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Los desafios de Dios

Enviado por   •  25 de Septiembre de 2017  •  1.400 Palabras (6 Páginas)  •  608 Visitas

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Gedeón debe estar disfrutando comer en la mesa de Cristo; sin embargo, ya no tiene el desafío de vencer con 300 hombres que llevaban cántaros, antorchas y bocinas, a un enemigo que se extendía sobre la tierra como la arena del mar.

Sansón ha de estar deleitándose que su nombre es considerado entre los héroes de la Fe; pero ya no tiene el desafío de estar defendiendo a su pueblo de la mano de los filisteos.

Elías el hombre privilegiado que no conoció la muerte; sin embargo, ya no tiene ningún otro desafío como el que se le presentó en el Monte Carmelo.

Como éstos, hay muchos otros que ahora están en la presencia de Dios, sin embargo, ya no tienen desafíos ni retos como los que nosotros estamos enfrentando. Pero nos anima el pensar que el mismo Dios que desafió a estos hombres estuvo con ellos siempre hasta ver que lograran su meta. De la misma manera, Dios sigue con nosotros, está a nuestro lado cual poderoso gigante para que alcancemos la visión que Él tiene para este mundo. ¿Cuáles son tus desafíos hoy?

III. EL PRECIO DE LOS DESAFÍOS DE DIOS.

A diferencia de todos aquellos grandes hombres que son mencionados en la Biblia, los cuales hicieron lo que Dios les encomendó, y que hoy se encuentran en Su presencia disfrutando de todas las bendiciones entre otras cosas; ellos ya no saben del sufrir, del llorar o del padecer, porque hoy disfrutan de estar en el cielo. Es decir, para ellos ya no hay desafíos. Sin embargo, para nosotros los que vivimos, cada desafío que se presenta en nuestras vidas para realizarlo, implica un precio que tenemos que pagar.

Es un privilegio que el Señor nos permite enfrentar grandes retos, eso quiere decir que Dios sigue confiando y creyendo en nosotros. Si usted ya no desea pasar luchas, hambres, incomodidades y demás, debiera decirle al Señor que se lo lleve a Su presencia. Mientras estemos en esta vida, las adversidades y los desafíos, serán el Pan nuestro de cada día>>.

Cuando Dios no nos llame a hacer su obra, es porque quizás ha dejado de confiar en nosotros. Nunca nos debemos sentir amenazados o incómodos cuando Dios permite grandes retos en nuestras vidas, por el contrario, debiera haber gratitud en nuestras vidas, de que Dios nos continúa tomando en cuenta en Sus planes, y si lo permite, es porque Él sabe que tenemos la capacidad de realizarlo.

El desafío en nosotros será tan grande como los límites que cada uno pongamos. No existe edad para dejar de tener desafíos ya que todos tenemos un hombre interior el cual se va renovando día a día, aunque el exterior se vaya desgastando. 2 Corintios 4:16.

CONCLUSIÓN

Cuando lleguemos a la presencia de Dios se acabarán los desafíos, pero mientras estemos en la tierra éstos continuarán. Nosotros somos los que decidimos qué es lo que queremos es el SEÑOR, de Él dependen nuestros tiempos de bienestar o tiempos de desafío, pero en todo tiempo Jesucristo estará con nosotros.

Lo cierto es que nadie nos ha dado el derecho que un día nos entierren, sin haber dado todo lo que podemos dar. Nunca esperemos que los demás nos hagan fáciles las cosas.

Recordemos que no necesitamos llegar al cielo para ver cosas gloriosas, porque aquí en la tierra también pueden suceder. El desafío de Dios es como un embarazo, placentero cuando se recibe, muy delicado cuando se está gestando, y doloroso cuando se da a luz. Sin embargo, pasado el dolor y contemplar el fruto de aquél proceso, enfrentaremos el reto de volver a concebir. Por lo tanto, ya estamos en el grupo o célula y también en el discipulado, no abortemos la visión de ganar a otros, y forjarlas hasta que sean líderes que prosiguen con la visión. ¡Ese es nuestro desafío!

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