El término “mito” presenta dos acepciones pertenecientes a distintas épocas. Por un lado una definición de ficción o de ilusión y por otro lado algo que conocemos como una tradición sagrada, un modelo ejemplar.

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Un aspecto que llama la atención es que los mitos no pueden ser contado de manera indiferente, no se les puede contar a todo el mundo, por ejemplo, en algunas culturas ni a mujeres ni a niños. Además, los mitos, han de ser contado, en un momento concreto en el tiempo, por ejemplo, en otoño, o en invierno, o únicamente durante la noche. Las “historias falsas”, por el contrario, se cuentan a todo el mundo y no hay un momento específico.

Lo que revelan los mitos:

La diferenciación que hacían los indígenas entre “historias verdaderas” e “historias falsas” es muy significativa. Estos se dieron cuenta de que de que las dos categorías narran historias y que, además sus protagonistas no pertenecen al mundo cotidiano. A pesar de tener cosas en común, los indígenas se dieron cuenta de que ambas historias son radicalmente distintas.

Los mitos no solo revelan el origen de las cosas, como el mundo, los animales o el hombre, sino todos los acontecimientos acontecidos en un tiempo primordial y por los cuales, el hombre ha llegado a ser lo que es hoy en día.

Lo que quiere decir “conocer los mitos”

Según el autor, conocer los mitos significa conocer el origen de un objeto, un animal o una planta. Conocer los mitos supone adquirir sobre ellos un poder mágico. La idea de que un remedio no funciona si no conoce el origen, está muy extendida, por eso los mitos son tan importantes, porque son los que narran el origen de las cosas. Muy a menudo, no basta con conocer el mito, sino que además es recitado. Al hacerlo se “regresa” al tiempo fabuloso donde ocurrieron los hechos, al tiempo “sagrado”.

Estructura y función de los mitos:

Bronislav Malinowski, es uno de sus pasajes clásicos, habla de la función del mito como una función indispensable. Según el la función es expresar, realzar y codificar las creencias; salvaguardar los principios morales e imponerlos; garantizar la eficacia de las ceremonias rituales y ofrecer reglas prácticas para el uso del hombre.