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ANDAR CON DIOS ES UN PRIVILEGIO ÚNICO.

Enviado por   •  17 de Abril de 2018  •  3.323 Palabras (14 Páginas)  •  291 Visitas

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vivos. (10:30 min.)

Dos años después de la muerte de Noé, nació Abrahán. Otro hombre que anduvo con Dios.

Después del diluvio, la única religión que existía en el mundo era la verdadera. Pero solo unos años más tarde, ya eran pocos los que seguían sirviendo a Jehová. En todas partes, la gente adoraba a dioses paganos. Incluso el padre de Abrahán, Taré, participa en aquella idolatría, quizá fabricando ídolos.

¿Cómo demostró Abrahán andar con Dios? Abrahán grabó en su corazón la lección que Jehová enseñó con el Diluvio y se esforzó hacer su voluntad. Por eso, rechazó de plano la idolatría y al igual que Noé fue diferente de quienes lo rodeaban, aunque incluso fueran miembros de su propia familia. En otras palabras estuvo dispuesto a ir contra la corriente.

¿Cómo pudo lograrlo? (Heb 11:8) Lo logro gracias a que Abrahán anduvo por fe, no por vista. Como leímos, él recibió instrucciones, así que obedeció y confió en Jehová.

Piense en que Abrahán tuvo que hacer un sacrificio muy grande. Tenía que irse de su tierra natal, una decisión nada fácil. Hay pruebas históricas de que Ur la ciudad donde nació, era una ciudad próspera y llena de vida. Las excavaciones modernas revelan que las familias de aquella ciudad vivían en casas grandes y con sirvientes. Algunas casas tenían 12 o más habitaciones. Tenían sistema de agua, cuartos de baño y sistema de drenaje. Y ahora vivirían en tiendas en el desierto. Además, Abrahán y Sara ya no eran precisamente jóvenes: él rondaría los 70 años, y ella los 60. Seguro que Abrahán, como todo buen esposo, se preocupaba por el bienestar de Sara. ¿Podría cuidar bien de ella allá adonde iban? ¡Cuántas conversaciones habrán tenido sobre sus inquietudes y temores! Por eso, no es difícil imaginar lo contento que debió sentirse Abrahán cuando Sara le aseguró que aceptaba irse. Al igual que él, estaba dispuesta a dejar atrás su cómodo hogar.

Abrahán nunca miró a las cosas que había dejado atrás, las comodidades que había disfrutado en Ur. Más bien, se concentró en lo que tenía por delante. El esperaba algo más grande, ¿Qué era? Hebreos 11:10 dice que “esperaba la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios”.

A diferencia de Abrahán, hoy día, los siervos de Jehová tenemos mucha más información sobre esta ciudad simbólica, es decir, el Reino de Dios. Por ejemplo, sabemos que ese Reino ya está gobernando en el cielo y que pronto pondrá fin a este mundo malvado. También sabemos que el rey de ese Reino es Jesucristo, la Descendencia que se le había prometido a Abrahán hacía tanto tiempo. ¡Qué maravilloso será ver cuando este fiel patriarca resucite y al fin comprenda todos los detalles del propósito divino y su cumplimiento! (14:54 min.)

Pero el mejor ejemplo que tenemos de una persona que anduvo con Dios es precisamente la Descendencia de Abrahán, y nos ha dejado un modelo a todos para que sigamos sus pasos. Jesús también anduvo con Dios.

¿Cómo demostró Jesús andar con Dios? Jesús también fue diferente a los demás y siempre buscó la guía de Jehová (Jn 5:19) Jesús siempre ha sido muy humilde y obediente a su Padre. Él espera que todos nosotros copiemos su ejemplo para poder vivir en el nuevo mundo de Dios.

¿A que vino Jesús a la Tierra?

Dios quería que les enseñara a los seres humanos la verdad. Jesús les habló del Reino de Dios —un gobierno celestial que traerá paz a la Tierra⁠— y de la esperanza de vivir para siempre (Juan 18:36, 37). También les dijo cómo hallar verdadera felicidad en el sermón del Monte. Pero lo importante es que predicó con el ejemplo. De hecho, demostró cómo hacer la voluntad de Dios incluso en circunstancias difíciles. Y cuando fue maltratado, no se vengó.

Jesús enseñó a sus seguidores que el amor implica hacer sacrificios. Aunque tenía muchos privilegios viviendo en el cielo junto a su Padre, aceptó con humildad la comisión de venir a la Tierra y vivir entre los seres humanos. El ejemplo de amor de Jesús es único.

Los tiernos sentimientos de Jesús se hicieron patentes en especial por su manera de ver y tratar a otras personas. Se acercó a los pobres y oprimidos, y los ayudó a ‘hallar refrigerio para sus almas’. Nunca estaba demasiado ocupado para atender las necesidades de los afligidos, Jesús buscaba lo bueno que había en las personas y las encomiaba, aunque también las censuró cuando fue necesario.

Su manera de vivir demuestra que tenía un punto de vista equilibrado sobre la vida y los bienes materiales.

Él sabía muy bien cuáles eran sus prioridades y se atuvo a ellas (Mt 6:33). Los bienes materiales no eran prioridad para él. Parece ser que poseía muy poco en sentido material, pues dijo que no tenía “dónde recostar la cabeza”. Aun así, contribuyó que los demás estuvieran gozosos, no era un antisocial como algunas personas creen. Es más, cuando fue a un banquete de bodas, realizó allí su primer milagro. Cuando se terminó el vino, convirtió agua en un vino de gran calidad.

Jesús supo elegir bien sus prioridades en la vida. (Luc. 4:43) La predicación era lo más importante para él. Por eso, tomó decisiones que lo ayudaron a no distraerse y a cumplir su misión. Optó por mantener una vida sencilla para dedicar todo su tiempo y energías a enseñar a otros. Además, preparó a sus discípulos para que continuaran predicando cuando él muriera. Y les prometió que los dirigiría en esa obra “hasta la conclusión del sistema de cosas”. (20 min.)

En los 3 ejemplos podemos concluir que estamos seguros que anduvieron con Dios porque 1) fueron obedientes a Jehová en todo lo que les pidió. 2) dedicaron gran parte de su vida a predicar a otras personas. 3) estuvieron dispuestos a hacer grandes sacrificios. 4) su conducta, su manera de vivir y sus decisiones demostraron que eran diferentes al resto de las personas. Después de analizar la vida de Noé, Abrahán y Jesús conviene que nos preguntemos ¿CÓMO PODEMOS NOSOTROS ANDAR CON DIOS HOY?

Para andar con Dios, tenemos que atender nuestras responsabilidades según un orden de prioridades. Recuerde, no hay mayor honor en el mundo que llevar a las personas el mensaje de la Biblia. Por eso, nuestra vida debe girar en torno a la predicación. ¿Cómo podemos lograrlo? Poniendo en primer lugar los asuntos espirituales y tomando decisiones que nos ayuden a llevar una vida sencilla. De este modo, podremos dedicar nuestro tiempo y energías a la importantísima obra de predicar antes de que llegue el fin. Es obvio que Dios no quiere que seamos imprudentes ni irresponsables, sobre todo si tenemos una familia a nuestro cargo,

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