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Seminario de agresión - Violencia callejera

Enviado por   •  31 de Agosto de 2018  •  5.217 Palabras (21 Páginas)  •  231 Visitas

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Percepción de la amenaza

Los jóvenes que se implican en conductas violentas, se sienten más amenazados que los que nunca han tenido enfrentamientos violentos. Por ello que se organicen para moverse tranquilos por su entorno. Se encuentran en un estado de alerta casi permanente, se proveen de armas para sentirse más seguros. Para estos jóvenes la ciudad se divide por zonas; la zona ‘vedada’ o ‘peligrosa’ que en ocasiones son también de ‘caza’ son aquellas en las habitan grupos con ideologías opuestas. La zona de ocio en la que hay gran variedad de locales en la que se disfruta su propia estética y música. La sensación de amenaza es un proceso que sigue en paralelo al de la conducta violenta. A medida que se domina y se controla la conducta en sí, como sus circunstancias, se puede acceder a recursos más eficaces para ello, entonces disminuye el miedo y se sustituye por la alerta o el recelo.

Normas

Entre las normas internas de un grupo de iguales, la más importante es la ‘reciprocidad’ que da a entender que todo miembro responde por el otro en momentos de necesidad. Esta norma garantiza que el joven se mueva por su entorno seguro y refuerza la percepción de unidad. El incumplimiento de esta norma puede llevar a una mera marginación simbólica, a la venganza o a la simple exclusión del grupo, de hecho la infracción de esta norma es lo que hace a muchos jóvenes plantearse la pertenencia al grupo y la involucración a conductas violentas, ya que puede tener graves consecuencias en este entorno que nadie responda por ti. También hay momentos que los miembros no están dispuestos a tolerar ciertas conductas y tener que responder por él obligatoriamente. Si un miembro recibe una ofensa, el tiene el privilegio de decidir si su grupo tiene que vengarse o no. en situaciones menos meditadas como por ejemplo en una discusión que degenera en pelea, los miembros no tienen otra opción que apoyarle e intervenir a su lado. Si se encuentra en una situación de presión, lo que al principio había sido adhesión libre y voluntaria, ahora el joven se encontrará en el proceso de abandono de la conducta.

Las normas específicas y pragmáticas sobre la regulación de los enfrentamientos son las siguientes. La superioridad numérica impera, obviamente y tanto es así que cuando se organiza una represalia en venganza de una ofensa, siempre se busca el mayor número posible de acompañantes para que así sea definitiva. Su grupo así consigue dejar un historial de enfrentamientos que los relaciona con la superioridad numérica, logrando un cierto status y ‘respeto’. Se intenta evitar las batallas campales, ya que no hay control de la situación y no es posible ‘disfrutar’ del encuentro físico y poder llegar a medirse con el adversario pero si el miembro de uno de ellos está sucumbiendo para que no se le deshonre a él, ni al grupo, se produce un combate todos contra todos.

El tema de las armas es muy delicado y como es de esperar también está reglado aunque de forma poco categórica: llevar cualquier tipo de arma siempre supone un problema con las fuerzas del orden, por ello algunos de los jóvenes prefieren no llevarlas y simplemente utilizar su fuerza física, o bien hacer uso de las armas de menor peligro como; bates, gases, puños americanos, cascos, etc. Las pistolas son poco frecuentes siendo las armas blancas mucho mas, el llevarlas depende de la edad y de la moda aunque recientemente está aumentando debido a la creciente inseguridad. Su aplicación depende en buena medida de la situación concreta, no podemos tampoco generalizar pero los grupos que se enfrentan en más de una ocasión suelen ser los mismos, es así que se sabe con quién se pelea y las normas estarán activas y serán respetadas. Ahora bien existen otras zonas donde los encuentros fortuitos son comunes, donde el número de grupos es más elevado y se mantiene el anonimato, es aquí donde la inseguridad que puede esperarse del adversario es muy elevada por consiguiente la infracción de las normas conlleve resultados mortales.

Consecuencias

Entre las consecuencias positivas se menciona la obtención de ‘respeto’. El hecho de este ‘respeto’ permite poder estar tranquilo en la calle, aunque para alcanzar este objetivo es necesario provocar un enfrentamiento para defenderse. Las peleas tienen una serie de consecuencias positivas para el grupo que sirven para fortalecer la percepción de unión y para reconocer a los que de verdad van a estar ahí.

Las consecuencias negativas más destacadas son las repercusiones físicas y legales del enfrentamiento, suelen tener de antemano ciertas repercusiones físicas, desplazándose en el cálculo real de estas hacia los extremas más graves, este margen varía con la edad y la experiencia hasta que en los jóvenes deciden abandonar la conducta. Otra consecuencia negativa es los enemigos que te creas, dispuestos a vengarse.

Existen otras consecuencias negativas que ningún joven violento cita, pero si los que abandonan esta conducta y es el arrepentimiento por el daño que ha provocado a las víctimas. Pero para este conjunto de consecuencias existe una serie de recursos, sobre todo psicológicos que logran minimizar o evitar este sentimiento: como crear una imagen estereotipada de la posible víctima que canalice los sentimientos de rabia y animadversión y así lo justifique. Cuando la imagen estereotipada se descompone y el adversario empieza a recobrar individualidad, el joven se encuentra a las puertas del proceso que le llevará al abandono definitivo de la conducta.

Control

La percepción de autoeficacia suele ser bastante alta en los jóvenes violentos sobre todo si es comparada con los jóvenes que no lo son. esto es debido por la experiencia adquirida en las peleas que permite conocer su potencial y limitaciones. Por otro lado, depende de los recursos que el joven pone en juego para evitar las consecuencias negativas y que se solapan de alguna forma con el control. la autoeficacia dota de mayor seguridad al joven y define los límites en los que se puede ‘atrever’. El joven en si hace un cálculo de control de la situación en el que obtendrá información que le favorezca o le dificulte el éxito. Esto le servirá para decidir si se implica en el enfrentamiento pero aunque haya un alto margen de control, su decisión puede depender de otros elementos, que aunque no esté muy seguro otras consideraciones le llevará al enfrentamiento aun viéndose inferior pero solo en casos extremos.

Los jóvenes violentos intentan reducir al máximo el margen de riesgo que conlleva un enfrentamiento:

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