de goce

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